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Otoño, de Ali Smith

Un extraordinario juego entre el hoy y el ayer.

13 de diciembre de 2021. Estandarte.com

Qué: Otoño Autora: Ali Smith Editorial: Nórdica Año: 2020 Páginas: 228 Traductora: Magdalena Palmer Precio: 19,50 € (papel), 8,99 € (eBook)

Otoño, de Ali Smith“Era el peor de los tiempos, era el peor de los tiempos. Otra vez. Es lo que tienen las cosas. Se descomponen, siempre lo han hecho y siempre lo harán, forma parte de la naturaleza.[...]”Así empieza la escritora escocesa Ali Smith este magnífico libro, Otoño, que en sus primeras páginas narra un sueño de aires fantásticos, para luego seguir con un relato que dibuja a grandes trazos un presente –el brexit– al tiempo que se adentra en la vida de Elizabeth, su ayer y su hoy, que vuelve al sueño, que rebusca historias del pasado (la pintora pop Pauline Boty, o la protagonista del escándalo Profumo, Christine Keeler) al compás de la amistad que va creciendo a lo largo de los años entre una niña, Elizabeth Demand, y un anciano de misterioso origen, Daniel Gluck.

Otoño, Cuarteto estacional forma parte de un tentador proyecto que se sitúa en cada una de las cuatro estaciones. Con él, Ali Smith hace gala de un extraordinario manejo del lenguaje, rico e imaginativo, y lo usa con poderosa fuerza para poner en primera fila los problemas de una sociedad desorientada con el resultado de ese referéndum que saca al Reino Unido de la Comunidad Europea: “En todo el país, había júbilo y tristeza. [...] En todo el país, la gente pensaba que era un error. En todo el país la gente pensaba que era un acierto. En todo el país, la gente tenía la sensación de que había perdido. En todo el país la gente pensaba que había ganado. [...]”. Y así continúa durante un largo y realista párrafo en el que va desgranando las amargas o jubilosas sensaciones de la gente, para terminar reconociendo que “En todo el país, el país estaba dividido: una valla aquí, un muro allá, una línea trazada aquí, una línea cruzada allá (…).” Un final que se alarga en una rítmica secuencia que va acortando las frases hasta terminar con un par de palabras reconociendo la enorme división creada frente al otro.

Es una novela hecha de múltiples relatos: el de esa maravillosa amistad, el de una ausencia, el de la burocracia –la pesadilla de renovar un pasaporte o de conseguir cita médica–, el de la inmigración y el rechazo. El de una pintada colorista que da entrada al mundo del arte, del color, de los múltiples tonos, todos brillantes, plasmados en el cuadro pop que Daniel describe a la niña. 

Es también el relato de un cansancio generalizado por una crisis cargada de secuelas. “Estoy cansada de que los gobiernos mientan. Estoy cansada de que a la gente ya no le importe que le mientan. Estoy cansada de que me hagan sentir miedo. Estoy cansada de tanta hostilidad y cansada de tanta pusilanimidad.  // Esto creo que no se dice así, dice Elizabeth. // Estoy cansada de no saber decir las cosas, dice su madre”

Otoño es, sobre todo, el relato de dos personas –la tercera, la madre, tiene un papel secundario, aunque importante como contrapunto a la hija– a las que vamos conociendo y queriendo al compás de sus encuentros, reflexiones, sueños, desencantos y descubrimientos. De él, a través de retazos, sabemos que fue víctima del nazismo, que escribió una canción, que le gusta la pintura, que estuvo enamorado y que vive solo; ella fue creciendo, estudió una carrera universitaria, tiene pareja, es profesora y no es ajena a la angustia y ansiedad de los malos tiempos.

Todo el libro está dominado por las palabras. Son las protagonistas esenciales cuando se narran los diálogos entre Elizabeth y Daniel, unos diálogos creativos, renovadores que, tras el saludo de rigor, “Hola, ¿qué estás leyendo?”, se mueven por los más variados derroteros: la verdad, la mentira, la creación de nuevas expresiones o el uso diferente a su sentido original de algunas voces como collage convertido por Daniel en una carrera múltiple, o bagatela que pasa de ser algo sin importancia a transformarse en un apasionante juego transformador de cuentos y realidades. Y vuelve a hacerlo cuando desgrana cadencias de vocablos (pudientes, clientes, tratantes, galantes, tunantes, errantes, picantes…), un reto para la traducción –estupenda, por cierto, de Magdalena Palmer– y una musical manera de marcar el ritmo de la lectura. Y es que las palabras, explica Daniel, brotan, porque son organismos herbales y verbales (como amapolas) que cuando se renueva la tierra, despiertan y crecen llenas de lozanía.

Ali Smith ha escrito un magnífico libro, que, una vez leído, se puede abrir por cualquier página, para volver a disfrutar de lo que dice y cómo lo dice. Esperamos el resto del cuarteto.

Nota del 23 de noviembre de 2021: El XXIV Premio de Traducción Ángel Crespo ha recaído sobre Magdalena Palmer por su traducción de la obra Otoño, de Ali Smith, publicada en la editorial Nórdica. La Asociación Colegial de Escritores de Catalunya organiza y convoca este galardón, con el patrocinio del Centro Español de Derechos Reprográficos y con colaboración del Gremi d’Editors de Catalunya. El galardón, que rinde homenaje a la figura del gran traductor, poeta y humanista Ángel Crespo (Ciudad Real, 1926 – Barcelona, 1995), está reconocido como uno de los certámenes más prestigiosos del mundo de la traducción por el alto nivel de las obras candidatas de cada año. 

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