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Ted Chiang: el mítico autor que en 30 años sólo escribió 19 relatos
Pero Ted Chiang ganó los premios más importantes del género y deslumbró a Barack Obama.
12 de febrero de 2025. Iván de la Torre
Qué: Biografía de Ted Chiang

Ted Chiang (1967) se convirtió en uno de los autores más jóvenes y exitosos de la ciencia ficción gracias a una serie de cuentos que lo consagraron cuando tenía poco más de veinte años, permitiéndole ganar cuatro premios Hugo y cuatro premios Nébula.
Todo empezó en 1989 cuando, tras acudir al “Clarion Workshop”, un taller para aspirantes a escritores de ciencia ficción y fantasía, Chiang publicó sus primeros relatos, historias que tuvieron un impacto similar al de J. G. Ballard y Alfred Bester al mostrar un talento maduro que parecía capaz de entretener, sorprender y encantar incluso a los lectores más exigentes.
En un campo donde se premia la productividad y los autores solo pueden sobrevivir publicando varias novelas al año, el joven autor dejó bien claro, desde el comienzo, que seguiría su propio camino: “No tengo muchas ideas para escribir historias. Si tuviera más ideas, las escribiría, pero por desgracia sólo me vienen a intervalos largos. Probablemente me describan mejor como un escritor ocasional. No quiero obligarme a escribir novelas para ganarme la vida. Soy perfectamente feliz escribiendo historias cortas a mi propio ritmo. Quiero que mis obras reflejen sentimientos humanos profundos, pero ése no es mi principal objetivo como escritor. Mi objetivo principal tiene que ver con plantearme cuestiones filosóficas y hacer experimentos mentales, intentando dilucidar las consecuencias de ciertas ideas”.
Chiang solo publicó 8 historias entre 1990 y el 2001, pero el impacto de cada una de ellas fue tan fuerte que 7 fueron nominadas a los premios más importante del género: La torre de Babilonia ganó el premio Nébula y quedó finalista del premio Hugo; Dividido entre cero fue nominada al premio Locus; Comprende fue finalista del premio Hugo; La historia de tu vida ganó el premio Nébula y el premio Theodore Sturgeon y quedó finalista del premio Hugo; Setenta y dos letras fue finalista del premio Hugo, del premio Theodore Sturgeon y del premio Mundial de Fantasía; El infierno es la ausencia de Dios ganó el premio Hugo, el premio Nébula y el premio Locus; y ¿Te gusta lo que ves? fue finalista del premio Theodore Sturgeon.
De esta primera década de trabajo destacan tres historias: La torre de Babilonia, que muestra, a través de un obrero, cómo se levanta, paso a paso, una imponente construcción que pretende llegar al cielo («Ahora estaba claro por qué Yahvé no había derribado la torre, no había castigado a los hombres por desear llegar más allá de los límites que tenían impuestos…»); La historia de tu vida, sobre una lingüista que habla de su relación con los extraterrestres que llegaron a nuestro planeta mientras rememora la inesperada muerte de su única hija, a los 25 años, conectando ambos hechos de una manera tierna y, al mismo tiempo, brutal («Desde el comienzo sabía cuál era mi destino, y elegí mi camino de acuerdo con él. Pero, ¿estoy viajando hacia un extremo de alegría, o de dolor? ¿Conseguiré un mínimo, o un máximo? Estas preguntas están en mi mente cuando tu padre me pregunta: ¿Quieres tener un hijo?»); y El Infierno es la ausencia de Dios que ofrece una nueva versión del drama bíblico de Job a través de «la historia de un hombre llamado Neil Fisk, y de cómo llegó a amar a Dios. El acontecimiento fundamental en la vida de Neil fue un suceso tan terrible como habitual: la muerte de su mujer, Sarah. La muerte de ella le obligó a volver a considerar su propia relación con Dios, y al hacerlo comenzó un viaje que le cambiaría para siempre».
