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La bibliotecaria de Auschwitz

Antonio G. Iturbe y la extraordinaria historia de Dita Kraus.

27 de enero de 2015. Estandarte.com

Qué: La bibliotecaria de Auschwitz Autor: Antonio G. Iturbe Editorial: Planeta Año: 2012 Páginas: 488 Precio: 19,90 €

Antonio G. Iturbe encontró una gran historia ocurrida en el campo de concentración de Auschwitz y la convirtió en novela: La bibliotecaria de Auschwitz. Cuesta creer que en medio de aquel horror, aquella destilación de la barbarie nazi pudiese existir una pequeña biblioteca en la que los niños leían y aprendían a pocos metros de la muerte. La biblioteca tenía solo ocho libros, pero fueron suficientes para devolver parte de su dignidad a un puñado de personas.

Hoy sabemos, gracias al testimonio de Dita Kraus, “la bibliotecaria de Auschwitz”, recogido por Antonio G. Iturbe, que esos ocho libros eran los siguientes:

Atlas universal
Breve historia del mundo, de H. G. Wells
Gramática rusa
El conde de Montecristo, de Dumas
Tratado elemental de geometría
Las aventuras del bravo soldado Svejk, de Jaroslav Hašek
Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica, de Sigmund Freud
Novela rusa sin cubierta (sin identificar)

 

Lo que La bibliotecaria de Auschwitz nos propone es ver por dentro la vida cotidiana en el peor campo de exterminio nazi de la Segunda Guerra Mundial, desde la insólita perspectiva de una niña que empieza su adolescencia. Algo así como la historia que hubiera podido protagonizar Ana Frank de haber sobrevivido, en palabras de Sergio Vila-Sanjuán.

Dita Kraus (Dita Adlerova en la novela) llegó, junto a sus padres, al Campo Familiar de Auschwitz-Birkenau (un campo especial para familias checas judías deportadas desde el gueto de Terezín). Allí, un judío, el instructor de juventud Fredy Hirsch, había recibido el encargo de reunir a los niños en un barracón de juegos para que no estorbasen a los adultos durante la jornada de trabajo. Pero Fredy convirtió ese barracón, el Bloque 31, en una escuela clandestina. Así lo cuenta Antonio G. Iturbe: Algunos no lo creyeron posible, pensaron que Hirsch era un loco o un ingenuo: ¿cómo va a ser posible escolarizar a los niños en un brutal campo de exterminio donde todo está prohibido? Y él sonreía. Hirsch siempre sonreía enigmáticamente, como si supiera algo que los demás desconocían. No importa cuántos colegios cierren los nazis, les contestaba. Cada vez que alguien se detenga en una esquina a contar algo y unos niños se sienten a su alrededor a escuchar, allí se habrá fundado una escuela.

Hirsch logró reunir un puñado de libros y formar una biblioteca secreta. Dita fue la bibliotecaria encargada de repartir los libros a los profesores, recogerlos, cuidar de ellos y esconderlos al final del día.

Una vez más, la realidad nutre a la ficción, creando historias que cuesta creer…

Antonio G. Iturbe (Zaragoza, 1967) creció en el barrio portuario de Barcelona y se licenció en Ciencias de la Información en la Universidad Autónoma de Barcelona. Lleva veinte años dedicado al periodismo cultural. Ha sido coordinador del suplemento de televisión de El Periódico, redactor de la revista de cine Fantastic Magazine y trabaja desde hace dieciséis años en la revista Qué Leer, de la que actualmente es director. Ha colaborado, entre otros medios, en las secciones de libros de Protagonistas, Ona Catalana, La Cope o ICat FM y en suplementos de cultura de diarios como La Vanguardia o Avui. Ha publicado las novelas Rectos torcidos y Días de sal, y es autor de la serie de libros infantiles «Los casos del Inspector Cito», publicada en seis países.

 

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