Cosas transparentes, de Vladimir Nabokov

09 de agosto de 2012. Estandarte.com

Anagrama suma un título más a la biblioteca que honra en su catálogo la obra de Vladimir Nabokov: en esta ocasión se trata de Cosas transparentes, su penúltima novela, que la editorial califica de 'tour de force' literario, y que Martin Amis consideró misteriosa, siniestra y hermosamente melancólica.

Vladimir Nabokov narra en Cosas transparentes —a la venta en septiembre— la historia de Hugh Person, un joven editor norteamericano que realiza varios viajes a Suiza a lo largo de los años. Una última incursión al país europeo, esta vez para recoger el cadáver de su padre, ejerce como magdalena proustiana y le permite recordar otros viajes y —como no podría ser de otra manera en Nabokov— enfrentarse con mayor o menor fortuna a sus propios fantasmas.

¿El resultado de esos viajes evocados? Hugh Person se enamorará, se casará, se verá implicado en un asesinato, será encarcelado, se abandonará en un periodo de locura e indagará en los enigmas de su pasado. Cosas transparentes es una novela corta de comicidad perversa e intenso lirismo, que utiliza múltiples voces narrativas y mezcla sueños y recuerdos para reconstruir la agitada —y angustiada— vida de su protagonista.

Publicada en 1972 —la primera edición española es de 1985—, entre esa obra maestra que es Ada o el ardor y los relatos de Una belleza rusa, el escritor Juan Bonilla la considera una de las novelas preferidas de los nabokovianos, como una especie de puerta secreta, solo para los muy hinchas.

Sobre Vladimir Nabokov, por supuesto, nada que añadir: la ruta de su vida se inició en San Petersburgo en 1899, abandonó su país en 1919 —a consecuencia de la revolución rusa—, estudió en Cambridge y comenzó a publicar en Berlín, saltó a París y en 1940 se exilió casi definitivamente a los Estados Unidos, donde trabajó como profesor universitario de literatura. El éxito de Lolita, su novela más popular, le permitió centrarse en la escritura y establecerse junto a su esposa en la ciudad suiza de Montreux, donde falleció en 1977. Mientras tanto, Pnin, Habla, memoria, Pálido fuego... Méritos que no resultaron suficientes, según el jurado del Premio Nobel de Literatura, para concederle el galardón.