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Nada de Nombres, de José Alias

Un novela (casi) negra de un creador polifacético.

17 de julio de 2020. Estandarte.com

Qué: Nada de Nombres Autor: José Alias Editorial: Turpin Editores Año: 2018 Páginas: 216 Precio: 19 €

Nada de Nombres, de José AliasLo del “casi” lo dice el mismo José Alias al comentar su última novela Nada de Nombres en el programa radiofónico de José Luis Cano de Melodía FM. Editada por Turpin Editores, el título Nada de Nombres hace referencia al misterio, a lo negro –o casi negro– de la trama. Tiene también un subtítulo que es más explícito y se refiere sobre todo al contenido y la forma: Diario de las estaciones. En efecto, la novela se divide en cuatro partes y cada una de ellas corresponde a una estación. Se inicia en el verano y acaba en primavera. Rasgos propios de las estaciones como la temperatura o la luz se adaptan al desarrollo como fieles compañeras de viaje.

Pero también el “diario” está incluido en el subtítulo y la novela lo es. Nada de Nombres es el cuaderno de un prejubilado que escribe sobre lo que escribe y deja de escribir. Hay muchos puntos de reflexión sobre la literatura y la práctica de la escritura en este libro. ¿Entonces de dónde le viene la negrura a la novela? Lo negro entra por las ventanas abiertas y por los ojos atentos del protagonista. Lo negro es lo que pasa en la calle si uno quiere mirarlo y deja que lo penetre. En concreto, lo negro –o gran parte de ello– viene de este episodio que se lee en la primera parte, la del verano. Es un fragmento que tiene por protagonista a una entrenadora de delfines en una jornada en la que todo se desarrollaba con aparente normalidad: “El público aplaude como cada mañana, los ayudantes dan pescado a los delfines, el tipo de mis devaneos apura su cerveza y se dirige hacia la salida. Los delfines depositan con suavidad a la animadora en la esquina de la piscina, justo cuando el tipo se vuelve como a cámara lenta y saca una pistola con silenciador del bolsillo para, con un certero disparo entre las cejas, dejar a la animadora llamando a las puertas del cielo. El público aplaude esta parte, sin saber que no estaba prevista en el guión y que la sangre no es maquillaje. En un instante, el hombre ha desaparecido por donde entró”. Tiempo después el narrador, avisado por un vecino, ve un vídeo de esa mañana que alguien había colgado en la red: “Miré las imágenes y volví a verlas de nuevo, una y otra vez, hasta no tener la menor duda: la animadora defenestrada y la vecina del tendedero eran como dos gotas de agua, delfines aparte. No he vuelto a ver más ropa tendida en aquella ventana de enfrente y los periódicos nunca mencionaron el incidente de la piscina”. 

La obra, como suele ocurrir, es parcialmente autobiográfica, al menos en lo que concierne a la parte de la reflexión sobre la escritura. La de las mafias y los tiros y la sangre, no, aunque perfectamente podría encajar en la vida de José Alias. Porque Alias es actor, aparte de novelista, poeta, fotógrafo… Sus encuentros con la ficción vienen por muchos flancos. Como actor ha trabajado en largometrajes de Javier Fesser, Alex de la Iglesia, Milos Forman, Icíar Bollaín y Manuel Gómez Pereira. Igual de numerosas son sus intervenciones en series de televisión como Águila Roja, Los hombres de Paco, Los Serrano y Hospital Central.

Como escritor, en la misma editorial de Nada de Nombres, publicó el año pasado el poemario Entretanto (tu nombre entre mis dedos). De 2016 es la novela cómic Un asunto provisional, ilustrada con dibujos del propio Alias. Mención aparte merece el libro Julio y Carol. Crónica de una amistad (ediciones Mirada Malva) que recoge la relación que le unió de forma un tanto inesperada y fortuita con el que era uno de sus autores favoritos: Julio Cortázar. De él toma una expresión y un recurso, el de escribir en los intersticios, en lugares menos frecuentados para arrojar desde ellos una visión nada dogmática, sino juguetona y saltarina de los caminos que unen la literatura y la existencia.

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