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El terrible: la historia desconocida del zar ruso que convirtió su nombre en sinónimo de horror
La historia de Iván, el heredero al trono ruso que, tras el asesinato de su madre, se convierte en un hombre implacable.
10 de agosto de 2024. Iván de la Torre
Qué: El terrible Autor: Ricardo Ferrari (guion) y Carlos Gómez (dibujo) Editorial: Columba Año: 1995 Páginas: 100 Precio: 1200 pesos argentinos
El tema central en la obra de Ricardo Ferrari es el momento en que un hombre, luego de soportar una serie de experiencias terribles, encuentra finalmente el sentido a su vida, ese instante trascendental que le permite definir exactamente quién es y alzarse sobre sus miserias para convertirse en alguien nuevo y mejor.
Sin embargo, consciente de que sus parábolas eran siempre demasiado redondas y que una experiencia atroz no implica, necesariamente, que un hombre mejore, en El Terrible, el guionista cuenta exactamente lo contrario: la historia de Iván, el heredero al trono ruso que, tras el asesinato de su madre y tras años de maltrato brutal a manos de los nobles rusos conocidos como boyardos, se convierte en un hombre implacable, decidido a vengarse de todos: «Aquí tenéis mis motivos. Los boyardos, que no hacen más que obstaculizarme, enfrentarme, zaherirme, que en mi niñez me humillaron y ahora me desprecian, han tratado de matarme. Y no puedo tocarlos. No puedo hacer nada, sólo esperar el brindis con la copa envenenada o el puñal bajo las ropas. No. No yo. No Iván. ¿Queréis que me haga cargo? Dadme el poder para defenderme de estos conjurados. ¡Dadme ese poder!».
A diferencia de los personajes anteriores de Ferrari, el protagonista se convierte en la peor versión de sí mismo, alguien que abraza su costado más oscuro para mantenerse en el poder, vengarse de quienes lo maltrataron y evitar ser asesinado en una conjura palaciega, como sucedió con su madre cuando él era apenas un niño: «Iván IV, también llamado el Terrible, reinó en un país dividido entre una multitud de nobles. Su mayor logro fue someterlos, crear un poder central fuerte, que fuera obedecido. Por supuesto, lo hizo sin detenerse ante nada... Al fin de cuentas, mientras en el resto de Europa florecía el renacimiento, Rusia apenas estaba saliendo de la dominación tártara. Es imposible entender Rusia, la Rusia actual, sin comprender la historia de este hombre, el primer verdadero zar, el fundador del imperio que después se transformaría en la Unión Soviética. Cosas realmente terribles ocurrieron durante el reinado de este hombre. La historia... o tal vez el destino... se empecinaron con él... Para que se den una idea, al poco tiempo de su coronación, se incendió Moscú. Veinticinco mil casas ardieron... No quedó comida, no quedó nada... Tierra arrasada... Lo siguió un levantamiento popular tremendo, que se extendió a toda Rusia, y que él reprimió hasta las últimas consecuencias».
Iván aprende de los boyardos el arte de la violencia y la usa para destruirlos de manera sistemática, sin pausas ni piedad: «Fue siempre ese pobre niño enloquecido de horror mirando morir a su madre y convencido de que solo siendo el más cruel entre los crueles, el más violento entre los violentos, estaría a salvo. Ese fue él. Él era el mal. Y nada, nadie, nunca podría detenerlo. Sólo mataba. Mataba y mataba y mataba, porque en su desquiciada mente cruel, eso era lo único que podía evitar que lo matarán a él. Ya era, de una vez y para siempre, el zar de la horrible memoria: Iván, el Terrible».
Ferrari además remarca que Iván creó el modelo autoritario, tomado de la mentalidad asiática, que luego replicarían Iósif Stalin y Vlamidir Putin, hombres a los que no les importó sacrificar millones de vidas para alcanzar sus objetivos, convencidos que la Historia, con mayúsculas, les daría la razón, sabiendo que el pueblo ruso estaba acostumbrado a esa clase de comportamientos dictatoriales, algo que explica muy bien un protagonista secundario de la historia, ante la pasividad de los aldeanos frente a los abusos del zar: «Los tártaros eran crueles con nosotros, y necesitamos a algo más cruel para sacarlos. Esos fueron los boyardos. Ahora, tenemos al Terrible para librarnos de ellos... Y cuando el Terrible sea nuestra pesadilla... Pues ya veremos».
No debe sorprender entonces que Stalin reconociera en Iván a su antecesor, el hombre en el que se veía reflejado, capaz de arrasar con todo aquel que pudiera debilitar su autoridad: «Iván libra su guerra particular contra los boyardos. Y los boyardos decidieron deshacerse de él. Si vence, seguirá la Iglesia, los comerciantes, cualquiera que pueda oponerse a su poder...».
El Iván que recrea Ferrari es un hombre que no se detiene ante nada para consolidar su posición: astuto y calculador, al comienzo de su gobierno, disimula sus intenciones («Recuerdo aun cuando lo amábamos. ¿Cómo no hacerlo? Bajo su mano, lo que había empezado como el principado de Moscú se extendió más y más, y los enemigos de siempre, los que aspiraban a verter toda nuestra sangre en la tierra, eran sometidos. Fundó la Academia de Bellas Artes. ¿No es una ironía? Él, Iván, el terrible, con su imprenta Real y su Academia es el padre de las artes rusas. Mandó escribir nuestra historia y levantar el mapa de nuestras tierras. De alguna manera, todos entendíamos que iniciaba una nueva era»), pero cuando consigue acumular el suficiente poder, revela sus verdaderas intenciones: «Fundó la Oprichina, una especie de orden, su propio ejército personal. Lo formó con lo más bajo y salvaje que pudo encontrar en Moscú. Y lo lanzó contra sus enemigos. Comenzaron así los Años Terribles. ¿Para qué relatar con detalle las matanzas, los asesinatos, las ejecuciones? Cada boyardo era un posible traidor. Si permanecían en Moscú, se decía que era para conspirar. Si huían, se afirmaba que eso probaba su traición. Él era el mal. Y nada, nadie, nunca podría detenerlo. Durante estos años, nuestro zar, Iván, al que todos llaman el Terrible, ha perseguido un único objetivo, concentrar sobre su cabeza todo el poder».
Carlos Gómez, el dibujante de esta gran obra, recordó sobre su trabajo con un inspiradísimo Ferrari: “Siempre me ha gustado trabajar con Ricardo. Tenemos ambos una forma de abordar las historias con método y cierta ‘rigurosidad’ científica. En realidad, el científico es él. Además, es un tipo macanudo con quien se puede hablar de cualquier tema y del que siempre se aprende algo”.
Comentarios en estandarte- 2
1 | Luz María Mikanos
11-08-2024 - 16:43:09 h
La mente siempre tiene el misterio de la reacción imprevisible ante la adversidad, y eso es precisamente lo que la hace incomprensible. Muy buen y detallado análisis de esta profunda e interesante historia. Gracias por enriquecernos con conocimientos q a veces nos hacen pensar en la resiliencia humana y la resistencia a las frustraciones o eventos q modifican nuestra personalidad.
2 | Ivan
14-08-2024 - 16:19:09 h
Muchas gracias por tus palabras, Luz, que enriquecen mi artículo