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Aquí, la muerte: nunca el terror fue tan divertido
Un trabajo brillante que marcó un antes y un después para el género y que merecería una reedición urgente.
21 de septiembre de 2024. Iván de la Torre
Qué: Aquí la muerte Autores: Carlos Albiac (guion) y Oswal (dibujo) Editorial: Ediciones Récord Año: 1991 Páginas: 100 Precio: 1500 pesos
Carlos Albiac explota todo su potencial creativo en las historias autoconclusivas de Aquí, la muerte gracias al talento de Oswal, un artista que supo entender mejor que nadie la particular mezcla de humor negro, fantasía desbocada y excesos característicos del guionista para darle forma y hacer creíbles historias absolutamente extravagantes, protagonizadas por sujetos imposibles como:
- Lou, el hombre-bala que abandona su trabajo por miedo a quedar discapacitado por un accidente y descubre que su nueva tarea como instructor de manejo es mucho más peligrosa, al quedar atrapado en una pelea entre ladrones que incluye a un peligroso enano con galera.
- Mister Fawcett, un tímido hombrecito acosado por su inmensa mujer hasta que, inspirado por una noticia del diario (“Macabro hallazgo: una nueva víctima del descuartizador de Ohio”), la mata para descubrir (toque típico de Albiac) que ni siquiera así logrará librarse de ella.
- Jiffy, el adolescente que promociona un circo montado sobre dos inmensos zancos y se convierte en testigo involuntario de un asesinato.
- Adam Foster, el joven vagabundo que resuelve el asesinato de Sir Cedric Huntinngton y pide como recompensa pasar la noche en el calabozo, porque eso le garantiza comida caliente y un techo:
«Foster: ¿Puedo irme ahora, sargento? Es decir... ¿puedo quedarme?
Sargento: ¡Pero claro, hombre! ¡Acomódate por ahí!... ¡Te ganaste el calabozo y la comida!».
Además de la agudeza de los guiones, lo que destaca de esta novela gráfica formada por unitarios unidos por una temática común es la capacidad de Albiac para tomar estereotipos que parecían agotados por el uso y el abuso (el marido dominado por su mujer; el joven enamorado cuya novia corre peligro mortal; el detective improvisado que resuelve un crimen, en apariencia inexplicable, a pura deducción...) y construir con ellos historias extravagantes con personajes inverosímiles que, en sus manos, se vuelven no solo creíbles sino también, queribles a medida que avanza la trama hasta su siempre inesperado final.
Lo que en cualquier otro escritor no funcionaria, en Albiac es creíble porque solo él puede lograr que el lector suspenda su incredulidad para sumergirse en un mundo donde lo imprevisible sucede continuamente.
En las seis historias de Aquí, la muerte, el guionista muestra su esencia como escritor, esa capacidad única para trabajar diferentes registros populares (el policial, la fantasía, el terror, la aventura...) encontrándole siempre una vuelta de tuerca con la que construye su particular visión del mundo, un realismo contaminado de sinrazón, locura y fantasía, donde, bajo los cimientos de la realidad más prosaica y predecible, existe otra vida, más extravagante, pero, también mucho más entretenida y digna de conocerse, incluso con los inmensos peligros que eso implica.
Albiac confesó sobre su mecánica de trabajo en Aquí, la muerte: “Oswal, del que soy muy amigo, a veces me llama por teléfono y me dice que ciertas secuencias no le gustan. Cada uno cuenta con una concepción ética que se conecta con su ideal del mundo. No hablo de la ideología, que está comprometida dentro de esa visión que hace andar a los personajes. Cuando alguien que escribe ficción comenta que su personaje empieza a caminar solo, es que se sacó un fantasma de adentro. Aquí la muerte son episodios policiales con personajes distintos. Oswal realizó allí un trabajo excepcional, sobre todo en el capítulo El viaje de la señora Fawcett, donde el protagonista se hartó de la mujer que le ponía los cartelitos cuando se iba de viaje. Por último, se suicida con un revólver que exhibe una nota en la que la esposa le advierte que debe limpiarlo”.
Por su parte, el dibujante reconoció que, aunque pudiera tener diferencias creativas con su amigo, siempre respetó su forma de trabajar: “Cuando tomo el guion de una persona es porque la estimo y admiro lo que relata, y puedo agregarle cosas sin alterar su mensaje”.
Aquí, la muerte además rinde homenaje al amor de ambos autores por el cine mudo de Charles Chaplin y Buster Keaton, porque todas las historias de esta novela gráfica están dominadas por la gestualidad y los silencios, con un montaje vertiginoso, donde apenas hay tiempo para razonar, lo que evita que el lector cuestione la verosimilitud de lo que está leyendo: solo le queda entregarse, fascinado, al espectáculo irreverente, mágico y extravagante que ofrece cada uno de los episodios, especialmente en esas tres obras maestras que son El cañón, El viaje de la señora Fawcett y El punto de vista de Jiffy.
Las historias mudas que, años después, publicaría Carlos Trillo con dibujos de Cacho Mandrafina, están claramente inspiradas en este trabajo de Albiac y Oswal, pero la desesperación de Trillo por construir un canon oficial de la historieta donde nadie pudiera disputarle su sitio (el lado oscuro y malvado de un talento brillante) lo llevó a negar sistemáticamente la obra de sus contemporáneos, por eso nunca reconoció públicamente su deuda con Aquí, es la muerte y solo dedicó elogios a obras mediocres de Guillermo Saccomanno y Juan Sasturain, autores que formaban parte de su círculo íntimo, guionistas mediocres y periodistas eficientes que se dedicaron, con fervor y saña, a cuestionar a todos aquellos autores que podían hacerle sombra a su jefe y mentor (una larga lista que incluye a Robin Wood, Ray Collins, Alfredo Grassi y Eugenio Mandrini, entre otros guionistas brillantes).
Por eso, no es extraño hoy leer interminables elogios de Saccomanno y Sasturain a cualquier obra que lleve la firma de Trillo al pie mientras denigran a guionistas tan valiosos como Albiac, que redefinió el policial, el western, la ciencia ficción, el terror y la fantasía durante cuarenta años gracias a trabajos brillantes que marcaron un antes y un después para el género como Álamo Jim, A través de Oceanía, Inspector Bull o esta brillante y única Aquí, es la muerte, que merecería una reedición urgente.
Comentarios en estandarte- 4
1 | Edgar Martinez
30-06-2024 - 16:25:59 h
Albiac es un autor casi desconocido para mí, puede que sea por el caso de escasa promoción por las personas que, según veo, se adueñaron de cierto lugar en el mundo de la historieta argentina. Tengo una sola experiencia con Albiac; El Peñón Púrpura. De los últimos años de Columba. No lo mencionas entre sus mejores obras pero en aquel tiempo no me lo perdía. Los dibujos eran de Ottolini, creo. De la escuela de Lito Fernandez
2 | Luz María Mikanos
03-07-2024 - 01:49:43 h
Brillante historia y brillante narración! Un placer poder leer estas reseñas realmente magníficas!
3 | Ivan
03-07-2024 - 04:50:04 h
Recuerdo "El peñón púrpura", una gran obra de ciencia ficción, con los brillantes dibujos de Ottolini, un dibujante injustamente olvidado.
4 | Ivan
03-07-2024 - 20:26:56 h
Muchas gracias por tus comentarios, Luz, me ayudan a mejorar mi trabajo!!!