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San Juan de la Cruz: vida y obras
Con su poesía intensa elevó el misticismo a las cumbres más altas.
22 de septiembre de 2024. Estandarte.com
Qué: Biografía de San Juan de la Cruz
Juan de Yepes y Álvarez (Juan San Matías y más tarde Juan de la Cruz) nació en Fontiveros (Ávila) en 1542. No tuvo una infancia fácil, eran tres hermanos y la muerte de su padre dejó a la familia en una situación económica rayana en la pobreza más extrema. Y por ser eso, pobre de solemnidad, fue admitido en el Colegio de Los Niños de la Doctrina.
Ese tiempo escolar le salvó del analfabetismo y le obligó a compaginar estudio y trabajo (ayudar en misas y oficios, acompañar entierros, pedir limosna…). El siguiente paso en su proceso de formación lo completó en el colegio de los jesuitas. Allí pasó cuatro años (1559-1563) y también allí se vio obligado a trabajar, aprendió a leer y escribir en latín, estudió retórica, tradujo a Cicerón, Julio César, Ovidio, Horacio y Marcial, y allí su formación humanista le acercó inevitablemente al Renacimiento.
La vocación religiosa le llevó a profesar como carmelita en 1963; cuatro años más tarde celebró su primera misa y conoció a Santa Teresa –ese encuentro supuso un fundamental acontecimiento en su devenir–; convencido por sus argumentos, se unió a la tarea reformadora iniciada por la religiosa.
Fundó varios conventos con la nueva regla y se vio inmerso en la convulsión y el duro enfrentamiento entre los carmelitas calzados y los descalzos. Perteneciente y defensor de estos últimos, no escapó de la cárcel y en 1577 fue recluido en un convento en Toledo durante ocho meses; se fugó y meses después viajó a Andalucía donde continuó con su labor fundadora y obtuvo cargos en la Orden hasta que en 1591 cayó de nuevo en desgracia y se vio desposeído todas sus atribuciones. En este difícil momento se preparó para marchar a América, pero la muerte ese mismo año quebró todos sus planes.
Fue la suya una vida laboriosa, de continuo ir y venir con la mira puesta en la defensa de los carmelitas descalzos y de su forma de ver el mundo religioso. Aunque tarde, dejó tras de sí una obra extraordinaria, plena de misticismo, con un lenguaje sugerente, transparente, elegante (el Renacimiento está presente), inspirado no en la razón sino en la iluminación.
Su obra, escasa pero intensa, tiene su máxima representación en los tres poemas mayores: Noche oscura del alma, Cántico espiritual y Llama de amor vivo, considerados como la cumbre y el máximo exponente de la poesía mística. Las siguientes estrofas, extraídas de Cántico espiritual, e inspiradas en el Cantar de los Cantares, ponen de manifiesto el ansia de unión mística y su manera de expresarlo. Canta la esposa (el alma):
“¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste
habiéndome herido;
salí tras ti, clamando y eras ido.
Pastores los que fuerdes
Allá por las majadas al otero;
Si por ventura vierdes
Aquel que yo más quiero
decidle que adolezco, peno y muero (…)”
Fray Luis de León (1527- 1591); Santa Teresa de Jesús (1515-1582) y San Juan de la Cruz representaron, cada uno con un estilo diferente, el esplendor de la literatura ascética y mística. El primero dejó una obra de una asombrosa pureza ascética, mientras que Santa Teresa y San Juan, unidos por tantos intereses, se dejaron llevar por un misticismo, no exento de ascetismo.
San Juan quiso expresar la realidad invisible del amor divino y lo hizo con un lenguaje vivo, de gran sensibilidad, expresividad e inteligencia que bebía de distintas fuentes: “[…] San Juan de la Cruz funde una sólida base bíblica con la tradición occidental, de trasfondo clásico, con un poco de lírica popular pastoril, todo ello con un cierto aroma oriental, lo que confiere a sus poemas una personalidad única, que despierta interés en culturas de todo el mundo”, indica el sitio web sanjuandelacruz.com de la Orden del Descalzo Seglar en el análisis de su obra.
San Juan de la Cruz murió en Úbeda (Jaén) en1591; fue canonizado en 1726 y declarado Doctor de la Iglesia en 1926.
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