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Las tribulaciones de Richard Feverel

La obra de George Meredith, la primera novela moderna, según Virginia Woolf.

10 de julio de 2020. Estandarte.com

Qué: Las tribulaciones de Richard Feverel Autor: George Meredith Editorial: Ático de los Libros Año: 2018 Páginas: 432 Traductora: Claudia Casanova Precio: 29,90 €

Las tribulaciones de Richard Feverel, de George MeredithÁtico de los Libros edita un clásico que hasta el momento no se podía leer en español: Las tribulaciones de Richard Feverel, de George Meredith. Escritor y poeta inglés, George Meredith (Hampshire, 1828-Surrey, 1909) fue uno de los escritores más representativos de la época victoriana y más adelantados a su tiempo, hasta el punto de que Virginia Woolf afirmó de su novela Las tribulaciones de Richard Feverel: “Esta no es otra novela victoriana, sino la primera novela moderna”, subrayando su carácter rompedor. 

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El punto de partida es el siguiente: la mujer de sir Austin Feverel, un científico ilustrado y humanista, lo abandona para fugarse con su mejor amigo, el poeta Diaper Sandoe. Lo abandona a él y a su bebé, dejando al padre como responsable en solitario de la educación del hijo. Sir Austin diseña entonces para su vástago un ambicioso método educativo que llevará a Richard –ese es el nombre del bebé y del protagonista– a la perfección. Este sistema consiste en supervisar todos los aspectos de su vida y, sobre todo, en prevenir que tenga ningún contacto con el sexo femenino hasta los veintiún años, edad a la que sir Austin elegirá a su mujer.

A pesar de que Richard crece aislado de la civilización en la abadía de Raynham, situada en una pequeña aldea de la campiña inglesa, a los dieciocho años, practicando remo en el río, conoce a Lucy, una joven lechera del pueblo vecino, huérfana de un coronel y sobrina de un granjero. Ambos se enamoran inmediatamente y comienzan a encontrarse a escondidas.

La novela invierte con este argumento el planteamiento clásico de cuentos infantiles como Rapunzel, en el que una bruja convertida en madrastra intenta proteger a su hija mediante el aislamiento. Pero quizá la mayor innovación vendría del lado del tratamiento del lenguaje. Cuando en 1859 se publicó Las tribulaciones de Richard Feverel, los lectores descubrieron una prosa nueva, que abordaba de forma literaria, pero abierta y sin tapujos la sexualidad. Necesitaron un tiempo de digestión. En aquella época, el éxito de un libro dependía en gran parte de la cantidad de ejemplares que compraran las bibliotecas privadas (que luego cobraban a sus socios). La principal de ellas, Mudie's, se negó a comprarlo por miedo a la reacción de los lectores más conservadores, cancelando su pedido de trescientos ejemplares. “Estoy vetado en todos los salones decentes”, dijo el propio Meredith, cuya editorial, Chapman & Hall, se negó a reeditar el libro durante veinte años.

A pesar de las presiones, Meredith se negó en todo momento a rebajar el tono del libro. A partir de 1880, el creciente interés del público forzó una cadena de reimpresiones que hizo que el autor gozara del merecido reconocimiento en vida: Meredith fue nombrado presidente de la Sociedad de Autores Británicos y, en 1905, fue galardonado con la Orden al Mérito por el rey Eduardo VII. Su novela Las tribulaciones de Richard Feverelse convertiría en una de las pocas publicadas en las cuatro grandes colecciones de clásicos del mundo anglosajón: Everyman’s Library, American Library, Oxford’s World Classics y Penguin Classics.

Además de por todo lo anterior, la novela de Meredith permite conocer algo –e intuir más– de la biografía de su autor: al igual que le ocurre a sir Austin, George Meredith fue abandonado por su primera mujer, que huyó con un pintor, en vez de con un poeta, como le ocurre al padre en la novela. Otra curiosidad es que la colección de aforismos titulada Los escritos del peregrino que escribe sir Austin en la novela fue publicada en realidad por el propio Meredith bajo el mismo título. Pero aparte de las consideraciones personales, Las tribulaciones de Richard Feverel constituye uno de los análisis críticos más incisivos de las costumbres y actitudes del siglo XIX y una reflexión intemporal sobre las relaciones padre-hijo y la educación de las nuevas generaciones que sigue vigente hasta la actualidad.

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