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El pequeño estudio de los recuerdos perdidos, de Sanaka Hiiragi

La importancia de la memoria, la bondad de corazón y las elecciones que hacemos en la vida.

19 de junio de 2025. Mariola Díaz-Cano Arévalo

Qué: El pequeño estudio de los recuerdos perdidos Autora: Sanaka Hiiragi Editorial: Grijalbo Año: 2024 Páginas: 200 Precio: 18,90 €

El pequeño estudio de los recuerdos perdidos es otro de esos títulos que destacan por su especial sensibilidad y tono entre evocador y fantástico que distingue a la literatura oriental, tan de moda en estos últimos tiempos. En esta ocasión su autora es una escritora japonesa que ha sabido concebir una historia muy particular para hacernos reflexionar. Y no le han hecho falta muchas páginas.

El pequeño estudio de los recuerdos perdidos es una novela de tono mágico y espíritu conmovedor que destaca la importancia de lo que significan la memoria, la bondad de corazón y las elecciones que hacemos en la vida.

De pocos personajes, pero con gran trasfondo y filosofía, la historia nos lleva a un espacio de mundos y estados que se mueven entre la vida y la muerte. Todo para enseñarnos qué puede suponer una existencia. Un título a medio camino entre la novela feel good (o para sentirse bien) y un toque de atención tan reflexivo como emocional.

 

El pequeño estudio de los recuerdos perdidos — Sinopsis

El protagonista de esta novela es Hirasaka, que regenta un estudio de fotografía en un espacio indeterminado situado en un lugar justo después de la muerte pero antes del paso definitivo hacia el otro mundo. Recibe a quienes llegan y antes de que abandonen ese lugar de paso, los invita a una taza de té y le da una pila de fotos de su historia vital para que escojan una por cada año que han vivido antes de marcharse en ese último viaje.

Además, tienen también la oportunidad de viajar al pasado como fantasmas para fotografiar o escoger un momento especial de su existencia. Después Hirasaka compone las imágenes en un proyector para que puedan ver una vez más sus recuerdos.

Son tres los visitantes que conocemos: Hatsue, una anciana que en 1949 fundó su propia guardería entre las ruinas del Tokio de posguerra; Waniguchi, un hombre que trabajaba en un taller tapadera de la Yakuza, la mafia japonesa, y que ha muerto violentamente; y Mitsuru, una chica, casi una niña, que sufrió un trágico final y que encontrará en el estudio de Hirasaka la clave para cambiar el rumbo de su existencia, pero también contestar la pregunta que el propio Hirasaka lleva haciéndose todo el tiempo que lleva en ese estudio: cómo o por qué ha perdido sus propios recuerdos.

 

El pequeño estudio de los recuerdos perdidos — Nuestra valoración

La afición de Sanaka Hiiragi por la fotografía queda bien patente tanto en el título como en la esencia de esta novela, ya que su protagonista regenta ese estudio y es un gran experto en cámaras. Pero hay que hacer una apreciación en cuanto al título original, que, en realidad, se refiere a esas linternas orientales tan características que pueden reflejar imágenes, el proyector que usa Hirasaka para componer esas fotografías de momentos que son los recuerdos elegidos de sus visitantes.

La cuestión es que Hirasaka no tiene ninguno de su vida, pero eso no parece importunarlo o afectarlo demasiado. Simplemente se ha acostumbrado y se dedica a hacer lo más llevadero posible, incluso agradable, un trance que sorprende a todos los que llegan a su estudio. Solo la historia de la pequeña Mitsuru termina dando la clave a los lectores, que no a Hirasaka, que se quedará sin saber de sus recuerdos. Nosotros sí veremos, conmovidos, por qué no ha podido conservarlos.

En definitiva, una lectura distinta que apela a la importancia de nuestros actos para cambiar la vida o la muerte propias o de quienes nos rodean.

 

Sanaka Hiiragi, autora de El pequeño estudio de los recuerdos perdidos

Sanaka HiiragiNacida en 1974 en la prefectura de Kagawa, se crio en la prefectura de Hyogo y en la actualidad vive en Tokio. Estudió Literatura y Enseñanza del japonés y después de trabajar en el extranjero durante siete años como profesora de su lengua materna, su primera novela ganó el 11º premio Hidden Gem.

Es muy aficionada a las cámaras, la fotografía y los kimonos.

 

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