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Mojado, el mejor y más terrible cómic escrito en Argentina

Un personaje arrojado por una tragedia repentina fuera del mundo que conoce.

22 de marzo de 2024. Iván de la Torre

Qué: Mojado Autores: Robin Wood (guion) y Carlos Vogt (dibujos) Editorial: Columba Año: 1999 Páginas: 146 Precio: 700 pesos argentinos

Mojado cuenta la historia de un personaje arrojado por una tragedia repentina fuera del mundo que conoce, donde sus valores no le sirven de nada y debe aprender rápidamente a sobrevivir para no morirse de hambre.

Lo que diferencia a Mojado de los anteriores personajes woodianos (“Nippur”, “Dago”) es que este niño mexicano a quien un terremoto deja sin casa ni familia no tiene la fuerza física ni la experiencia suficiente para enfrentarse a las figuras de poder que encuentra en su camino desde un pequeño pueblo de México hasta California, Estados Unidos.

Pocas novelas gráficas de Wood fueron, desde el comienzo, tan duras e implacables con el lector a la hora de describir lo que significa ser una persona pobre y casi analfabeta, obligada a subsistir sin los conocimientos prácticos ni la necesaria picardía callejera.

El viaje de Mojado a Estados Unidos es mostrado morosamente para que Robin pueda hacer un retrato de todas las humillaciones y fracasos que deben soportar las personas forzadas a emigrar.

El primer capítulo marca el tono general de la historia y anticipa lo que vendrá, mostrando la desesperación de un hombre que ve cómo se pierde toda su cosecha mientras su hijo lo contempla, impotente, sabiendo que no puede hacer nada para ayudarlo (como aseguró Jorge Luis Borges, estas palabras hay que recitarlas más que leerlas):

El polvo es la única realidad. El polvo y la tierra resquebrajada, y los maizales quemados, crujientes, muertos y vueltos a morir en muertes concéntricas encerradas una dentro de la otra.

-Todo perdido... Todo perdido...

No hay furia en la voz del hombre ni desesperación ni nada. Es una voz átona, tan muerta y seca como ese maizal de desgracia.
-¿Y ahora? ¿Qué haremos ahora?

El niño no respondió. El niño no sabía que responder. El polvo quemaba sus pies y sentía el seco repiqueteo de su corazón contra sus costillas escuálidas...

-Si lloviera... Un poco al menos... Llueve en todo el mundo... ¿Por qué no puede llover un poquitito aquí?

El cielo metálico llamea y el aire hierve en una carcajada de horno...

-Tengo a mis hijos con hambre... Siempre han tenido hambre. ¿Es justo?... Yo puedo aguantar mucho... pero ellos lloran de hambre a la noche... ¿Cómo puede un hombre dormir escuchándolos? ¿Cómo puede un hombre vivir así?

El niño tiene miedo. Sabe que cosas desesperantes están ocurriendo, pero no sabe qué hacer. Querría pedir a su padre que lo proteja... pero su padre llora sobre ese maizal muerto...”.

Sin golpes bajos, Mojado muestra, capítulo a capítulo, página a página, a personas que han perdido todo y no saben cómo escapar de la miseria y el hambre, vidas donde la inseguridad es la única constante y puede sentirse la desesperación de los personajes ante una sucesión de catástrofes que parecen no tener fin, un lugar donde se mezclan hombres como Mojado, decidido a no corromperse, y pícaros como su amigo, el astuto, despiadado, pragmático, encantador y brutal Hipólito: “Hipólito era valiente y ambicioso, con un fuego de furia y resentimiento que nunca se apagaba dentro suyo. Soñaba con relojes de oro, coches americanos y mujeres hermosas y caras. Mojado no soñaba. Vivía de un día al otro, desgarrado entre un racional cinismo y esperanza casi infantiles. Arrastraba su adolescencia mutilada como si fuera una enfermedad.
 
Hipólito: ¿Así que planeas convertirte en un 'mojado'? ¿Así que planeas ser un inmigrante ilegal?

Mojado: No... quiero ser legal y...

