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Jajaganda, burla y descrédito

Insulto y humor como herramientas de desinformación.

07 de noviembre de 2022. Estandarte.com

Qué: significado de jajaganda

Jajaganda: significado y ejemplosÚltimamente se ha puesto sobre la mesa un término curioso, simpático por su fonética, aunque antipático por su significado. Se trata de jajaganda: desinformar a través del insulto. En castellano, el original hahaganda se ha traducido como jajaganda; las dos primeras sílabas conducen a la onomatopeya de la risa y ganda, por su parte, a propaganda.

El origen del término se atribuye al académico letón Solvita Denise-Liepnice, uno de los autores de un informe de la OTAN de 2017. El trabajo estudiaba de forma exhaustiva cómo los medios de comunicación rusos desinformaban a través del humor, analizando, por ejemplo, los chistes con los que caricaturizaban a los líderes políticos norteamericanos. Un documento de la Unión Europea contra la desinformación que analiza la intromisión electoral y la desinformación pro Kremlin, señala a Denise-Liepnice como quien sugirió la palabra hahaganda para referirse a ese tipo de desinformación que ridiculiza a través del chiste. Ni el tema ni la palabra parece que vayan a perder actualidad; el hecho de ponerle un nombre es una forma de denunciar y prevenir contra ellos.

Llamada a crear corrientes de opinión, la jajaganda explota el humor para compensar la falta de datos y de evidencias. Saca punta a rasgos físicos, condiciones sociales, estereotipos…; juega con el lenguaje, con los dobles significados, con las imágenes, etc. Utiliza instrumentos humorísticos eficaces, enriquecedores y valiosos desde el punto de vista comunicativo, el problema es que lo hace de forma perniciosa y con el fin de desinformar. Tiene algo de meme porque se propaga como él de forma viral y, en ese sentido, su gran aliado se encuentra en las redes sociales. Nada mejor que hacer ruido, que sembrar la duda y distraer la atención, desplazar el foco: desinformar. El objeto (víctima) de la jajaganda (un partido político, una activista, una ideología…) queda ridiculizado y, mofa tras mofa, su imagen va perdiendo credibilidad.

Ejemplos hay muchos, pero como en Estandarte no somos “jajagandistas” no vamos a repetirlos porque sabemos que su poder está precisamente en la propagación. Humor, sí (y mucho); para desinformar, no, gracias. 

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