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El inicio de 'Alicia en el país de las maravillas'

La misteriosa novela de Lewis Carroll cumple 150 años.

11 de octubre de 2024. Estandarte.com

Qué: El principio de Alicia en el país de las maravillas. Autor: Lewis Carroll.

El inicio de Alicia en el país de las maravillas

Más de 150 años después de la publicación de Alicia en el país de las maravillas, esa novela de Lewis Carroll que fascina a los más pequeños y perturba a los lectores con cierto recorrido. Ha inspirado películas, series de televisión, canciones, óperas... y nos ha dado mucho que pensar.

La historia de las aventuras de Alicia, la niña que cae por una madriguera y descubre un mundo de fantasía, se publicó en la editorial británica Macmillan el 26 de noviembre de 1865. Aquella primera edición se acompañaba con una serie de hermosas ilustraciones a cargo de John Tenniel.

Para conmemorar esos primeros 150 años de Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll, compartimos con nuestros lectores su inicio. Hemos escogido la traducción de Manuel Garrido para Cátedra, publicada en 1992.

«Alicia empezaba a cansarse de estar allí sentada con su hermana a orillas del río sin tener nada que hacer. De vez en cuando se asomaba al libro que estaba leyendo su hermana, pero era un libro sin ilustraciones ni diálogos, “y ¿de qué sirve un libro —se preguntaba Alicia— que no tiene diálogos ni dibujos?

Estaba la niña dándole vueltas en la cabeza (y eran unas vueltas muy lentas porque el calor de aquel día de verano le producía una extraña somnolencia) a la idea de ir a por margaritas para tejer con ellas una guirnalda de flores, sopesando el esfuerzo que le costaría cogerlas, cuando de pronto un conejo blanco con grandes ojos rosados se cruzó ante ella.

En realidad no había nada de extraño en ello y Alicia no se sorprendió ni siquiera cuando le oyó decir:

—¡Ay, Dios mío, qué tarde se me está haciendo!

Y aunque más tarde, al recordarlo, le chocó que no le hubiera sorprendido, lo cierto es que en aquel momento le pareció de lo más natural. Y fue entonces cuando el conejo sacó un reloj de bolsillo de su chaleco para consultar la hora, antes de echar a correr de nuevo, y sólo entonces se dio cuenta la niña de que nunca había visto un conejo con chaleco ni, mucho menos, con reloj de bolsillo. Alicia se levantó de un brinco y, muerta de curiosidad, corrió por la pradera hacia el lugar donde se encontraba el conejo, y llegó justo a tiempo de verle desaparecer por una gran madriguera que se abría al pie de un seto.

Y no tardó Alicia en seguirle, sin pararse a pensar cómo se las arreglaría para salir de allí.»

 

 

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