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Vida y obras de Lope de Vega

El autor que renovó el teatro con una genial síntesis entre lo culto y lo popular.

23 de febrero de 2024. Estandarte.com

Qué: Biografía de Félix Lope de Vega

Biografía de Lope de VegaLope de Vega es uno de los grandes nombres del Siglo de Oro. Contemporáneo de Quevedo, Góngora y Calderón, nació en Madrid a finales de 1562 (el 25 de noviembre o el 2 de diciembre, no hay unanimidad entre las fuentes) y fue un autor muy prolífico, que comenzó a escribir pronto y que abordó todos los géneros, sobresaliendo de manera singular como dramaturgo. En Madrid, estudió en varios colegios, entre ellos el de la Compañía de Jesús, y después se cree que completó su formación en las universidades de Alcalá de Henares y Salamanca. Buen estudiante y curioso, leyó e indagó durante toda su vida en muy diferentes materias.

Conocido como el Fénix de los ingenios, es considerado como el primer dramaturgo español moderno, que renovó y transformó las normas del teatro anterior y dio forma a la comedia. En su obra Arte nuevo de hacer comedias (1609) recogió en una especie de manifiesto en verso esas innovaciones por las que ya había sido aplaudido en los escenarios de los corrales y que apostaban por la libertad de temas a la hora de mezclar comedia y tragedia; respetaba la unidad de acción aristotélica, pero no las de tiempo y espacio; adaptaba lenguaje a cada personaje, aun cuando las obras estuvieran escritas en verso, y proponía que estas se organizaran en tres actos, en vez de en cuatro. Todo ello acercaba el teatro al pueblo (“Y cuando he de escribir una comedia / encierro los preceptos con seis llaves / … porque, como la paga el vulgo es justo / hablarle en necio para darle gusto”). Llevaba al escenario las acciones y las costumbres de la sociedad y –como también lo hacía en su obra lírica– dejaba huellas de lo que le ocurría en su vida, marcada especialmente por sus pasiones amorosas.

En 1583, el mismo año que participó como soldado en la expedición a las Azores, conoció a Elena Osorio, hija de Jerónimo Velázquez, empresario para quien Lope escribía comedias. Se enamoró y mantuvo relaciones con ella, con sus altibajos, durante más de cuatro años; cuando estas terminaron empezaron a circular por Madrid unos libelos que difamaban a la familia Velázquez. Por ellos, Lope fue acusado, detenido, encarcelado y condenado al destierro. Lo cumplió en Valencia, donde se trasladó en febrero de 1588 y permaneció hasta 1590 con su mujer Isabel de Urbina, con la que había casado en mayo de 1588. El 29 de mayo de ese año se embarcó en Lisboa como voluntario de La Armada Invencible; según él, a bordo del galeón San Juan escribió La hermosura de Angélica; pero los estudiosos de la vida y obra de Lope han puesto en duda que realmente el dramaturgo llegara a salir de La Coruña, donde el barco hizo escala.

Isabel es la Belisa de sus poemas, mientras que Elena está representada en los personajes de Filis, Zaida y Dorotea. Isabel falleció en 1594 en Alba de Tormes, donde vivía con Lope, protegido por los duques. En 1595 pudo regresar a Madrid, donde ya era famoso y reconocido como autor teatral. Durante su etapa valenciana llevo a cabo una intensa labor literaria: sus comedias se las disputaban los empresarios de Madrid y Valencia y sus poemas se difundían por toda España. En 1598, con el cierre de los teatros por orden de Felipe II por razones de moralidad, Lope fue secretario del marqués de Malpica y del de Sarriá. Un año después, cuando se levantó la prohibición, escribió e hizo representar Bodas entre el Alma y el Amor Divino. De esta época son también El Isidro y La Dragontea, epopeya sobre la muerte de sir Francis Drake y las gestas de los españoles que se enfrentaron a él. Se cree que Lope utilizó esta épica sobre un episodio de la historia nacional para asentar su carrera literaria ante el nuevo gobierno del recién llegado al trono Felipe III. En 1604 publicó una complicada novela, El peregrino en su patria, en la que insertó la lista de las obras que llevaba escritas hasta entonces: 219 comedias con solo 41 años.

Su nuevo amor es Micaela Lujan –Camila Lucinda en sus versos–, con la que a lo largo de los quince años de relación (hasta 1608) tuvo cinco hijos, a pesar de que ella estaba casada y de que Lope contrajo matrimonio, al parecer por conveniencia, en 1598 con Juana de Guardo. Se cree que Micaela fue la inspiración de la obra poética de tono más apacible de Lope.

En 1612 sufrió mucho con la muerte de su hijo Carlos Félix (se dice que era su preferido), pero no le faltó humor para crear comedias como El perro del hortelano, con sus enredos y situaciones confusas divertidas. Juana murió en 1613 y Lope en 1614 –tras sufrir una grave crisis emocional– se ordenó sacerdote, lo que no impidió ni que siguiera escribiendo ni que mantuviera relaciones sentimentales. En 1616 conoció a Marta de Nevares: la Amarilis de sus poemas y cartas y la Marcia Leonarda de sus novelas, con quien estuvo hasta la muerte de esta en 1632; los últimos años cuidándola después de que en 1623 se quedara ciega y luego perdiera la razón. De 1620 son El caballero de Olmedo, una obra en la que el amor, la muerte y el destino son tratados con ironía trágica en una síntesis entre lo culto y lo popular. La Dorotea, de 1632, considerada por muchos su obra maestra, cuenta sus amores juveniles con Elena Osorio y establece un vínculo con la última pasión de su vida, Marta de Nevares. En 1633 su égloga Amarilis poetiza su historia de amor con Marta. Con otra égloga recordaría a su hijo Lope Félix a su muerte en un naufragio en 1634 y, con otra, narraría la huida de casa el 17 de agosto de 1634 de su hija Clara, que le produjo una enorme tristeza. Una semana después, el 24 de agosto, sufrió un desmayo, los médicos le hicieron una sangría; el 25 todavía tuvo fuerzas, lucidez y brillantez para escribir el poema Al Siglo de Oro y el 27 de agosto de 1634 falleció. Madrid se volcó con las pompas fúnebres, el cortejo pasó por el Convento de las Trinitarias Descalzas, por petición de sor Marcela, una de sus hijas. Fue enterrado en la iglesia de San Sebastián, pero unos años después, por falta de pago, sus restos pasaron a una fosa común. Muchos de los poemas de los últimos tiempos se publicaron póstumamente en La vega del Parnaso (1637).

El tiempo no ha hecho más que dar la razón a autores como Tirso de Molina o Cervantes en sus alabanzas a Lope. Aunque en la primera parte del Quijote, Cervantes arremetió contra Lope –el poeta y dramaturgo hizo lo mismo contra Cervantes–, más adelante reconoció su genio: “Entró luego el monstruo de la naturaleza, el gran Lope de Vega, y alzose con la monarquía cómica; avasalló y puso debajo de su jurisdicción a todos los farsantes […]”. Ese genio que explica que hoy día sus obras se sigan representando, que haya teatros con su nombre, que su casa sea un museo en el que no cesan las actividades en torno a su obra y al teatro en general y que sigan emocionándonos versos como estos:

“Quiero escribir, y el llanto no me deja,
pruebo a llorar, y no descanso tanto,
vuelvo a tomar la pluma, y vuelve el llanto,
todo me impide el bien, todo me aqueja”.


 

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