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Leonard Cohen y el zen

Alberto Manzano recupera esa vertiente del cantautor.

15 de julio de 2020. Estandarte.com

Qué: Leonard Cohen y el zen Autor: Alberto Manzano Editorial: Ediciones Luiérnaga Año: 2018 Páginas: 400 Precio: 17,95 €

Leonard Cohen y el zenA la búsqueda siempre enriquecedora de las inagotables facetas de Leonard Cohen (recordarás su magnífico discurso en el acto de entrega de los Premios Príncipe de Asturias), su amigo y biógrafo Alberto Manzano se centra ahora en la relación del cantante canadiense con la espiritualidad y publica en Ediciones Luciérnaga Leonard Cohen y el zen. Manzano, en el prólogo, lo justifica así. “A Leonard, ahora me doy cuenta, quise conocerlo porque siempre fue un terrible desconocido que parecía saberlo todo. Siempre volátil. Un misterio en sí mismo. Algo conocido disuelto en algo desconocido. De modo que, si bien es cierto que lo conocí, no es menos cierto que lo desconocía cada vez que lo iba conociendo. Lo estudié, lo escudriñé, lo perseguí hasta perderme, y volvía a perderlo (…). En una ocasión dijo algo así como que los años que uno pasa sentado en su silla se reflejan en la cara. Hoy podría decir que los años que pasó sentado en un zafu se notaban en su sombrero. Es lo único que lo retenía aquí. Si no hubiera sido por su sombrero... Sujetándolo mientras saludaba o se despedía, quién sabe, para que no se le escapase el alma por la punta de sus pelos cenicientos. Es admirable. Siempre estuvo ahí, en el corazón, esperando el regreso del viajero. Era un judío errante que encontró en el zen su camino (…)”.

¿Por qué en el zen? ¿Cómo empezó esa relación? Se trata de una relación duradera, solo superada en años de trato con una más genérica; la de Cohen con la espiritualidad, que prácticamente nació con él, y con la sensualidad, que también era otra vieja conocida.

Leonard Cohen se agarró al budismo zen como a una tabla de salvación a principios de los años 70, cuando la depresión lo acorralaba con más fuerza de la acostumbrada. Ambos se conocían bien, se observaban de reojo y parecían respetarse: «Vives con la depresión como si fuera un amigo, sabiendo que si cometes demasiados errores, ese amigo se te echará encima», comentaba Leonard Cohen.

Hasta entonces, la depresión había funcionado como uno de los principales motores de su obra poético musical, pero en los últimos tiempos se había tomado demasiadas libertades y había acabado por provocarle una caótica y estéril espiral de sufrimiento: «No es algo que sea objetivo, es más como una sombra con la que vives y que nunca desaparece, así que empiezas a moverte de cierto modo para evitar que te aplaste». El movimiento que hizo Cohen lo llevó hasta la búsqueda activa de una espiritualidad que encontró junto a Kyozan Joshu Sasaki (Sendai, 1907), un maestro de la escuela zen rinzai que se había instalado en Los Ángeles en 1962 para enseñar a meditar a los americanos, entre los que se contaban famosos como Richard Gere u Oliver Stone.

Sus enseñanzas le sirvieron durante un par de décadas, pero en 1993, una vez concluida la gira de presentación del disco titulado curiosamente «The Future», Leonard descubrió que su futuro no pasaba por continuar con su vida tal y como la conocía. Desde hacía tiempo daba vueltas a la idea de despedirse del mundo de la música: detestaba la vida imperiosa que sentía no haber elegido y estaba frustrado por no poder disfrutar del éxito. Además, tampoco podía recurrir al amor, porque tras tres años de relación amorosa con la actriz Rebecca De Mornay, había comprendido su incapacidad para comprometerse.

Deprimido como casi siempre y valiente como nunca, hizo las maletas, cogió su Pathfinder y se dirigió al monasterio budista de Mount Baldy. La decisión de abandonar el curso del mundo era rotunda. En su cabeza, la intención de buscar un lugar donde retirarse hasta encontrar un poco de paz y silencio junto a su viejo maestro japonés y querido amigo Joshu Sasaki Roshi. Allí permanecería cinco años como un monje. En 1999 estaba preparado para recibir al nuevo siglo con viejas actividades (poemas, dibujos) y nuevas canciones que se publicaron en 2001: Ten new songs era su primer disco en casi una década del silencio y meditación que había buscado y encontrado. Reconciliado consigo mismo, emprendió nuevas giras y proyectos.

Murió el 7 de noviembre de 2016 y aunque desde su fallecimiento se han sucedido las iniciativas que recuerdan al artista, esta en forma de libro es singular por desvelar una faceta menos conocida. Alberto Manzano, poeta, traductor, ensayista, biógrafo, periodista, productor musical y uno de los grandes conocedores de la vida y obra del artista, habla en Leonard Cohen y el zen de sus últimos álbumes, de su última gira y de su preparación para la muerte.

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