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Prolepsis, de Miguel Á. González

Reconocido con el Premio de Novela Ciudad de Badajoz, este gran libro es un recorrido por la memoria, el fracaso, la mentira y la realidad.

02 de junio de 2023. Estandarte.com

Qué: Prolepsis Autor: Miguel Á. González Editorial: Alrevés Año: 2022 Páginas: 160 Precio: 18 €

Prolepsis es una historia armada sobre las mentiras que dibujan una vida, la de un hombre que quiso y no logró ser campeón del mundo de lucha libre.

Todo lo que hizo o contó fue una no verdad: ni la lucha libre era real, los golpes estaban amañados para no dañar al adversario; ni consiguió atracar un banco; ni Jeremías perdió un ojo por culpa del anzuelo lanzado por un pescador; ni para sus hijos estuvo en la cárcel.

Tampoco eran reales, el césped –de plástico–, o los patos –de madera–, ni el lago –artificial– que adornaban la residencia de ancianos donde terminó su vida. Pero todo parece verdad, tan verdad como para animarle a tirar migas de pan a los patos; pero es mentira, tan mentira como, advierte el narrador, lo fue todo en él.

“La historia de mi padre podría resumirse en las mentiras que lo ayudaban a mantenerse en pie –como los puntales que se colocan en los edificios después de un terremoto o de la explosión de una bombona de butano– y las decisiones erróneas que hacían que la estructura apuntalada continuara tambaleándose”.

Su autor, Miguel Á. González (Madrid, 1982) recurre a la primera persona –la voz del hijo– para narrar recuerdos, hilar relatos y volver a un presente hecho a través de un dificilísimo diálogo entre un hijo y un padre que ha perdido la memoria de su pasado y se mueve a través de retazos que apenas duran unos segundos y que sumergen al hijo en un laberinto de experiencias y remordimientos.

Y lo cuenta a ritmo pausado, cadencioso, desapasionado, conciso, sobrio, jugando con las palabras, con las descripciones, con frases repetidas que marcan el compás de la narración: “Bruno no sabe escribir […] Bruno es aplicado, pero no sabe escribir […] Lo ha intentado todo, pero su mayor problema es que no sabe escribir”, o “Íbamos por el paseo de Santa María de la Cabeza. Yo tenía once años y mi padre acababa de salir de la cárcel y estábamos en el paseo de Santa María de la Cabeza”.

El padre, protagonista de una accidentada vida que pasó de tendero a luchador, a atracador, jugador, e incluso a repartidor por cuenta propia, se llama Augusto, pero prefiere un apelativo más sonoro, Mole o mejor aún, Mastodonte. El hijo responde al nombre de Mina, publicó una novela y dirige un taller de escritura. Los dos –uno lleno de historias, el otro perdido en la nada– comparten las horas de una tarde, frente a los patos. Apenas hablan, solo alguna frase suelta que les une por unos segundos para al momento volver cada uno a su mundo, a encerrarse en el vacío o en la vida.

Ese tiempo pasado en la residencia es el motor que pone en marcha un extraordinaria novela, perfectamente estructurada, que González divide en tres grandes partes: Las despedidas, con ese hombre enorme, de grandes manos, fuerte, silencioso, aventurero que fue Mastodonte como eje central; Los que se van, esto es los muertos, aquellos que desaparecieron como Prince, como su mujer, Aurora o la profesora de ciencias, y también el que se está acercando a ese momento, su padre “Mi padre se está muriendo. Se está muriendo solo, rodeado por desconocidos. Se está muriendo en una residencia de ancianos porque mi hermana y yo hemos decidido que sea así como acabe sus días. Quizás por eso sueño que soy yo el que muere y que subo al escenario disfrazado de Prince y canto delante de todos mis amigos y familiares”.  El libro termina con Los que se quedan, unas páginas, pocas, llenas de dolor, de pesadumbre, de una triste despedida.

Con Prolepsis, este imborrable recorrido por la memoria, el fracaso, la mentira o la realidad, González ha obtenido el XXV Premio Ciudad de Cáceres, un premio que une a otros anteriores como el Café Gijón, el Ciudad de Alcalá, el Fray Luis de León y el Max Aub.

Su obra abarca novela, incluida la negra, y teatro. Con este bagaje que comenzó a construir en 2003 y que como señala la editorial Alrevés en la contracubierta, “intenta sobrevivir ejerciendo como cuentista, cumpliendo con las tres acepciones que emplea el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, en su 23ª edición, para definir dicho término:

  1. Persona que acostumbra a contar enredos, chismes o embustes.
  2. Persona que suele narrar o escribir cuentos.
  3. Persona que por vanidad u otro motivo semejante exagera o falsea la realidad.”

Cuentista o no, González regala al lector una gran historia, llena de historias, muy difícil de olvidar.

 

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