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Nueva 'Ortografía de la Lengua Española'

La nueva edición ya se puede adquirir en las librerías españolas.

22 de septiembre de 1999. Estandarte.com

Qué: Ortografía de la Lengua Española Autor: Real Academia Española Editorial: Espasa Calpe Año: 1999

La nueva edición de la Ortografía de la Lengua Española, que actualiza e ilustra con ejemplos las normas básicas que se hicieron oficiales a mediados del siglo XIX, ya está disponible en las librerías, días antes de su presentación oficial en España, que tendrá lugar el 8 de octubre en la localidad riojana de San Millán de la Cogolla.

El contenido de esta edición de la Ortografía de la Lengua Española, publicada por Espasa Calpe, cuenta con el beneplácito de las 22 academias de la lengua hispana, y ha sido precisamente el deseo de reforzar el carácter "panhispánico" de esta obra lo que ha llevado al director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha, a presentarla antes en Hispanoamérica que en España. Chile, Argentina, Colombia, Venezuela y México han sido los países elegidos para dar a conocer las características de la Ortografía. Ahora le toca el turno a España, donde también quedará patente el alto grado de consenso de que disfruta este proyecto: al acto de San Millán de la Cogolla asistirán los directores de todas las academias hispanas.

Desde la portada del libro, en la que se indica de forma expresa que esta edición ha sido revisada por las Academias de la Lengua Española, es notorio que la Ortografía de la Lengua Española se ha realizado pensando en los 400 millones de hispanohablantes. Las pocas novedades que contempla constituyen "una manera de reconocer la legitimidad de la pronunciación preferente americana", según declaró el académico Gregorio Salvador, principal ponente de la Ortografía.

Las modificaciones más sobresalientes se refieren quizás a usos acentuales de los diptongos. En España, palabras como "guión", "rió", o "lió" se articulan como hiatos y, por tanto, al ser bisílabas agudas terminadas en "n" o en vocal, se acentúan. En la mayor parte de Hispanoamérica esos vocablos se pronuncian como diptongos y no llevan tilde, dado que son monosílabos.

"Se ha establecido sin más la libertad para que el usuario, en función de su propia pronunciación, acentúe o no esas palabras", añadió Salvador. Hasta en la presentación del abecedario español se comprueba el enfoque "panhispánico" que se le ha dado a la Ortografía de la Lengua Española: se hace notar, por ejemplo, que las letras "B" y "b" se denominan "be", "be alta" o "be baja", según la zona geográfica a la que pertenezca el hablante. Lo mismo sucede con la "V" y la "v" y sus denominaciones "uve", "ve", "ve baja" o "ve corta".

La oficialización de la Ortografía en 1844, mediante una Real Orden de Isabel II, consolidó las normas que hasta entonces la Academia había ido proponiendo, pero también "vino a obstruir" el espíritu reformista que había animado el trabajo de los académicos desde la primera edición de la "Ortographía", de 1741, según se indica en el prólogo.

La sanción regia puso fin a la reforma radical de la ortografía, con supresión de "h", "v" y "q", que un año antes había propuesto un grupo de maestros madrileños, que, sin más, había empezado a aplicarla en las escuelas. Sin esa "rebelión" de los maestros madrileños, señala Gregorio Salvador, es muy posible que la Academia hubiera seguido las directrices del erudito venezolano Andrés Bello (Caracas, 1781), cuya trayectoria estuvo muy ligada a Chile y que fue el promotor de la llamada "ortografía chilena". Bello deslindaba el uso de "i" e "y", vocal la primera y consonante la segunda, con lo que "rey" se escribía "rei". También ponía límites entre la "g" y la "j", al estilo de lo que empleaba Juan Ramón Jiménez en sus poemas.

La nueva edición de la Ortografía de la Lengua Española lleva al final varios apéndices, uno de los cuales recoge una relación de topónimos cuya versión tradicional en castellano difiere de la de su país o región de origen. Ese es el caso de Lérida y Gerona, que en catalán es Lleida y Girona; de La Coruña (A Coruña en gallego) o de Álava (Araba en vasco), por citar algunos nombres.

Como estos ejemplos coinciden con topónimos en los que, para usos oficiales, se puede emplear indistintamente la denominación en castellano o en la lengua autonómica, la Academia dejó claro el pasado mes de mayo, cuando se aprobó la Ortografía, que no le da preferencia a un empleo sobre otro. Sencillamente se limita a determinar cómo se dicen en castellano esos nombres.

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