El cantante de Iron Maiden: autobiografía

12 de marzo de 2020. Estandarte.com

Iron Maiden, la que para muchos es la banda de heavy metal más grande de todos los tiempos, está de gira de nuevo. Su recorrido llevará a Bruce Dickinson y a los suyos por 39 países. Por España, concretamente en el Wanda Metropolitano de Madrid, anduvieron el pasado julio de 2018. Dickinson es uno de los cantantes y compositores más emblemáticos del mundo. Sin embargo, además de ser un vocalista mítico para varias generaciones, Dickinson es muchas otras cosas: comandante de líneas aéreas, empresario de aviación, conferenciante experto en motivación, cervecero, locutor de radio, guionista de cine y hasta esgrimista de fama internacional. Con toda esa vida y todas esas ocupaciones, normal que ahora también sea narrador de su propia existencia. Acaba de presentar su autobiografía, titulada ¿Para qué sirve este botón? y editada por Cúpula.

La pregunta sale de uno de los relatos de conciertos memorables que guarda el libro. Fue en Río y Dickinson lo recuerda con estas palabras: “Jamás había actuado, y probablemente nunca más lo haga, ante una multitud tan grande como la de Río. Parecía desaparecer más allá del horizonte, más allá del colorido fondo vagamente iluminado que se perdía en la negrura. El subidón de adrenalina al salir fue inmenso, como una docena de salidas olímpicas de 100 metros en una sola. Toda esa gente, toda esa emoción, y… el sonido fue horrible”. Dickinson tuvo entonces un enfrentamiento con el ingeniero. “Agité los brazos, atrapado entre la espada y la pared. No puedes colocarte enfrente de trescientas mil personas y hacer una prueba de sonido (…) Mi enfado aumentó cuando traté de comunicarme con el ingeniero que estaba a un lado del escenario. Acalorado y nervioso, me saqué de un tirón la guitarra por encima de la cabeza y me abrí la frente con el borde de madera. Mi cabeza sangraba abundantemente cuando me acerqué a la mesa del monitor. El ingeniero vio la sangre y pareció horrorizado.

–¡Maldita sea, arregla el sonido! ¡No te quedes ahí pasmado! –grité–. ¿Para que sirve este botón?

Supongo que debía parecer un lunático delirante, que es lo que era en aquel momento. Para demostrar algo, aplasté mi guitarra sobre la mesa de mezclas y partí el mástil por la mitad.

–¡ARRÉGLALO! –grité.

El sonido no mejoró, así que tiré todos los monitores de cuña del frente del escenario. A las masas les gusta este tipo de cosas; piensan que es parte del espectáculo. A veces puede serlo, pero otras veces no lo es”. En este caso no lo era: el enfado era un buen enfado, el sonido era un mal sonido y la sangre era sangre de verdad “que queda genial en la tele”. Eso le dijo alguien tras sugerirle, de parte del manager, que la apretara para que sangrara más.

El relato termina con un Dickinson ya calmado, volviendo en avión, y pensando:  «Qué vida tan jodidamente extraña es esta».

Había comenzado en el 81 cuando su existencia se ligó a la del grupo. No estaba en su origen, sino que Dickinson sustituyó al anterior cantante Paul Di’Anno por desavenencias con el grupo. A partir de ahí conciertos, giras, éxitos y una larga historia de más de treinta años como vocalista y líder de Iron Maiden a lo largo de los cuales el grupo ha vendido más de 90 millones de álbumes y ha actuado en más de 2.000 ocasiones en todo el mundo, espectáculos que se han convertido en las actuaciones de rock de mayor éxito de todos los tiempos.

Esa parte de su vida es el cogollo de ¿Para qué sirve este botón?, pero las 400 páginas de memorias dan para repasar también otros episodios vitales; desde las explosivas hazañas de su excéntrica niñez a la filosofía de la esgrima, pasando por la experiencia brutal de pilotar un Boeing o su firme victoria contra el cáncer.

Publicadas con gran éxito en Gran Bretaña, Estados Unidos, Dinamarca, Noruega, Suecia, Finlandia, Alemania, Bulgaria y Brasil, el libro llega a hora a España, de la mano de Cúpula, con la montaña rusa de experiencias vitales de quien es un auténtico icono vivo del rock y del heavy.