Madres e hijos, de Theodor Kallifatides

05 de febrero de 2022. Estandarte.com

Kallifatides (Mololai, 1938) viaja a Grecia, quiere pasar una semana con su madre. Él tiene 78 años y ella 92. Este libro que, como El asedio de Troya y Otra vida por vivir, publica en España Galaxia Gutenberg, recoge ese viaje con todos los recuerdos que revive y las preguntas que incita. Madres e hijos se alimenta de esos siete días y de las muchas vidas que caben en ellos. Con ese material expone, de forma serena y honesta, sin alharacas y con muchos aromas, sabores y guiños –algunos semánticos–, el amor hacia esa madre que dejó en Atenas cuando emigró muchos años atrás a Suecia.

«Cuando lo concreto se pierde, es reemplazado por los clichés. Por eso debemos dar nuestros testimonios. Por cada recuerdo que se pierde llega un tópico en su lugar. El mundo del cliché es un mundo con amnesia.», apunta el escritor en un momento de la narración. Y eso es lo que hace en esta obra breve, profunda y tranquila: rescatar recuerdos y darles el valor que tienen, que es mucho.

Lo personal tiene en estas páginas una lectura universal: apunta a sentimientos, sensaciones, problemas y herencias que incumben a todos. El carácter migrante de parte de la familia Kallifatides es el punto de partida de interesantes reflexiones que bien valen para la actualidad. La vista hacia atrás recupera conflictos internacionales, situaciones de pobreza y de violencia que a todos afectan. Como también lo hacen los aspectos positivos.

No todo es gris en este libro. Es verdad que subyace una gran sensación de nostalgia en la historia: la edad de sus protagonistas hace que en el ambiente revolotee la sensación de que este podría ser el último encuentro. Pero es una nostalgia con brillo porque viene acompañada de muchas risas y complicidades, generosidad y confianza. Y de mucho amor reflejado en esas charlas en el balcón, en los cafés o en esos motes cariñosos.

«¿Cómo conseguí, a partir de los kurabiés, llegar al problema del hambre mundial?», se pregunta el escritor una mañana en la que su madre prepara esos dulces y él va dejando que en su cabeza unos temas desemboquen en otros. Esto ocurre una y otra vez a lo largo del libro. Todo fluye. Una idea llama a otra, un comentario aviva un recuerdo, un nombre evoca una obra literaria, una expresión remite a un mito. Y siempre subyace un enfoque sensible, culto, curioso y observador.

Este es uno de esos libros que agradecen tener un lápiz o un cuaderno cerca para subrayar o registrar citas, valiosas por su contenido y por su forma (en este punto hay que reconocer también la labor de traducción del griego moderno al castellano de Selma Ancira).

Hilvanado con esas charlas con su madre, con sus paseos y los encuentros con su hermano y amigos, Kallifatides comparte en Madres e hijos un texto que le escribió su padre cuando tenía 82 años sobre el origen de la familia. El escritor dosifica muy bien ese escrito: calla y retoma con sabiduría narrativa ese ‘testamento’; maneja las elipsis y los silencios. A veces los completa con información que le da su madre, otras los deja en el aire.

El tratamiento de ese documento, con mucho y muy interesante detalle histórico, es otra muestra de amor de este libro inolvidable.