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Jordi Gracia y el intelectual melancólico

Un ensayo contra los defensores a ultranza del pasado.

09 de diciembre de 2011. Emilio Ruiz Mateo

Qué: El intelectual melancólico. Un panfleto Autor: Jordi Gracia Editorial: Anagrama Año: 2011 Páginas: 104 Precio: 12,5 €

Jordi Gracia está cansado de intelectuales para los que cualquier tiempo pasado siempre fue mejor, y por ello ha escrito El intelectual melancólico. Un panfleto, que él hubiera querido titular en verdad Panfleto contra el prestigio de la melancolía entre los intelectuales afectados por el síndrome del narciso herido. Gracia es consciente de los males de nuestro tiempo, pero defiende que esto no nos debe llevar a sentir nostalgia por un supuesto pasado en el que los clásicos eran siempre respetados, la enseñanza una fábrica de hombres sensibles y el conocimiento un bien preciado y respetado por la sociedad… Porque nunca fue así.

Recrimina Jordi Gracia al “intelectual melancólico” que sus lecturas de los clásicos no le hayan llevado a conocer mejor la condición humana, de modo que sea capaz de entender las expresiones actuales de la misma agitación de siempre, sino a enfrentarse contra la evolución y refugiarse en la nostalgia. Más que la crítica a la actualidad, lo que el autor recrimina a estos intelectuales es su pasividad, la invitación a la derrota que implica su visión nostálgica.

Pero ¿quiénes son estos intelectuales melancólicos para Jordi Gracia? Según él, la universidad está plagada de ellos. Es aquí donde el autor se nos muestra algo sectario y tal vez corto de miras. Su insistencia en acusar a los funcionarios de universidad hace perder fuerza al libro, ya que por momentos parece escrito con el único objetivo de desprestigiarlos. El mal melancólico va más allá de las aulas y empaña muchos otros aspectos de la realidad intelectual. No obstante, su visión optimista del momento intelectual presente y el buen humor que despliega en varios momentos del libro (esa caracterización de estos intelectuales como un Anthony Hopkins mirando tras los cristales de su mansión en Lo que queda del día o cual Jovellanos retratado por Goya, mano en mejilla) convierten a este ensayo en una rara avis de nuestros días, acostumbrados como estamos a escuchar que vamos cuesta abajo…

En la biografía que nos proporciona Anagrama leemos: Jordi Gracia (Barcelona, 1965) es catedrático de literatura española en la Universidad de Barcelona y colaborador de El País. Ha escrito unos cuantos libros sobre historia literaria y cultural de España, aunque todavía no se ha recuperado de la frustración de abandonar a medias un libro titulado Amarás lo múltiple, no ha escrito más que el prólogo a un Breviario del iluso y tampoco ha encontrado el momento de empezar un Elogio de la impaciencia. Este es su primer panfleto y sospecha que los rayos y truenos le van a quitar las ganas de reincidir. Pero también ha conseguido terminar algunos libros, entre ellos Estado y cultura. El despertar de una conciencia crítica bajo el franquismo (1996 y 2006), Los nuevos nombres (2000), Hijos de la razón (2001), La España de Franco. Cultura y vida cotidiana (2002, con M.Á. Ruiz Carnicer), La resistencia silenciosa. Fascismo y cultura en España (Premio Anagrama de Ensayo, 2004), La vida rescatada de Dionisio Ridruejo (2008), A la intemperie. Exilio y cultura en España (2010) y, con Domingo Ródenas, El ensayo español. Siglo XX (2009) y Derrota y restitución de la modernidad, 1939-2010 (2011), que es el último tomo de una Historia de la literatura española dirigida por José-Carlos Mainer.

Comentarios en estandarte- 1

1 | CRg 10-01-2012 - 13:16:59 h
Hola, soy un intelectual melancólico ágrafo. Acabo de oir una glosa de este libro en el programa de Francino. Basta leer Una Vida Absolutamente Maravillosa de Vila-Matas - él mismo, un melancólico de cuidado - para comprobar como la melancolía de los intelectuales en sentido graciano es casi tan vieja como la historia del pensamiento, y abundan los que nunca jamás pretendieron convertirse en referencia de nada ni nadie, así pues, relativicemos los personajes de Jordi Gracia, reduciéndolos, en todo caso, a una subespecie autóctona reciente, probablemente menos mediocre que muchos de los que navegan con rumbo opuesto, bien representados en los medios, donde se dan a producir una interminable y aburrida letanía de manidas vacuidades.