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Belén Rubiano y su Rialto, 11
Una historia de amor a los libros, de la autora en su librería.
06 de octubre de 2020. Estandarte.com
Qué: Rialto, 11 Autor: Belén Rubiano Editorial: Libros del Asteroide Año: 2019 Páginas: 240 Precio: 17,95
Esta es una historia bonita y entretenida; alegre y triste a la vez. Trata sobre el amor a los libros. El que siente la autora, Belén Rubiano, desde que era una niña y que le llevó a perseguir el sueño de tener una librería. Es bonita como lo suele ser, en algunos momentos, todo lo relacionado con el amor. Este se descubre desde las primeras páginas en las que Rubiano (Sevilla, 1970) recuerda cómo aprendió a leer, sus primeras lecturas –qué estimulante es el juego de conocer a alguien por las historias y autores que le atrapan– y cómo fue dándole forma a la idea de trabajar entre libros y hacerlo desde una librería, después de descartar ser editora y escritora. Afortunadamente esto último no lo ha cumplido.
Rialto, 11 es su primera obra. Belén Rubiano ha colaborado en radio y revistas especializadas como crítica y prescriptora literaria; tiene estudios de psicología, filosofía, cine y fotografía y reconoce, según cuenta la presentación que de ella hace Libros del Asteroide, “que su única constancia hasta la fecha ha sido la lectura”. En los últimos años le preguntaban a menudo cuándo publicaría; hasta ahora –según comenta– no tenía una historia que contar ni tiempo para escribirla.
Rubiano comparte su aventura en dos partes: la primera es su incursión en el mundo librero a través de su desembarco en el negocio de otra persona y la segunda está dedicada a su librería: desde la elección del local, el contrato de alquiler o la relación con distribuidoras y editoriales, con sus clientes (con esos que llegaron a convertirse en amigos y con los que cuanto más lejos estuvieran, mejor), con los que pasaban por allí, con escritores… A buen ritmo, la autora cuenta en breves capítulos de certeros títulos todo tipo de circunstancias y anécdotas: algunas provocan la risa: otras, la rabia y la impotencia. Los personajes con los que las vive están perfilados con breves pinceladas, pero suficientes para darles vida y ayudar a redondear estas escenas de carácter autobiográfico con los libros como telón de fondo.
Decíamos al principio que esta es una historia a la vez alegre y triste. ¿Cómo no iba a ser alegre si Rubiano realizó su sueño? Regentó una librería y reconoce que fue feliz en ella. Pero también es triste: Rialto cerró. No desvelamos nada: lo anuncia el subtítulo: Naufragio y pecios de una librería; además, en la primera línea ya habla de su librería en pasado y poco después, pero todavía en esa presentación en la que se gana la complicidad y confianza del lector, adelanta el fin. Lo hace con una reflexión interesante: “Se anhela lo que nunca se ha tenido y se añora lo que se tuvo y se perdió. Hay tanta buena suerte en todos los rincones del verbo añorar que si la juventud no está para arruinarte por pagar su uso, no sé para qué otra cosa puede valer. De verdad que no”. De vez en cuando deja caer a lo largo de la narración frases de este tipo que te regalan una buena excusa para darle vueltas a la cabeza, como esa vez en la que relaciona ser encantadora con la falta de coraje.
Pero volvamos sobre el final triste: aunque se sabe desde antes de comprar el libro, cuando ocurre y la librera se aleja del local que ya no es su librería, a uno se le pinza un poco el estómago. Es una buena señal de que esa empatía que Rubiano se ganó contando su descubrimiento de la lectura (cuando consiguió descifrar los “caracteres esotéricos” de una revista) no la ha perdido en el camino.
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