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Octavia Estelle Butler: la escritora que cambió para siempre la ciencia ficción
Una autora obsesionada con el sexo, la esclavitud y el poder, el vínculo entre el conocimiento ancestral y la eventual supervivencia.
05 de agosto de 2024. Iván de la Torre
Qué: Biografía de Octavia Estelle Butler
Octavia Estelle Butler (1947-2006) fue criada por su abuela porque, tras la muerte de su padre, su madre debió trabajar como sirvienta prácticamente todo el día para poder mantenerla.
La escritora contó que, “para escapar de la soledad”, comenzó a leer: “Mi madre tenía la costumbre de traer a casa todos los libros que tiraba la gente para la que trabajaba. Solo le habían dejado estudiar tres años en la escuela. Luego la habían puesto a trabajar. Creía fervientemente en el valor de los libros y la educación. Quería que yo tuviera lo que a ella le habían negado. No sabía qué libros me podrían servir, así que todo lo que encontraba en la basura me lo traía. Tenía libros amarilleados por el tiempo, libros sin tapas, con cosas escritas o dibujos de ceras, con manchas de cosas derramadas, cortados, rasgados, hasta parcialmente quemados. Yo los apilaba en cajones de madera y estanterías de segunda mano y los leía cuando estaba preparada. Algunos eran demasiado avanzados para mi edad cuando los conseguía, pero los leía según iba creciendo”.
Butler relató el momento exacto en que decidió convertirse en escritora: “A los doce años, estaba viendo una mala película de ciencia ficción titulada Devil Girl from Mars y decidí que desarrollar una historia mejor. Apagué la televisión y lo intenté. Y he estado escribiendo ciencia ficción desde entonces”.
Sin embargo, la autora no romantizó sus comienzos: “Me pasé la adolescencia y gran parte de mi veintena acumulando negativas impresas. En mis comienzos, mi madre perdió sesenta y un dólares con veinte centavos: una cuota de lectura que cobraba un supuesto agente por leer uno de mis impublicables relatos. Nadie nos había dicho que los agentes no cobraban nada por adelantado, que no se les pagaba hasta que vendían tu trabajo. Y que entonces se tenían que llevar el diez por ciento de lo que generase tu trabajo. La ignorancia sale cara. Esos sesenta y un dólares con veinte en aquel entonces eran más dinero del que pagaba mi madre por un mes de alquiler. Tenía veintitrés años cuando, al fin, vendí mis dos primeros relatos. Los dos se los vendí a escritores y editores que estaban dando clase en Clarion, un taller para escritores de ciencia ficción al que yo asistía. Con el tiempo, uno de ellos se publicó. El otro, no. No vendí una sola palabra en otros cinco años. Entonces, al fin, vendí mi primera novela. ¡Gracias a Dios nadie me dijo que vender algo llevaría tanto tiempo, aunque tampoco me lo habría creído! Desde entonces he vendido ocho novelas. Las pasadas Navidades pagué la hipoteca de la casa de mi madre”.
La primera novela publicada por Butler fue Pattermaster (1976) que da comienzo a su serie Patternist, formada por Mind of my mind (1977), Survivor (1978), Wild Seed (1980) y Clay's Ark (1984).
La saga ya explora todos los temas centrales de la escritora (raza, sexualidad, lucha de clases, racismo, ingeniería biológica y poder) a través de dos personajes centrales: Doro, un hombre nacido en África hace miles de años que sobrevive transfiriendo su conciencia de un cuerpo a otro, y Anyanwu, una sanadora que cambia de forma.
Orson Scott Card no ocultó su admiración por el trabajo de Butler: “La historia trata sobre Doro, un personaje nacido miles de años atrás. Es inmortal, no porque su cuerpo no muera, sino porque cuando quiera que su cuerpo está a punto de morir —o en otras circunstancias—, su espíritu o esencia inmediata e involuntariamente salta a la persona más cercana, adueñándose de su cuerpo por completo. El espíritu desplazado deja de existir, mientras que Doro vive en el cuerpo de su víctima. Butler quería contar la historia de la relación de Doro con Anyanwu, una mujer con sus propios talentos extraordinarios: una cambiaformas, una sanadora”.