El impacto de esta historia fue tan fuerte, que Chiang se sintió obligado a explicar cómo se le ocurrió la idea: “De entrada, quise escribir un relato sobre los ángeles después de ver la película Ángeles y demonios, un thriller sobrenatural escrito y dirigido por Gregory Widen. Durante mucho tiempo intenté pensar en una historia en la que los ángeles fueran personajes, pero no se me ocurría una idea que me gustase; sólo cuando comencé a pensar en los ángeles en tanto que fenómenos de poder aterrador fui capaz de seguir adelante con el cuento. (Quizá estaba pensando subconscientemente en Annie Dillard. Más tarde me acordé de que ella escribió que si los creyentes tuvieran más fe, se pondrían un casco en la cabeza cuando fueran a la iglesia y se atarían a los reclinatorios). Pensar en desastres naturales me llevó a pensar en el problema del sufrimiento de los inocentes. Desde la perspectiva religiosa se ha ofrecido una enorme gama de consejos a aquellos que sufren, y parece evidente que no hay una única respuesta que pueda satisfacer a todo el mundo; lo que consuela a una persona inevitablemente le parece a otro escandaloso. Piensen en el Libro de Job, por ejemplo. Para mí, una de las cosas menos satisfactorias del Libro de Job es que, al final, Dios recompensa a Job. Dejen a un lado la cuestión de si los nuevos hijos pueden compensar la pérdida de los anteriores. ¿Por qué Dios le devuelve algo a Job? ¿Por qué ese final feliz? Uno de los mensajes básicos de ese libro es que la virtud no siempre es recompensada; que a las buenas personas les suceden cosas malas. Job finalmente acepta esto, probando su virtud, y por consiguiente es recompensado. ¿No les parece que esto debilita el mensaje?”.
En el 2019, Chiang publicó Exhalación, su segunda colección de relatos, que logró dos reconocimientos muy poco comunes para los autores de ciencia ficción: fue elegida, por el prestigioso New York Times, como uno de los 10 mejores libros del año; y el ex presidente Barack Obama no dudó en alabarla públicamente: “ciencia ficción que te harán pensar, lidiar con preguntas profundas y hacerte sentir más humano. El mejor tipo de ciencia ficción”.
En esta colección aparecen nuevos clásicos del escritor, comenzado por el perturbador El ciclo de los objetos de software, una impactante historia sobre un hombre y una mujer que se convierten en “padres”, cariñosos y sobreprotectores, de programas informáticos creados usando Inteligencia artificial y deben enfrentar el hecho de que sus “hijos” podrían desaparecer cuando la tecnología que los inventó quede obsoleta.
Chiang remarcó: “La ciencia ficción está llena de seres artificiales que brotan completamente formados, igual que Atenea de la cabeza de Zeus, pero no creo que la conciencia realmente funcione de esta manera. Según nuestra experiencia con las mentes humanas, se requieren al menos veinte años de esfuerzo constante para producir una persona útil, y no veo ninguna razón por la que el proceso de enseñar a un ser artificial vaya a ser más rápido. Quería escribir una historia sobre lo que podría suceder durante esos veinte años. También me interesaba la idea de las relaciones emocionales entre humanos e IA. Si queremos otorgarle a una IA responsabilidades importantes, entonces necesitará buenas respuestas a estas preguntas. Eso no va a suceder cargando las obras de Kant en la memoria de un ordenador; va a requerir el equivalente a una buena crianza de los hijos”.
Otro de los relatos impactantes del libro es El comerciante y la puerta del alquimista, que toma el tradicional formato de los cuentos de Las mil y una noches para narrar la historia de un hombre que asegura haber creado un portal que permite viajar en el tiempo, la excusa perfecta para seguir las peripecias de diferentes personajes, según el uso que hacen del invento (El cuento del cordelero afortunado, El cuento del tejedor que se robó a sí mismo; El cuento de la esposa y el amante…)
El comienzo del relato muestra la habilidad de Chiang para manejar diferentes registros: «Me llamo Fuwaad ibn Abbas, y nací aquí en Bagdad, Ciudad de la Paz. Mi padre era comerciante de grano, pero durante la mayor parte de mi vida he trabajado como proveedor de tejidos de calidad, comerciando con seda de Damasco, lino de Egipto y bufandas de Marruecos brocadas en oro. Alá es el principio de todas las cosas, pero, con el permiso de Su Majestad, comienzo mi historia por el día en que di un paseo por el distrito de los herreros. Necesitaba comprar un regalo para un hombre con el que tenía que hacer negocios, y me habían dicho que sabría apreciar una bandeja de plata. Después de trastear durante media hora, me di cuenta de que una de las tiendas más grandes del mercado había cambiado de propietario. Era un puesto bien situado que debía de haber sido costoso adquirir, así que entré a examinar su mercancía….
