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Despojos, de Rachel Cusk

Páginas crudas y reflexivas sobre el matrimonio y la separación.

09 de febrero de 2022. Estandarte.com

Qué: Despojos Autora: Rachel Cusk Editorial: Libros del Asteroide Año: 2020 Páginas: 176 Traducción: Catalina Martínez Muñoz Precio: 17,95 €

Despojos, de Rachel CuskRecién separada, Rachel Cusk (Toronto, 1967) se puso a escribir sobre el matrimonio y la separación. No se concedió margen ni distancia temporal que le pudieran dar otra perspectiva porque necesitaba recoger lo que sentía entonces. Tiempo atrás, a punto de tener a su segunda hija, se había dado cuenta de que hasta ese preciso momento había olvidado lo que suponía la maternidad y echó de menos haber registrado lo que vivió y cómo lo vivió con su primera hija. Con la separación no le pasaría lo mismo. De ahí la urgencia de Despojos, con todo su dolor y su crudeza.

Libros del Asteroide lo ha traído a su catálogo este año 2020, pero en inglés el libro se publicó en 2012 y fue recibido con controversia, como ocurrió en 2001 con el dedicado a la maternidad (A life’s work, que de momento no se ha publicado en castellano). Hacia Despojos hubo críticas duras que no entendían cómo podía mostrar en público así el final de su matrimonio, pero las mismas voces se quejaban de que ahorrara detalles y de que no contara el desencadenante de la ruptura. No hay morbo en estas páginas, lo que hay es una disección de sentimientos. Honesta y dolorosa.

Fueron también polémicas determinadas miradas hacia el feminismo de una autora que se considera feminista –así lo declaró en la presentación en línea de Despojos en el festival Primera Persona Indoors–, pero que en libro expone contradicciones y puntos controvertidos del movimiento, cuestiones que le hacen llegar a escribir “Por tanto, no soy feminista. Soy una travestida que se odia sí misma”. Piensa en ello al recordar aquella frase/reproche de su marido en las semanas que siguieron a la separación: “Y tú te llamas feminista”, y empieza a indagar en el papel que cada uno ha jugado en ese matrimonio, en sus posibles incoherencias, se fija también en la relación con sus hijas y en la de sus padres y en lo que a ella y a su generación les diferencia de su madre y de las mujeres que fueron educadas para ser madres y amas de casa.

No es la única vista hacia su familia y su entorno. Se acerca también al matrimonio entre su tío abuelo y su tía abuela que pasaron más de sesenta años juntos. Expone en pequeños detalles cómo el hecho de ser pareja fue anulándoles en su individualidad y cómo el matrimonio se convirtió en una carga: “Era como si, ya de viejos, empezaran a darse cuenta de lo que no habían vivido por culpa del otro”. El tío abuelo murió, la tía abuela pareció, en un primer momento, liberada, pero pronto se ancló a un retrato de él y poco a poco fue el único rostro que reconoció.

Como esa, hay páginas amargas en este libro en el que Cusk se revuelve contra lo que para ella es la imagen de familia idílica que crea el cristianismo, contra convenciones sociales, contra la autoridad que significa el matrimonio (que no el varón). Desemboca –una y otra vez–  en los clásicos griegos a través de divagaciones y argumentaciones muy bien hiladas: una visita al dentista, el encuentro con una amiga, una fiesta de cumpleaños…, cualquier situación hace que de una reflexión fluya otra. Con todas ellas pinta un cuadro triste con una prosa afilada y precisa que hiere sin contemplar sentimentalismos: “«La nueva realidad»[…] era una regresión: la vida había metido la marcha atrás. De repente no avanzábamos, sino que retrocedíamos”, “Le digo que me han quitado todos mis recuerdos. Ya no tengo nada mío. Me he exiliado de mi propia historia”, “La gente ha venido a consolarme a mí, a la guerrera; pero a mi hija, a la víctima, la tratan con una indiferencia que raya en el desprecio”, dice en tres citas tomadas de este camino en el que la autora también enseña cómo va aprendiendo a vivir en esa «nueva realidad». Muchas de sus digresiones, que tienen la virtud de invitar a pensar, escuecen.

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