En 1979, la escritora publicó la novela Parentesco, que usa los viajes en el tiempo para hablar de la esclavitud en los Estados Unidos a través de Dana, una mujer afroamericana que es inexplicablemente transportada desde 1976 a una plantación de Maryland a comienzos del siglo XIX, donde se encuentra con su antepasado: «La casa, los libros se desvanecieron también. Todo se desvaneció. De pronto me encontré al aire libre, arrodillada en el suelo, bajo los árboles. Estaba en un sitio muy verde, al borde de un bosque. Ante mí corría un río tranquilo y hacia el centro del río había un niño chapoteando, gritando… ¡Se estaba ahogando! Y luego el hombre, la mujer, el niño y el rifle…, todo se desvaneció. Volvía a encontrarme en la sala de estar de mi casa, de rodillas en el suelo, a pocos pasos de donde me había caído unos minutos antes. Estaba de nuevo en casa, mojada y llena de barro, pero intacta. Al otro lado de la habitación estaba Kevin, de pie, helado, mirando el sitio donde yo estaba antes».
Butler describió al libro como una “siniestra fantasía sin ciencia” (al no dar ninguna explicación científica sobre los desplazamientos temporales) y remarcó: “Creo que la gente realmente necesita pensar qué sucede cuando se tiene a toda la sociedad en contra tuya”.
En 1987, la escritora comienza una nueva trilogía llamada Xenogénesis donde cuenta como unos pocos humanos son salvados por una raza extraterrestres pocos antes de que la Tierra quede prácticamente arrasada por un brutal holocausto nuclear.
Lilith, la protagonista de la historia, despierta en una nave espacial tras 250 años de hibernación y sus anfitriones, los oankali, le explican que fue elegida para convencer al resto de los sobrevivientes de unirse a ellos en un apareamiento controlado con el fin de repoblar la Tierra; el problema es el aspecto de los oankali: «No tenía nariz…, ni protuberancia ni ventanillas, simplemente una piel plana y gris. Todo él era gris: piel gris pálido, un cabello de un gris más oscuro en su cabeza, que crecía hacia abajo alrededor de sus ojos, orejas y garganta. Había tanto cabello por delante de los ojos, que se preguntó cómo podría ver. El largo y espeso cabello parecía surgir tanto de dentro de las orejas como de alrededor de las mismas. Por encima, se unía al cabello de los ojos y, por abajo y por detrás, al del cráneo. La isla de cabello de la garganta parecía moverse un poco. Podía ver que sólo tenía zonas oscuras, donde los tentáculos crecían muy densos. Lo mismo ocurría con los lados de su cabeza, allá donde deberían haber estado las orejas. Y en su garganta había como unas aberturas; los tentáculos que las rodeaban no parecían tan oscuros como los otros: eran lóbregamente traslúcidos, como pálidos gusanos grises».
El extraterrestre le explica a Lilith la inmensa tarea que tiene por delante: «Despertará usted a un pequeño grupo de humanos, todos ellos angloparlantes, y les ayudará a aprender a tratar con nosotros. Les enseñará también las habilidades de supervivencia que nosotros le enseñaremos a usted. Toda esa gente procederá de lo que ustedes llamaban sociedades civilizadas, y ahora tendrán que aprender a vivir en la selva, a construirse sus propios refugios, a procurarse la comida, y todo eso sin la ayuda ni de máquinas, ni del exterior. Les daremos herramientas manuales, equipo simple y también alimentos, hasta que empiecen a construirse por ustedes las cosas que necesiten y a recoger sus propias cosechas. Y ya les hemos armado contra los microorganismos más mortíferos. Hemos ayudado a su mundo a restaurarse. Hemos estudiado sus cuerpos, su forma de pensar, su literatura, sus archivos históricos, sus muchas culturas… Sabemos, más que ustedes mismos, de lo que son capaces».
La serie está formada por Amanecer (1987); Ritos de madurez (1988) e Imago (1989).
Tras el éxito de esta trilogía, Butler comenzará una nueva saga, integrada por las novelas La parábola del sembrador y La parábola de los talentos, protagonizada por Lauren Oya Olamina, una adolescente “hiperempática” de 15 años que intenta sobrevivir en un aterrador futuro cercano: «Vivo en un barrio-pecera minúsculo, rodeado de muros y sin salida, y soy la hija del pastor. Me parece una locura vivir sin un muro que te proteja. Incluso en Robledo, la mayoría de los indigentes (okupas, borrachuzos, yonquis, gente sin hogar en general) son peligrosos. Están desesperados o locos, o las dos cosas a la vez. Cualquiera puede ser un peligro. Encima, siempre les pasan cosas malas. Se arrancan unos a otros las orejas, los brazos, las piernas… Padecen enfermedades que no se tratan y las heridas se les infectan. No tienen dinero para comprar agua con la que lavarse, así que hasta quienes no están heridos sufren úlceras. No comen suficiente, por lo que están desnutridos (o comen alimentos en mal estado y se intoxican)».
