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Por qué he robado y otros escritos

Pepitas de calabaza edita las confesiones de un anarquista consecuente.

01 de julio de 2020. Estandarte.com

Qué: Por qué he robado y otros escritos Autor: Alexandre M. Jacob Editorial: Pepitas de calabaza Año: 2018 Páginas: 268 Traducción del francés: Javier Rodríguez Hidalgo Precio: 13 €

Por qué he robadoEl francés Alexandre M. Jacob (1879- 1954) ha sido uno de los más célebres bandidos de todos los tiempos. Una extraña versión anarquista de Robin Hood que robaba a los ricos –a los parásitos, en su idioma, entre los que incluía empresarios, jueces, militares y la curia– y lo repartía entre sí mismo, los suyos –una especie de banda que se hacían llamar “los trabajadores de la noche”–  y la causa anarquista. Tuvo lo que se llama una vida de película, de película y de novela, pues su peripecia ha servido de inspiración a personajes como Arsenio Lupin, creado por Maurice Leblanc, o al escritor Georges Darien en su libro El ladrón.

Ahora, la editorial riojana Pepitas de calabaza publica, en renovada segunda edición, Por qué he robado y otros escritos, una selección de textos firmados por Jacob que ofrecen una visión clara de la clase de hombre que era y de los motivos que impulsaban su actividad. Sus explicaciones, como sus actos, siguen su propia lógica y son consecuentes. Constituyen, por el mismo motivo, un cóctel molotov arrojado contra los dogmas asimilados sin atisbo de crítica, contra opiniones que se dan por supuesto sin aceptar el más mínimo cuestionamiento, contra el vértigo de las preguntas incómodas o indebidas. ¿Robar está siempre mal? ¿O depende de la situación? ¿O depende del actor? ¿O depende de la cantidad? ¿Depende entonces de algo, y no siempre está mal, o no depende de nada y siempre es reprochable? Entre los  argumentos de Jacob: “[...] Antes que verme enclaustrado en una fábrica, como en una cárcel, antes que mendigar aquello a lo que tengo derecho, he preferido sublevarme y combatir metro a metro a mis enemigos, haciendo la guerra a los ricos, atacando sus bienes. Cierto, puedo concebir que ustedes habrían preferido que yo me sometiera a sus leyes; que, como obrero dócil y acobardado, hubiera creado riquezas a cambio de un salario irrisorio y, cuando mi cuerpo estuviese gastado y mi cerebro embrutecido, me hubiera ido a morir a una esquina de la calle. Entonces no me llamarían «bandido cínico», sino «honrado trabajador». Valiéndose de la adulación, ustedes me habrían otorgado incluso una medalla al trabajo. Los curas prometen un paraíso a sus estafados; ustedes son menos abstractos y por eso ofrecen un trozo de papel mojado. Les agradezco mucho tanta bondad y tanta gratitud, señores. Prefiero ser un cínico consciente de sus derechos que un autómata o una estatua[...]”. También prefirió vivir siempre libre, a su aire, y morir de la misma manera antes de que la enfermedad, la demencia o el deterioro lo cazaran: Jacob se suicidó el 28 de agosto de 1954 en Bois-Saint-Denis, donde residía.

Los textos que en Por qué he robado y otros escritos aparecen recogidos son narraciones, cartas y declaraciones seleccionados tras el importante trabajo de recopilación de los textos de Jacob que realizó la editorial L’Insomniaque, en 2004. Ese año, la casa francesa publicaba la que todavía es la compilación de escritos más exhaustiva de Alexandre Marius Jacob: Écrits. Nouvelle édition augmentée. “La obra iba acompañada de un disco compacto con diferentes dramatizaciones de la vida de Jacob y de un buen puñado de canciones de «las clases peligrosas» –explican los responsables de Pepitas de calabaza en el capítulo A propósito de esta edición, que hace las veces de prólogo del libro–. Y continúan: “La selección que ahora presentamos ha sido realizada de entre los textos recogidos en ese inmenso volumen y la idea que nos ha guiado no ha sido otra que la de acercar al lector en castellano la personalidad de Jacob a través de sus textos más emblemáticos, recogiendo los pasajes que más valor documental tienen para conocer su peripecia vital, pero sin encaramarlo a falsos altares”. No quieren héroes, pero tampoco quieren villanos. Tampoco buenos ni malos, ni discursos binarios que no ayudan más que a perpetuar consideraciones simplistas que en vez de ayudar a comprender solo ayudan a atacar.  

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