El listo que todo lo sabe ataca de nuevo

18 de octubre de 2022. Estandarte.com

¿Por qué los leotardos se llaman leotardos? Pues porque un artista circense pidió que le confeccionaran una especie de malla de lana que se ciñera al cuerpo desde la cintura para abajo. Quería ganar elasticidad. El artista se llamaba Jules M. Léotard. La prenda tomó su nombre.

¿Qué tiene que ver Charles Cunningham Boycott con un boicot? Pues que lo sufrió en sus propias carnes. Era administrador de fincas en un condado irlandés; se negó a mejorar las condiciones de los granjeros; estos presionaron y el propietario de los terrenos terminó perdiendo mucho dinero.

¿Murciégalo o murciélago? Comenzó siendo murciégalo y, por metátesis, el término proveniente del latín se transformó en el más utilizado hoy día: murciélago.

¿Qué es crenchar?, ¿y prónuba?, ¿qué tiene que ver dar el pego con los trucos de cartas? Estas y otras muchas otras curiosidades se resuelven en el libro El listo que todo lo sabe ataca de nuevo. Palabras y palabros.

Su autor es Alfred López: «un enamorado de las palabras y los palabros. De las de reciente creación y de las que ya no recuerdan ni los más mayores del lugar. Me encanta buscar y rebuscar en el diccionario para encontrar vocablos que significan cosas cotidianas a las que llamamos de otra manera. Sorprenderme y emocionarme al leer viejos libros que contienen cultismos o arcaísmos que ayudan a enriquecer mi vocabulario», como se describe en la presentación del volumen.

Es un coleccionista y recopilador de curiosidades y etimologías y un divulgador y comunicador que comparte su afición en el blog Ya está el listo que todo lo sabe, en colaboraciones en distintos medios de comunicación, charlas, conferencias y en libros como este.

Editado por Larousse, está ilustrado por Clara-Tanit Arqué, diseñadora, ilustradora, especialista en Graphic recording y en buena medida responsable, con Xavier Valdés –que firma el diseño y la maquetación–, de la frescura y agilidad visual de este baúl de palabras, fabricado con textos cortos, despieces, llamadas de atención, juegos tipográficos…

En total y, según la sinopsis de la editorial, reúne «700 palabras y palabros que se encadenan para explicar quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos».

Estas se agrupan en lo que la editorial llama «69 galaxias de palabras y palabros», algo así como ejes temáticos entre los que se encuentran «el far west» con términos como estepicursor (esa bola que matojos secos) o zahón (esa especie de delantal en forma de pernera que protege los pantalones); «epónimos»; «virus y pandemias»; «árboles»; «refranes»; «aniversarios» (casi todo el mundo reconoce bodas de plata y de oro, pero ¿cuántos saben que a los 12 años de casados se celebran las bodas de seda y a los 26, las de rosas?); «expresiones viejunas»; «malhechores»; «homónimas y polisémicas», o –entre otros muchos– «quién es quién» que en seis entregas ordenadas alfabéticamente recorre el libro para explicar a qué se dedicaba la afeitadora, el espantagustos o qué caracteriza al filosofastro o al zangandungo.

Finaliza el recorrido con un útil índice, pero antes hace una curiosa incursión entre cosas muy comunes que se nombran con palabras raras. Son 55 términos que muy probablemente las más de las veces son sustituidos por la pobre expresión «el coso ese». ¿Por ejemplo? Agrafe: la pieza metálica en forma de U invertida que se coloca para sujetar los tapones de corcho de las botellas de cava y vino espumoso.