El devorador de calabazas

04 de septiembre de 2014. Estandarte

El curso empieza apetitoso para los lectores más exigentes. Una de las novedades con pinta más sabrosa la presenta, cómo no, una de las editoriales que nos tienen más acostumbrados a los textos de altura publicados con mimo: Impedimenta, que inicia septiembre con la novela El devorador de calabazas, de Penelope Mortimer.

Traducida por Magdalena Palmer, El devorador de calabazas nos acerca la historia de la señora Armitage. Después de cuatro matrimonios desiguales con todo tipo de hombres, unos más ingenuos y otros experimentados en el engaño —no muy alejado de la biografía de Penelope Mortimer—, la señora Armitage considera que traer hijos al mundo es algo que se le da bien: ya tiene unos cuantos, pero quiere más, porque la maternidad es lo que le permite considerarse importante. Sin embargo, su actual marido —Jake Armitage, un guionista con éxito y sin rumbo— no está de acuerdo con sus intenciones: para Jake, impedir que nazca un nuevo bebé es lo único que permitirá que su matrimonio continúe su buen rumbo.

Penelope Mortimer despliega en El devorador de calabazas un catálogo de traiciones: el autoengaño, la adulteración de los propios sueños y los propios recuerdos, la rendición... En la lucha brutal entre Jake Armitage y su mujer, que se presenta a la vez como campo de batalla, víctima y ejecutora, late a la vez una guerra de sexos y el proceso por encontrar la piel en la que sentirse cómodo.

Edna O’Brien afirmó que todas y cada una de las mujeres que conozco deberían leer este libro. Penelope Mortimer (Rhyl, 1918 - Kensington, 1999) se casó con Charles Dimont, un periodista con el que tendría dos hijas, además de otras dos hijas fuera del matrimonio, con dos hombres diferentes. Estando embarazada de su última hija conoció a John Mortimer, escritor y abogado, con el que se casaría en 1949. Ambos tendrían frecuentes líos extramatrimoniales, reflejados en novelas como Daddy’s Gone A-Hunting (1958) o la propia El devorador de calabazas, que se adaptó a la pantalla con guion de Harold Pinter. Aunque se divorciaron en 1971, Penelope Mortimer conservó el apellido.