La sinfonía de los animales, Dan Brown

02 de septiembre de 2021. Estandarte.com

Tras éxitos de ventas y de lectores repartidos por todo el mundo con novelas como El código Da Vinci o Ángeles y demonios, Dan Brown (Exeter, Nuevo Hampshire, Estados Unidos, 1964) se estrena en el campo de la literatura infantil con La sinfonía de animales, que edita Planeta bajo el sello Baobab. Se trata de un álbum ilustrado, recomendado para lectores a partir de tres años, en el que ha contado con la complicidad de Susan Batori, ilustradora y diseñadora gráfica húngara.

Brown siente pasión por la música y por los libros desde que era pequeño y –sin televisión por decisión de sus padres– pasaba horas y horas tocando el piano y sumergido en cuentos, como recuerda en su página web.

Su intención con La sinfonía de los animales es compartir y contagiar ese amor con un álbum que tiene como protagonista a la música y a un ratón, el Maestro Mouse, como guía por la aventura. Maestro Mouse es el director de la orquesta y junto a él estarán unos jabalís danzarines, un avestruz ansioso, una gran ballena, unos gatos algo torpes, un grillo cantante… Con ellos, como adelanta la sinopsis, “cada página es una nueva historia con un mensaje positivo, fábulas para aprender el valor de la amistad. El libro aborda temas como la compasión, la paciencia, el respeto o la confianza en uno mismo”.

Estos personajes se dan a conocer no solo por los simpáticos y divertidos trazos de Batori; además, Brown les ha adjudicado, según sus formas de ser, una música compuesta por él mismo. El cuento tiene –y esta es una gran singularidad– banda sonora. Son 21 piezas de música clásica compuestas por el escritor e interpretadas por la Orquesta del Festival de Zagreb de Croacia y que constituyen el álbum Wild Simphony (Parma Recordings), disponible en las principales plataformas digitales. Al libro está asociada una aplicación digital que utiliza la realidad aumentada y permite, con solo pasar la cámara de un teléfono móvil por la página, que suene la sinfonía correspondiente a esa página.

En otra confesión sobre sus intereses de la infancia, Brown reconoce su debilidad por secretos y códigos (a nadie le sorprenderá a la luz de su trayectoria literaria) y de eso también hay un poco en este álbum donde se ocultan animales, unas letras desordenadas esconden pistas y se reta a resolver enigmas. Pero, sobre todo, hay música, mucho por amor por la música.