El pequeño cuidador de insectos

12 de diciembre de 2020. Estandarte.com

Los insectos necesitan un Cuidador, alguien que maneje la Aguja Sanadora y les cure cuando están en apuros. En su cabaña del bosque, el Cuidador recibe a los seis patas como lo hacen los médicos de familia con los humanos en los centros de salud. Todos confían en él, incluso la Aguja, que tiene algo de mágica. Este es un oficio que se transmite de padres a hijos desde hace cientos de miles de años.

Lo deja claro la historia de Nastasia Rugani: “el primer ser vivo que tuvo que curar a un insecto fue un niño.” Y, como en las monarquías, la potestad es hereditaria y, como en algunas monarquías, tiene prioridad el varón. Así que cuando el Cuidador de Insectos de este libro decide jubilarse le da el testigo –la Aguja– a su hijo menor, Noc, que siente fobia por los bichos, mientras su hermana mayor, Lulú, sí tiene buena mano para el tema. Pero la tradición es la tradición.

De ahí parte esta historia, en la que esta escritora especializada en literatura infantil y juvenil y afincada en Francia –y a la que sí le gustan los insectos– narra con un estilo fluido, cercano y amigable la “coronación” y los primeros pasos de ese desafortunado nuevo Cuidador. De expresivas descripciones y simpáticos guiños, juega muy bien la baza de la personalización de los bichos, como también lo hacen las simpáticas y entrañables ilustraciones de Charline Collette, que recrea en los seis patas –sin obviar rasgos que identifican las especies– expresiones y posturas muy humanas: de enfado, asombro, temor… Son también realmente bonitos y delicados sus dibujos de flores y plantas.

Este delicioso libro (“para niños que ya prefieren leer solos”, según su editora, Nórdica), a través de esa trama, aborda el tema del miedo, no solo a lo tangible (como pueden ser los insectos), sino también a no cumplir con las expectativas que los otros se han creado sobre uno. Se trata también de una forma sutil e inteligente el asunto de la igualdad entre géneros, cuestionando el hecho de que tenga que ser él y no ella quien ostente un cargo que no desea y para el que no está capacitado. Sus virtudes son otras, y también se mostrarán –gracias a él, se valoran cuestiones como la buena educación o la lectura–.

Entretenido, tierno, evocador y en cierto sentido reivindicativo –por eso de atreverse a cambiar lo establecido–, El pequeño cuidador de insectos es una recomendable y agradable lectura y uno de esos libros en los que se disfruta buceando entre los detalles de las imágenes, como uno puede intuir desde que mira la prometedora portada de este ejemplar de pequeño formato (12,5 x 18 cm).