Hipólito: No puedes ser legal, chato. No tienes dinero y la legalidad se compra con dinero. Tú no lo tienes, así que tendrás que ser un 'mojado' y cruzar la frontera de noche y por el río. Y del otro lado te darán trabajo... Te pagarán cinco veces menos que a los legales, claro... y si alguien sabe que eres un mojado tendrás que pagarle para que se calle. Vivirás en un cuarto con cucarachas, ratas y siete mojados más. Y ni siquiera serás honesto, porque serás un ilegal”.

El mundo de Mojado es un mundo desolado, poblado por hombres y mujeres agotados por el exceso de trabajo, la falta de descanso y la mala alimentación, un mundo desesperado y desesperante donde todo es miserable, cruel y mezquino: “El motel es decrépito y nada puede rescatarlo ya de la corrupción... Tras puertas descascaradas burbujea la miseria y la vergüenza... Mojado es el testigo. Mojado ve. Mojado no puede evitar el ver.

Huésped: Vaya... creí que nunca llegaría ese maldito tequila... Déjalo sobre la mesa. ¿Qué? ¿Miras a la chica? Ella nunca entiende que no debe hacerme enojar... pero aprenderá... Ya verás...

A veces el Mojado querría aullar como un perro. A veces querría ser un superhombre para poder hacer algo... pero el Mojado sólo puede abrir y cerrar las puertas descascaradas de la desesperación...”.

En ese mundo asfixiante, donde cada día se corre el peligro real de morirse de hambre es necesario, como aprende rápidamente Mojado, soportar toda clase de humillaciones para sobrevivir:

Gerente: Lo lamento, muchacho, pero en invierno tenemos poco trabajo. Espero que lo comprendas. No es un despido. Es un reajuste de personal... toma este dinero y buena suerte.

Por un instante, Mojado sintió el loco deseo de golpear esa cara de luna llena, grasa y satisfecha... Romper esa sonrisa hipócrita pero el Mojado sabe algo más de la vida para gastarse en gestos inútiles. Nadie lo despide. Nadie le habla. Todos lo miran con temor, como si cargara con una enfermedad contagiosa. Es el desempleado y de pronto todos tiemblan al ver en él una imagen posible de ellos mismos”.

Ninguna novela gráfica argentina, hasta ese momento, había construido un retrato tan crudo sobre el mundo visible y, al mismo tiempo, secreto, donde viven los marginales del sistema, personas para quien cada día es una odisea; Robin, que conoció esa vida de adolescente, cuando compartió un pequeño cuarto con media docena de obreros mientras trabajaba en una fábrica de Buenos Aires donde llegó de su Paraguay natal, recupera personajes y situaciones gracias a su inoxidable poesía, afilada como una navaja, que hiere la retina con sus descripciones heladas y profundas: “La pensión es un mundo lóbrego y mezquino, con su olor a verduras, a agua hervida, a jabón amarillo y a polvo. Hay ventanales descascarados y un continuo corretear de cucarachas en los rincones... El Mojado está harto de hambre y suciedad. Puede oler su cuerpo sin lavar y sus uñas sucias y su escuálida desesperación”.

«Todos piensan que mi obra autobiográfica es ‘Mi novia y yo’, pero no. La que más (y mejor) habla de mí es ‘Mojado», confesó el propio Robin. Con esta desoladora y contundente obra, el guionista mostró «la otra América, la de los barrios hispanos con sus tinieblas y sus miedos y sus furias... Barrios donde se cobija el rencor, amasado en sudor y en sueños de revancha».


 

Comentarios en estandarte- 2

1 | Vivían Iommi 18-01-2023 - 00:33:25 h
Solo Iván de la Torre puede resaltar con tanta precision y sensibilidad la crudeza de la mayor obra de arte del genio creativo de Robin Wood. Creo que nadie pudo retractar la conmovedora realidad de ese mundo de los desposeídos y huérfanos de amor. Lejos la más cruda y sólida de todas las historietas que leí en mi vida.

2 | Ivan 25-03-2024 - 00:59:40 h
Muchas gracias Vivian, por apoyar mi trabajo: coincido con vos que nadie describió tan bien la pobreza y la desolación como el gran Robin Wood