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Rafael Alberti, artista total

Su poesía y su pintura plasmaron su historia y la de España.

10 de marzo de 2024. Estandarte.com

Qué: Biografía de Rafael Alberti

Una poderosa vocación artística fue el eje que vertebró la trayectoria de Rafael Alberti. Solo la política pudo competir con ella, pero como ambas no son incompatibles, tanto política como literatura –y también la pintura– se integraron y ordenaron, encontrando su hueco, en la larga vida de Rafael Alberti. 

Casi llegó a centenario; murió el 28 de octubre de 1999 y hubiera cumplido 97 años el 16 de diciembre. Ese día, pero a comienzos del siglo, en el año 1902, nacía en El Puerto de Santa María, Cádiz. 

Su formación comenzó junto a los jesuitas, demasiado estricta para el niño que aún era y que acabó expulsado. Con quince años se trasladó a Madrid con su familia. Le atraía la pintura, le deslumbró el Museo del Prado y se inició en este arte donde no le iba nada mal: en 1920 concurrió con su obra al Salón Nacional de Otoño y dos años más tarde exponía ya en el Ateneo de Madrid. Pero la inquietud por la poesía empieza a desperezarse en la cabeza del pintor y da un salto mientras Alberti trata de recuperar la salud en la sierra de Guadarrama. Es este tiempo de convalecencia, reordenación y pensamiento emerge Mar y tierra. Pleno. Con su primera obra poética, convertida luego en Marinero en tierra, obtiene el premio Nacional de Literatura en 1924. 

Es joven, buen pintor, poeta de éxito y además está en el sitio adecuado en el momento justo: en Madrid, en la época dorada de la Residencia de Estudiantes donde traba amistad con Federico García Lorca, Pedro Salinas, Jorge Guillén, Dalí, Luis Buñuel, Vicente Aleixandre, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, José Bergamín....

Su participación en el homenaje a Góngora, en Sevilla, que sirve de aglutinante del grupo poético conocido como la Generación del 27, lo integra también como parte importante de la misma.

Su poesía, que había arrancado pegada a la tierra, a los recuerdos de su infancia y su pueblo, “andalucísima”, según el calificativo de Juan Ramón Jiménez, se vuelve más experimental, surrealista y vanguardista. El giro se aprecia en obras como Cal y canto y muy especialmente en Sobre los ángeles. Publica ambas en 1929, un año antes de conocer a quien será su primera esposa: María Teresa León, con quien se casará en 1933. Con ella comparte también compromiso político. Ambos fundarán en el 34 la revista revolucionaria Octubre. En el 36, cuando estalla la guerra, Alberti desempeña el cargo de Secretario de la Alianza de Intelectuales Antifascistas. Los años de la guerra son difíciles, pero frenéticos de actividad. Alberti viaja (a París, a Moscú…), dirige la revista El mono azul, es nombrado director del Museo Romántico, estrena piezas como Los salvadores de España, Radio Sevilla… Todo sin abandonar la poesía. En toda la obra de esta época subyace una intención de denuncia social y de lucha por sus ideales políticos.

En el 39 ya no es posible continuar viviendo en España. Alberti y María Teresa León marchan al exilio. Tras un breve paso por París llegan a Argentina. Allí nacerá su hija Aitana y allí vivirán los siguientes 23 años entre conferencias, recitales, publicaciones, viajes, exposiciones… De esta larga época de exilio nacen libros muy variadas como los recuerdos en forma de memorias de La arboleda perdida o los versos que recrean su afición recuperada: A la pintura. También son de este periodo la obra teatral Noche de guerra en el Museo del Prado o La Gallarda.

En el 63 comienza el regreso. Primero Alberti y María Teresa León se trasladan a Europa, instalándose en Roma. Por otro lado, en España aparece su primer libro desde la guerra civil: Summa taurina. En la capital italiana, Alberti sigue prestando atención a todas las artes que cultiva: pintura, poesía, teatro… A veces las combina como X sonetos romanos, que incorpora grabados originales suyos. En otras ocasiones se trata de homenajear a otro como a Pablo Picasso, para quien escribe Los ojos de Picasso, un poema con grabados y dibujos en color. Otras el tributo se lo lleva él, como cuando se estrenó en la Scala de Milán un ballet basado en poemas de Sobre los ángeles. Es época de ser agasajado: en 1972 cumple 70 años, está en el exilio y un grupo de artistas italianos y españoles le dedica la exposición Con Alberti per la Spagna.

Pero habrían de pasar aún siete hasta poder regresar a España. Lo hará en abril de 1977. Sus primeras palabras al descender del avión fueron: "Me fui con el puño cerrado y vuelvo con la mano abierta en señal de concordia entre todos los españoles". A las múltiples facetas artísticas ya conocidas de Alberti se suma una más: recitales. Nuria Espert fue una de sus compañeras habituales en estas sesiones, pero también compartió escenario con el actor Francisco Rabal y el cantautor Paco Ibañez.

Se suceden también los premios y reconocimientos, desde los más prestigiosos como el Premio Nacional de Teatro en 1981 o el Cervantes en 1984, hasta los más populares, muchos de ellos en su tierra natal.

En 1988 muere la que tantos años había sido su compañera, María Teresa León. Dos años más tarde se casa con María Asunción Mateo y prosigue su ajetreada vida como escritor, conferenciante, pintor… La vida le alcanzará para, en 1994, ver constituirse la Fundación que lleva su nombre y bajo su presidencia. Sus últimos libros publicados será sendas antologías: en 1994, Solo la mar, que reúne su poesía marítima; y un año después Canción de canciones, en colaboración con María Asunción Mateo, una recopilación de poesía amorosa en castellano. Murió el 28 de octubre en su casa de El Puerto de Santa María. Fue incinerado para acabar formando parte del mar de su bahía gaditana, al que tantas veces había cantado. Y no solo del mar. Alberti formaba parte ya de la ajetreada historia del siglo XX, no porque su larga vida se lo hubiera permitido –que también–, sino porque con sus palabras de poeta y sus manos de artista había sido uno de sus principales actores.

 

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