En ese entorno, violento y sumamente represivo, la adolescente desarrollará una nueva religión llamada “Semilla terrestre”.
Butler confesó en varias entrevistas su intención de escribir una tercera novela para cerrar la saga llamada Parable of the Trickster, pero sufrió un bloqueo creativo y nunca pudo desarrollar la idea.
Aunque publicó muy pocos cuentos (“Las ideas que más me interesan tienden a ser grandes”, confesaba), entre las obras cortas de la escritora destaca Hija de la sangre, una aterradora narración corta sobre una raza extraterrestre llamada tlics que usa a los seres humanos para reproducirse: al igual que Úrsula K. Le Guin, Butler desafió los prejuicios de sus lectores haciendo que solo los hombres puedan quedar “embarazados” de estas criaturas.
La historia describe, de manera muy cruda, lo que sucede durante el “parto”: «T’Gatoi encontró la primera larva. Era gorda y de color rojo oscuro por la sangre de Lomas, por dentro y por fuera. Ya se había comido la cáscara, pero al parecer no había empezado con su huésped todavía. En esta fase se comería cualquier carne salvo la de su madre. En algún momento habría empezado a comer. Para cuando se hubiera abierto camino al exterior, comiéndose la carne de Lomas, este estaría muerto o moribundo, y sería incapaz de vengarse de la cosa que lo estaba matando. Siempre había un periodo de gracia desde el momento en el que el huésped caía enfermo hasta que las larvas se lo empezaban a comer. Explorando por entre la carne de Lomas, T’Gatoi encontró otras dos, una de ellas, más pequeña y vigorosa. Unos gusanos más pálidos asomaron en la carne de Lomas. Cerré los ojos. Era peor que tropezar con algo muerto, putrefacto y lleno de diminutas larvas de animal. Y mucho peor que cualquier dibujo o diagrama. T’Gatoi encontró una larva, aun comiéndose su cáscara. Lo que quedaba de ella aún estaba conectado a un vaso sanguíneo con su propio tubito o gancho o lo que fuera. Así era como se anclaban las larvas y así se alimentaban también. Solo tomaban sangre hasta que estaban listas para salir. Entonces se comían la cáscara de su huevo, elástica y dilatada. Después se comían a su huésped».
El niño protagonista de la historia confiesa: «Toda la vida me habían dicho que esto era algo bueno y necesario que tlics y terranos hacíamos juntos: una especie de parto. Me lo había creído hasta ahora. Sabía que el parto era doloroso y sangriento, sí o sí. Pero esto era otra cosa, esto era peor».
Por este impactante relato, la escritora ganó los dos premios más importantes del género: el Hugo, otorgado por los lectores, y el Nébula, concedido por sus colegas.
Butler murió, imprevistamente, el 24 de febrero de 2006, a los 58 años a consecuencia de un infarto; poco antes de su muerte, en una de las escasas entrevistas que concedió, se describió a sí misma como una “cómoda ermitaña asocial en medio del pesimismo de Seattle, y si no tengo cuidado, una feminista, una negra, y, por último, baptista, con una combinación imposible de ambición, pereza, inseguridad, certidumbre e impulso espontáneo”.
La crítica cultural Lovia Gyarkye despidió a la escritora con palabras cálidas y exactas: “Octavia E. Butler pasó la mayor parte de su vida excavando en el pasado y observando el presente para construir historias en sintonía con los problemas de la sociedad y el sombrío futuro. Estaba obsesionada con temas amplios y retorcidos: intimidad y sexo, jerarquía y poder, el vínculo entre el conocimiento ancestral y la eventual supervivencia. Siempre hay, al parecer, un libro de Butler para nuestros tiempos”
Comentarios en estandarte- 2
1 | Luz María Mikanos
09-08-2024 - 05:49:44 h
Está reseña es increíble! Fascinante! Gracias De la Torre y Estandarte por incluir algo tan bien detallado y poco conocido. Gracias!
2 | Ivan
11-08-2024 - 23:12:15 h
Muchas gracias, querida Luz!