José Luis Sampedro, poeta

22 de agosto de 2021. Estandarte.com

Detrás de este libro de poesía, cargado de versos inéditos, hay una bonita historia: la de un descubrimiento. Olga Lucas, escritora y viuda de José Luis Sampedro (Barcelona, 1917-Madrid, 2013), se encontró a la muerte del escritor con un montón de papeles a su cargo “ordenados a su manera, por un lado con la meticulosidad y el rigor del científico estructuralista, por otro con el caos imaginativo del gran creador”. Cuando ya todo ese material estaba ordenado, indexado, digitalizado y depositado en la Biblioteca Nacional de España, aparecieron más cajas, una de ellas guardaba otra en su interior en la que con la letra de Sampedro ponía POESÍA.

Es fácil imaginar la emoción de Olga Lucas al abrir la caja y encontrarse ante lo que ella ya intuía que era un gran hallazgo. Pero le separaban de él dos cuestiones, y ninguna de ellas menor: su alergia y sus problemas de vista. No podía enfrentarse a ese cuaderno antiguo y a esas hojas, unas manuscritas, otras mecanografiadas y todas conviviendo con ácaros. Decidió llamar a un amigo y pedirle su opinión como poeta y como investigador: José Manuel Lucía Megías.

Para el filólogo el encargo fue más bien un regalo. Revisó centenares de poemas escritos desde 1936 hasta bien entrados los años ochenta y se encontró con un Sampedro que en la Guerra Civil se poetizó y, escribiendo al principio de la mano de Juan Ramón Jiménez y Gerardo Diego, fue encontrando su camino. Un camino con el que descubrió la naturaleza; puso al hombre y la vida humana como centro del mundo; habló sobre amor, soledad, muerte; expresó su forma de ver el mundo, y reflejó sus estados de ánimo y sus compromisos, a veces con tonos cómicos y satíricos. Lucía Megías buceó en un material caótico, lo ordenó y transcribió y mientras lo hacía a veces se descubría interpelando a Sampedro o riéndose y preocupándose con él. La conclusión de su estudio –un texto interesante que contextualiza y valora la poesía– es la mejor invitación para adentrarse en esta antología: “[…] en su poesía está José Luis Sampedro. En estado puro. Con toda su complejidad. Con toda su humanidad. Con todo su compromiso, con su tiempo y consigo mismo. Con toda su genialidad”.

Hubo otras dos personas que remaron a favor de dar forma al libro Días en blanco: David Trías, de Plaza & Janés, y la agente literaria Gloria Gutiérrez. No es fácil tomar la decisión de presentar un material inédito que el autor no publicó en vida, como cuenta la viuda en La trastienda, el texto en el que relata el hallazgo, el periplo de esas páginas y sus impresiones sobre los poemas. Pero la ilusión de esos tres cómplices y la emoción que ella misma había sentido le llevaron a la certidumbre de que, a pesar de que compartía la idea de Sampedro de que él era mucho mejor novelista que poeta, esta obra debía ser compartida. Ella ya conocía parte de su poesía, y el lector fiel a Sampedro probablemente también porque algunos poemas –muy pocos– se incluyeron en libros colectivos y en Escribir es vivir y Ventanas de viento, pero en ese cuaderno viejo había material nuevo incluso para Olga Lucas, fundamentalmente los primeros escritos que datan a partir de 1935 y sus anotaciones durante la guerra civil. “Impresiona leer cómo en plena refriega el joven Sampedro se sigue aferrando a esa búsqueda de sí mismo, de su camino literario, de su arte y filosofía, cómo le impacta el descubrimiento de la naturaleza”. De esa etapa tomamos, para terminar, el poema Cruzarme con el aire, fechado el 26 de octubre de 1936:

Cruzarme con el aire
en los campos abiertos.
Cruzarme con el mar
frente a los cuatro vientos.

Cruzarme con la vida
y encontrarme al amor
en un sendero.
Y dejarlo,
y volver a encontrarlo
en mi recuerdo.

Hacer algo:
lo que sea, pero no esto.