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Breve historia del marcapáginas

Un recorrido por su devenir a lo largo de los tiempos.

14 de septiembre de 2022. Estandarte.com

Qué: Breve historia del marcapáginas Autor: Massimo Gatta Editorial: Fórcola Año: 2020 Páginas: 112 Prólogo: David Felipe Arranz Traducción: Amelia Pérez de Villar Precio: 12,50 €

¿No hemos preguntado alguna vez por el origen del marcapáginas? Posiblemente no, estamos tan acostumbrados a verlo, a buscar los más atrayentes, a dejarlos en el silencio de sus páginas cuando damos por terminada la lectura, que ni miramos hacia atrás, ni nos planteamos desde cuándo camina a la par que el libro y nuestra vida.

La Breve historia del marcapáginas da respuesta a estas cuestiones con un recorrido apasionante que Massimo Gatta (Nápoles, 1959) –erudito en historia de la edición, del papel, de las bibliotecas y de la bibliofilia– pone al alcance del lector de una forma exquisita, extraordinariamente documentada, amena y, para mayor goce, ilustrada con una selección de veintiún imágenes comentadas, entre las que vemos Retrato de un hombre con libro verde, de Giorgione, San Jerónimo en su gabinete, de Durero, El bibliotecario de Arcimboldo, Dama con velo, de Ghirlandaio, o un marcapáginas ilustrado por Federico Seneca para la firma de bombones Perugia.

Se pregunta el autor al comienzo del libro sobre el desconocido origen del marcapáginas: «[...] resulta difícil creer que en la Antigüedad no hubiera nadie que introdujera una tira de pergamino para marcar un punto que quisiera recordar. Y qué decir de las manecillas, aquellas manos diminutas que se dibujaban en los márgenes de los antiguos manuscritos, práctica muy extendida entre los siglos XII y XIII especialmente en España, ¿no será ese uno de los primeros ejemplos simbólicos que encontramos del marcapáginas?».

En su búsqueda, nos describe, entre otros, un objeto de cuero adornado con pergamino, aparecido allá por el siglo VI en un monasterio egipcio, que bien podría servir para señalar el punto de lectura.

Y más tarde recorre los distintos marcadores: cintas de seda cosidas a la parte alta del lomo para encontrar la página con rapidez; un dedo impidiendo que se cierre el libro (cuando se trataba de una pausa en la lectura); tiras de tela, gotas de cera seca; facturas, recortes de periódico, piezas de cuero, pergamino, plata, madera o marfil; marcapáginas primorosamente ilustrados, pequeñas obras de arte, piezas de coleccionista y preciados elementos publicitarios, que muestran todo un mundo de diseño e ideas que hacen de este pequeño accesorio un elemento capaz de aunar arte, originalidad y sentido práctico.

La lectura nos descubre, por ejemplo, que Gabriele D’Annunzio tenía la costumbre de dejar secar, entre las páginas de los libros que más leía y que más apreciaba, una serie de marcapáginas vegetales como flores y hojas. Una feliz idea (¿quién no lo ha hecho alguna vez?), emotiva, casi siempre nostálgica que contrasta –y de qué manera– con el sucio uso que hacía de la comida como marcador (rodajas de salami, sardinas saladas…) el bibliotecario público de Florencia Magliabechi.

Esta breve historia es una continua sorpresa. Desconocíamos el interés existente por este tema y lo plasmado en las notas y en la  bibliografía; tampoco sabíamos el valor que tienen para los coleccionistas, ni la existencia de marcapáginas temáticos; ni habíamos pensado en esa otra función que tiene como testigo de nuestra vida: el punto donde dejamos un libro imposible de terminar; lo último que leímos; aquella frase que nos impactó; y descubrimos, con sorpresa, la cantidad de libros plagados de notas al margen, de papeles o de pósits que dejan huella de lo que un momento concreto llamó la atención.

Abrir las páginas de esta historia es como viajar a un mundo cotidiano y bello. «[...] El caso es que con su sencillez o barroquismo, su heterogeneidad de estilos y formas, aquí se habla de los marcapáginas que con humildad y llaneza han jalonado nuestras efemérides y sido testigos de todas nuestras miradas lectoras». Así lo describe en su prólogo (Los testigos silentes de la lectura) el escritor y periodista David Felipe Arranz, director del magacín cultural llamado precisamente El marcapáginas (Radio Intereconomía).

Y abrir sus páginas es disfrutar con la excelente traducción a cargo de Amelia Pérez de Villar y con la cuidada edición de Fórcola, «un librito de capricho» en palabras de Arranz. Realmente Gatta ha aportado en un volumen muy pequeño mucha y muy valiosa y entretenida información.

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