Rodrigo Fresán entrevista a Paul Auster

28 de diciembre de 2010. Emilio Ruiz Mateo

España, Argentina y Francia son tres de los países que más fanáticos de Paul Auster reúnen. Sabemos que hay muchos de ellos entre nuestros lectores, por eso queremos contarles que el suplemento Radar del diario argentino Página 12 ha publicado recientemente una entrevista realizada por Rodrigo Fresán a Paul Auster. Nosotros la hemos disfrutado, y queremos compartirla. En cierta medida, lo confesamos, lo hicimos dejándonos llevar por el morbo que supone ver cómo uno de los especialistas en literatura actual más activos y mediáticos del momento, Fresán, entrevista a un tótem como Auster, más aún después de leer la crítica negativa que hizo a su última novela, Sunset Park, en el ABC Cultural. Lo cierto es que Fresán echa mano de la devoción que siente por las mejores obras del americano (Trilogía de Nueva York, la película Smoke) y prácticamente pasa de largo por Sunset Park… Una crítica casi exacta a la que leímos en ese ABC Cultural se publica en Radar junto a la entrevista, por lo que no hay doble juego. Bien por el suplemento que se atreve a publicar ambas (¡esperemos que no ocurra lo mismo que en aquel desgraciado incidente entre el Babelia de El País e Ignacio Echevarría!). Se puede amar a un escritor y no aplaudirle todas sus novelas.

En la entrevista se repasan los temas más característicos del escritor, sin que falten las casualidades (“Ya lo sé: Paul Auster y el azar. Ya es casi un lugar común. No, en serio, el concepto del azar no me atrae”) o anécdotas tan jugosas y sinceras como esta: “Sólo una vez me sentí importante y trascendente desde el punto de vista literario. Fue hace muchos años. Acababa de terminar un libro y yo no tenía duda alguna de que era algo genial. Así que salí al jardín para comunicárselo a la humanidad y allí estaba mi hija Sophie, por entonces un bebé, y quien detesta que yo cuente esto... Pero, bueno, allí estaba ella, defecando alegremente. Y yo tuve que limpiar todo eso. Y, de pronto, todo volvía a estar en su sitio y, por supuesto, yo ya no era un genio porque, en primer lugar, nunca lo había sido. En cualquier caso, el tema –el ser o no ser– jamás volvió a preocuparme u ocuparme desde ese día en el jardín”. Una vez más, Paul Auster.