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Los hermanos Grimm, rescatadores de cuentos y leyendas populares

Coleccionistas de cuentos, padres de la filología alemana.

14 de octubre de 2024. Estandarte.com

Qué: Los hermanos Grimm

Los hermanos Grimm eran seis, pero aquí nos interesan dos de ellos: aquellos coleccionistas de cuentos que, por sus estudios e investigaciones, son considerados fundadores de la filología alemana.

Jacob Grimm (Hanau, Hesse, 5 de enero de 1785-Berlín, 20 de septiembre de 1863) era, según le recuerda el museo de Kassel Grimm Welt, resolutivo, reservado y poco convencional, un gran observador y una persona ordenada que disfrutaba de la soledad entre libros y se revelaba ante las injusticias.

Su hermano Wilhelm Grimm (Hanau, Hesse, 24 de febrero de 1786-Berlín, 16 de febrero de 1859) compartía la pasión por los libros y las lecturas; era paciente y emocional, sociable y –también según Grimm Welt– amigable. Ambos tuvieron estudios de Derecho, trabajaron en el entorno bibliotecario y fueron profesores universitarios en Kassel, Gotinga y Berlín.

Trabajadores infatigables, en una época en la que el francés le comía terreno al alemán, decidieron estudiar la lengua y el folclore germánicos y salvar del olvido historias con un gran valor para la antropología cultural.

Se dedicaron a rescatar cuentos y leyendas populares de tradición oral. Para ello recordaron lo que se les había contado de niños y, sobre todo, escucharon a la gente con la que se encontraban en sus viajes.

El mismo Wilhelm narró uno de esos encuentros: “La señora Viehmann estaba todavía fuerte y tenía cincuenta y tantos años (...) Guarda en su memoria estas antiguas historias, don del que no disfruta todo el mundo, y las cuenta concienzudamente, con vivacidad y con evidente placer. Tras la primera narración espontánea, repite con lentitud, a petición nuestra, de modo que con un poco de práctica se puede escribir al dictado, palabra por palabra. Hemos recogido así muchos cuentos, con fidelidad absoluta. Cuantos dicen que los textos de la tradición oral no pueden transmitirse con exactitud porque continuamente se falsean, y que por tanto es imposible que perduren en su forma exacta, tendrían que escuchar a esa mujer, que jamás se aparta de su narración y es de lo más puntillosa en los detalles. Cuando repite una historia nunca hace cambios, y si se equivoca en algún punto se da cuenta enseguida y lo corrige. En el pueblo, que sigue un antiguo modo de vida sin mutaciones, la fidelidad a los modelos heredados es más profunda de cuanto sería comprensible para nosotros, dada nuestra manía por el cambio”. 

Los hermanos comenzaron a recopilar estos cuentos en 1806 y seis años más tarde publicaron la primera edición de los Cuentos de la infancia y del hogar, con muchas notas y la invitación a los lectores a que contribuyeran a completar la colección. Fue el respeto a los originales, tanto en el fondo como en la forma, lo que les convirtió en un material valiosísimo.

Hubo muchas revisiones y en 1825 apareció la Small Edition, ilustrada por su hermano Ludwig Emil y que ha traspasado fronteras y formatos –son incontables las versiones cinematográficas de algunos de ellos– y sobrevivido al paso del tiempo, aunque en demasiadas ocasiones edulcorados porque la dureza de algunos de ellos no se ajustaba a las demandas del público y no pasaba la censura.

Entre esta colección de cuentos, que fue ampliada en 1857 y conocida como Cuentos de hadas de los hermanos Grimm, están historias tan conocidas como Hansel y Gretel, Rapunzel, Blancanieves

Con motivo del 200 aniversario de la publicación de los cuentos, Nórdica editó Blancanieves y Hermano y hermanita y otros dieciséis cuentos que no están en los libros y que, según la presentación de la editorial, en época de los Grimm aparecieron en periódicos y revistas de forma aislada y que no sufrieron las alteraciones comerciales.

En su catálogo, Media Vaca rescata en El señor Korbes y otros cuentos de Grimm, historias menos conocidas y lo hace con la traducción de Pedro Gálvez que ha procurado ser fiel a “la forma directa y tosca, pero encantadora” –según la describe la editorial– de los originales, sin añadidos ni retoques.

Pioneros como folcloristas por estas recopilaciones de cuentos y por las de leyendas, también hay que recordar la importancia de los estudios de Wilhelm de la tradición medieval y de Jacob sobre historia de la lengua con obras tan importantes como la Gramática alemana (1819-1837), que es considerada el origen de la filología germánica.

A Jacob se debe también la conocida como Ley Grimm que se basa en la descripción de la naturaleza de las modificaciones fonéticas sufridas por las lenguas germánicas.

Desde 1838 y hasta la muerte de ambos trabajaron en una obra colosal: el Diccionario alemán, un diccionario etimológico que dejaron inconcluso y en el que, tras ellos, trabajaron distintas generaciones de lingüistas hasta concluirlo en 1961. Es considerado como una de las cumbres de la filología alemana.

 

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