Consummatum-Est: hombres y mujeres movidos por el deseo vivido como una tragedia

27 de agosto de 2024. Iván de la Torre

Yaqui (pseudónimo del poeta, periodista, guionista y músico argentino Patricio Mc Gough) creó, junto al genial Oswal (Osvaldo Walter Viola), esta extraordinaria novela gráfica formada por historias que son eróticas sin volverse nunca pornográficas, protagonizadas por hombres y mujeres movidos por el deseo, una fuerza que los supera y contra la cual no pueden hacer nada para oponerse, aunque los lleve directamente a la desgracia y la muerte.

A diferencia de los tradicionales tebeos argentinos, donde el sexo era un recurso para aumentar las ventas, aquí el guionista ofrece tramas inteligentes, atractivas y llenas de matices, que sirven para entender cómo, a lo largo de los siglos, y en diferentes escenarios, todo cambia, menos el corazón del hombre.

La conclusión de Yaqui es que el amor, y su hermano gemelo, el sexo, solo traen desgracia a la vida de determinadas personas: «¡Hombres y bestias! Me pregunto en qué consiste la diferencia. En unos el hambre anula la inteligencia y, en otros, la satisfacción aturde el instinto. ¿Qué nos queda?».

O, para decirlo en palabras de Lucius, el soldado romano que se había resistido a la pasión, entregado solamente a su carrera política: «Entonces empezó aquello que llaman amor y todo naufragó en mí. ¡Yo era uno más en la tragedia humana! ¡Yo que había encarnecido a los Dioses me arrodillaba ante Mayten!».

La primera historia ya marca el tono general de Consummatum-Est, esa perfecta mezcla de tragedia y sensualidad, con Fidias, “griego y eunuco favorito del Rey de Persia”, buscando vengarse de Daimon, el hombre que lo privó de sus atributos masculinos cuando apenas era un niño.

En la segunda historia, Othar ve como su madre hace el amor con diferentes sujetos y la narración transmite, de manera perfecta, las sensaciones contradictorias, entre el rechazo y la atracción, que experimenta el pequeño: «¡La noche es terrible para Othar! A su madre, Menfeh, le crecen brazos y piernas, y es una forma que se ondula, una sorda batalla de tentáculos, una muerte y una resurrección que no puede entender. Y es inútil cerrar los ojos porque la pesadilla también es un olor animal que desfigura a los otros, los de la luz. Y también está el sonido, ese jadeo que cae, que resbala del lecho de su madre».

Ante una situación, para él todavía incomprensible, el niño le ruega a su dios: «¡Ay, Amón-Ra...! Todas las noches los demonios se apoderan de mi madre, la hermosa Menfeh... ¡Destrúyelos, Amón-ra! ¡Destrúyelos, por favor!».

Consummatum-Est muestra que, sin importar el tiempo y el lugar (Persia en el 475 A.C.; Egipto en el 1500 A.C.; Galia Transalpina 56 A.C.; China 227-210 A.C.), todos los seres humanos pueden sufrir las diferentes formas del amor o el deseo, incluyendo las más extremas, como la relación prohibida entre dos hermanos (Paolo: «¡Oíd mi pecado! ¡Amo a mi hermana Francesca! ¡La amo y no puedo arrepentirme! ¿Hay perdón para mí? ¿Lo hay...?») o la atracción sexual que sienten las bailarinas sagradas por los toros sagrados de Creta («Saltar sobre la testuz de la bestia-símbolo muestra solo el perfil audaz del bailarín. Pero también hay que enamorar al Minotauro, elogiar la pureza del horror que bruñe las agudas astas y eludir su peso fantástico sin dejar de rozar su piel escarchada con espumarajos de sudor y sangre. Para eso hay que pretender una vida posterior a la vida y entregarse a la erótica voluptuosidad de un animoso sacrificio»).

Oswal contó: “Consummatum-est es una serie que ha caminado muy bien en Europa. Y trabajo con Yaqui, que es fundamentalmente un gran amigo, el de las charlas de café, es un placer. No sólo hablamos de historietas: nos une la poesía, la literatura, la filosofía. Para colmo, Yaqui también dibuja. El argumento lo escribe él, pero el guion lo preparo yo. Y de esa puesta en cuadro surgen cambios que comentamos. Aunque hay un principio y un fin en cada uno, estamos metidos el uno en el otro. Yaqui se llama Patricio McGough y guiona historietas circunstancialmente. Es ante todo es escritor y poeta. Le publican sus libros con el nombre de Patricio Peñaloza; escribe, además, letras de música popular”.

Su colega, el reconocido guionista y dibujante Oscar Capristo, no ahorró elogios para este trabajo: “La serie Consummatum-est contaba historias originales, todos relatos de un gran amigo de Oswal: el poeta e historietista Patricio Mc Gough. Patricio escribía textos en formato de cuento para Oswal, quien luego transformaba esas narraciones en guiones y los dibujaba. La serie de episodios unitarios relata historias dramáticas y humanas, cada una en un momento de la historia de la humanidad. Fue publicada en blanco y negro; y luego en color en la revista Cimoc y editorial Norma de España. Recuerdo haber visto en el estudio de Osvaldo una maqueta de cartón gris -que ocupaba toda la mesa- de la casa del alquimista; y para el episodio de los druidas vi la historieta completa dibujada a tamaño original, con lápices de colores, en papel gris de almacén –ese que se usaba para envolver el fiambre y el azúcar–. Todo estudio era poco para Oswal. Cada episodio de esta serie es una joya. Oswal fue un gran artista y un autor con todas las letras; pero además fue un obrero laborioso del dibujo profesional. Muchas veces, cuando la tarea de artista gráfico y narrador se cortaba, Osvaldo era requerido por sus habilidades de dibujante profesional. Él fue dibujante publicitario; hizo story board; caligrafía; ilustró tapas de libros; ilustró en revistas; hizo historietas para televisión; e ilustró un montón de cursos por correspondencia. Una bibliografía completa de Oswal y un análisis complejo de cada obra es una tarea pendiente para la ilustración argentina”.

Consummatum-est fue publicada en España, ante la falta de interés de los editores argentinos, algo que el dibujante siempre lamentó: “Es lindo publicar afuera, pero es hacer algo, entregarlo y que haya un silencio absoluto, no hay feedback. Y eso no está bueno. Cuando laburaba en la revista Anteojito me llegaban cartas; vos ponías una idea y algo vibraba entre la gente. Te dabas cuenta cuando una cosa caminaba y cuando resultaba indiferente. Cuando trabajás para afuera, dibujás para un público que no conocés”.