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Recursos literarios fónicos: aliteración...

Estas figuras retóricas juegan con el sonido y musicalidad de las palabras.

26 de marzo de 2024. Estandarte.com

Qué: Eufonía, aliteración, onomatopeya, calambur, paranomasia, similicadencia.

La eufonía es la sonoridad agradable que resulta de la acertada combinación de los elementos acústicos de las palabras. Conseguirla es uno de los objetivos de los recursos estilísticos fónicos, aquellas figuras de lenguaje que utilizan los sonidos de la lengua con un fin expresivo y estético. Como en todo, hay que saber utilizarlos y hacerlo en su justa medida para que su exceso no mate su viveza y el brillo que otorgan a la narración.

Como indica Viviana H. Fernández en el Diccionario práctico de figuras retóricas y términos afines, “la clasificación de las figuras retóricas siempre ha dado lugar a divergencias, puesto que no son pocas las que comparten características de uno y otro tipo”. La aliteración y la onomatopeya son las figuras fónicas por excelencia, pero hay otros recursos que también juegan con el sonido que navegan entre fronteras difuminadas entre unos recursos y otro.

 

Aliteración

Consiste en repetir ciertos sonidos (normalmente, las consonantes al inicio de una palabra o en sus sílabas acentuadas) a lo largo de un verso, estrofa o frase. Con ello se consigue ritmo, armonía y una sensación melódica que contribuye a transmitir mejor el mensaje e, incluso, a memorizarlo, ya se trate de una composición literaria, publicitaria, didáctica o un trabalenguas.

Hay aliteración en versos como ese Caminante, no hay camino / se hace camino al andar de Antonio Machado o en A las aladas almas de las rosas, de Miguel Hernández. También es la culpable de que nos atasquemos con trabalenguas como el de los tres tristes tigres que comen trigo en un trigal o con ese Pablito clavó un clavito.

Cuando esa repetición no persigue un fin expresivo –o lo persigue, pero no lo logra– y lo que crea es una disonancia desagradable se habla de cacofonía.

 

Onomatopeya

Con onomatopeya nos referimos a la formación de una palabra por imitación del sonido de aquello que designa o a la palabra cuya forma fónica imita el sonido de aquello a lo que se refiere. Es el plas de una bofetada, el tic tac del reloj o el quiquiriquí del gallo. ¿Qué aporta al texto? Expresividad, fuerza plástica e inmediatez porque dice mucho con muy poco.

 

Calambur

El Diccionario de la lengua define calambur como “agrupación de varias sílabas de modo que alteren el significado de las palabras a que pertenecen, como en este es conde y disimula”. Puede ser considerado como una figura de pensamiento si se atiende más al significado, pero si se presta atención a la sonoridad de las palabras está bien enmarcada entre las figuras del lenguaje fónicas. Esconde algo de juego y bastante de inteligencia y de dominio del lenguaje, la homonimia, la paronimia y la polisemia.

Hay una anécdota curiosa en torno a ese recurso: se cuenta que Quevedo se había propuesto llamar a la reina coja a la cara y lo hizo echando mano de un calambur: Entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad escoja.

Da mucho juego en adivinanzas como ¿Qué será?, ¿qué será? que en la mesa siempre está (la respuesta: quesera) o Este banco está ocupado por un padre y por un hijo. El padre se llama Carlos; el hijo, ya te lo he dicho (Esteban).

 

Paranomasia

Con la paranomasia lo que hace el escritor es colocar cerca palabras de pronunciación parecida (parónimos), pero significado diferente. De nuevo, andamos a caballo entre una figura de pensamiento y una fónica y el recurso subraya la relación de semejanza-diferencia entre las palabras. Ejemplos como este de Gabriel Celaya con la sonoridad que logra hablan de su eficacia en el plano fónico: Todo chilla abierto y hay que empezar / como tontos, como tantos, como todos.

 

Similicadencia

Esta figura de lenguaje consiste en repetir dos o más palabras que finalizan con la misma flexión o accidente gramatical. Así, utiliza sustantivos o adjetivos con el mismo género y número o verbos conjugados en mismo tiempo y persona. Tomamos como ejemplo, como lo hace el Diccionario de la lengua en su definición, este de Don Juan Tenorio de José Zorrilla: Partid los días del año / entre las que ahí encontréis. / Uno para enamorarlas, / otro para conseguirlas, / otro para abandonarlas, / dos para sustituirlas / y una hora para olvidarlas.

Comentarios en estandarte- 1

1 | Javier Sebastián 20-02-2023 - 21:14:02 h
Muchas gracias. Me servirá para aprender a leer mejor y mejor escribir.