Bashaarat me miró y sopesó la situación.
—Hace poco he construido algo que quizá lo haga cambiar de opinión. Sería usted la primera persona a quien se lo enseño. ¿Le apetecería verlo? Esta es una Puerta de Años. Los dos lados de la puerta están separados por un intervalo de veinte años».
Sobre esta historia, Chiang contó: “A mediados de la década de los noventa, el físico Kip Thorne estaba en medio de la gira de presentación de uno de sus libros cuando asistí a una charla en la que explicó cómo podría, en teoría, crearse una máquina del tiempo que obedeciera a la teoría de la relatividad de Einstein. Me pareció absolutamente fascinante. El cine y la televisión nos han empujado a imaginarnos las máquinas del tiempo como vehículos en los que viajas, o algún tipo de teletransportador que nos lleva a una era diferente. Pero lo que Thorne describió fue más bien un par de puertas donde todo lo que entra o sale de una, saldrá o entrará por la otra en un lapso de tiempo fijo más tarde. En la mayoría de las historias de viajes en el tiempo se da por sentado que es posible cambiar el pasado, y aquéllas en las que no es posible resultan a menudo trágicas. Aunque todos podemos comprender el deseo de cambiar cosas en nuestro pasado, quería intentar escribir un relato de viajes en el tiempo donde la incapacidad para cambiar nada no fuera necesariamente motivo de tristeza. Pensé que un entorno musulmán podría funcionar, porque la aceptación del destino es uno de los artículos básicos de fe en el Islam. Entonces se me ocurrió que la naturaleza recurrente de las historias de viajes en el tiempo podría encajar bien con la convención de cuentos dentro de cuentos estilo Las mil y una noches, y eso se me antojó un experimento interesante”.
El tercer cuento destacado del libro es La verdad del hecho, la verdad del sentimiento, donde Chiang muestra qué pasaría si tuviéramos las herramientas adecuadas para ver, en retrospectiva, nuestra vida tal como sucedió realmente y no como la recordamos.
El inmenso éxito de sus cuentos no hizo que el escritor produjera más trabajos. Consultado por su insistencia en mantener una baja producción literaria en comparación de sus colegas (Isaac Asimov se jactaba de escribir 13 libros por año), Ted confesó: “No comienzo un relato hasta que en mi cabeza está completamente construido y, de hecho, suelo escribir el último párrafo en primer lugar. En muy pocas ocasiones tengo que modificarlo. Creo es que mi método de escritura el que me hace ser menos prolífico. Supongo que soy de esa clase de escritores que disfrutan más con el hecho de haber escrito que con el proceso de escribir en sí mismo. Actualmente trabajo como freelance, de modo que parte del año hago escritos técnicos por contrato y el resto del año me tomo tiempo libre para escribir ficción. Es demasiado difícil para mí realizar los dos trabajos al mismo tiempo, ya que ocupan la misma parte de mi cerebro”.
Eso queda demostrado por los hechos: en 30 años, Chiang solo publicó 19 relatos, pero al menos 7 de ellos son obras maestras comparables a los mejores cuentos de Jorge Luis Borges.
Comentarios en estandarte- 4
1 | Luz María Mikanos
12-07-2024 - 01:41:53 h
Una descripción exacta de este autor y su obra, que a través
de la ficción urguetea en la profundidad de temas puntuales. Muy bueno para el análisis.
2 | Mario
12-07-2024 - 01:44:29 h
Sorprende que un escritor de ciencia ficción tenga tanta calidad en sus relatos que haya ganado tantos premios o sido finalista de prestigiosos certámenes, todo al mismo tiempo. No conocía a Chiang así que intentaré ponerme al día con su obra
3 | Ivan
12-07-2024 - 16:30:13 h
Muchas gracias por tu comentario, Luz, siempre enriquecen mis textos!
4 | Ivan
12-07-2024 - 16:31:02 h
Si, Mario, es un autor inmenso, pero con una obra pequeña en cantidad, pero gigantesca en impacto. Es el Borges de la cf