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Día Internacional de la Poesía

Y, para celebrarlo, leemos un poema de Carlos Marzal.

21 de marzo de 2014. Emilio Ruiz Mateo

Qué: 21 de marzo, Día Internacional de la Poesía

Hoy 21 de marzo es el Día Internacional de la Poesía. Que tenga mucho sentido o no celebrarlo justo hoy, día del inicio de la primavera, es un tema en el que nosotros tenemos nuestras reservas, por aquello de relacionar la poesía con lo florido, pero no nos vamos a resistir a celebrar algo que nos gusta tanto…

¡Feliz Día de la Poesía! Por una vez, el arte del verso aparece con mayúsculas en todos sitios… ¡Viva!

Y para festejarlo, nada mejor que un buen poema, uno de esos que por sí solos justificarían la existencia de un poeta. La de Carlos Marzal, en este caso (el año pasado lo celebramos con Jaime Gil de Biedma, ¿recuerdas). Os dejamos con “Los países nocturnos”, de su libro homónimo publicado en 1996 en Tusquets

Los países nocturnos

(A Manuel A. Benítez Reyes)

Hay una geografía de la mente,
Hay paisajes nocturnos, igual que territorios
en donde un sol dichoso eterniza.
Hay países de sombra que regresan
en el maldito tren de largo recorrido
con parada en nosotros.
Hay un desierto de la inteligencia,
y he navegado océanos sin luz
al fondo de unos ojos
que no tenían fondo.

No es una nueva dimensión del mundo.
El primer hombre ya exploró la tierra
en su vastedad negra; le bastó un instante
de auténtico dolor, para haber fatigado
los trenes, los desiertos, las selvas y los ojos.

Estas desordenadas palabras en la niebla
no pretenden servir, ahora ni nunca,
de acta fundacional de ninguna ciudad.
Estas ciudades han sido desde siempre
y viven en el alma,
alzadas en un aire enrarecido,
callejón neblinoso por donde ya anduvimos,
extrarradio feroz al que nos condenaron.

Explorador sin suerte,
viajero del mundo que has perdido
el Sur y el Norte, y el avión de regreso
hacia una patria un poco más amable.
Hermano equivocado que estuviste
el día equivocado
en el equivocado centro de tu vida,
equivocando el modo de escaparte.

Hay una geografía de la mente.
Hay un teatro donde se representa
nuestro viaje hacia nosotros,
desde nosotros mismos.
Y en la escena final del acto último
hay un barco que se hunde en un hielo brumoso,
mientras en los salones
una orquesta fantasma
acomete un vals para los muertos.

Adivina quién fue invitado a los salones,
adivina quién baila la música fantasma,
y adivina quién
se hundió con ese barco.

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