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El comienzo de 'La metamorfosis'

Gregor Samsa, el personaje de Franz Kafka, ya cumplió cien años.

20 de marzo de 2024. Estandarte

Qué: El principio de La metamorfosis. Autor: Franz Kafka.

La metamorfosis, acaso la novela más célebre de Franz Kafka, ya cumplió los cien años. La odisea de Gregor Samsa, que un buen día abrió los ojos transformado —metamorfoseado— en cucaracha, se publicó por primera vez en 1915, bajo la responsabilidad del editor Kurt Wolff, en Leipzig.

Gregor Samsa, un viajante de comercio que mantiene con su sueldo a su familia, se despierta convertido en un insecto. Su estado obligará a sus padres y a su hermana a trabajar y, con ello, despreciarle: ahora ya no les sirve para nada. Franz Kafka reflexionó en su novela sobre la alienación del individuo en una sociedad rendida al trabajo.

Para conmemorar esos más de cien años de La metamorfosis, de Franz Kafka, compartimos con nuestros lectores su inicio. Para recordar, para descubrir...

Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. Estaba tumbado sobre su espalda dura, y en forma de caparazón y, al levantar un poco la cabeza veía un vientre abombado, parduzco, dividido por partes duras en forma de arco, sobre cuya protuberancia apenas podía mantenerse el cobertor, a punto ya de resbalar al suelo. Sus muchas patas, ridículamente pequeñas en comparación con el resto de su tamaño, le vibraban desamparadas ante los ojos.

"¿Qué me ha ocurrido?", pensó.

No era un sueño. Su habitación, una auténtica habitación humana, si bien algo pequeña, permanecía tranquila entre las cuatro paredes harto conocidas. Por encima de la mesa, sobre la que se encontraba extendido un muestrario de paños desempaquetados Samsa era viajante de comercio, estaba colgado aquel cuadro que hacía poco había recortado de una revista y había colocado en un bonito marco dorado. Representaba a una dama ataviada con un sombrero y una boa de piel, que estaba allí, sentada muy erguida y levantaba hacia el observador un pesado manguito de piel, en el cual había desaparecido su antebrazo.

La mirada de Gregorio se dirigió después hacia la ventana, y el tiempo lluvioso —se oían caer gotas de lluvia sobre la chapa del alféizar de la ventana— lo ponía muy melancólico.

"¿Qué pasaría —pensó— si durmiese un poco más y olvidase todas las chifladuras?"

Pero esto era algo absolutamente imposible, porque estaba acostumbrado a dormir del lado derecho, pero en su estado actual no podía ponerse de ese lado. Aunque se lanzase con mucha fuerza hacia el lado derecho, una y otra vez se volvía a balancear sobre la espalda. Lo intentó cien veces, cerraba los ojos para no tener que ver las patas que pataleaban, y sólo cejaba en su empeño cuando comenzaba a notar en el costado un dolor leve y sordo que antes nunca había sentido.

 

Comentarios en estandarte- 1

1 | Rocío 02-11-2018 - 16:38:34 h
Qué historia la de Gregorio Samsa...