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Ray Bradbury: el hombre que enamoró a todo el mundo y llenó de terror y soledad a Jorge Luis Borges

El autor usaba la fantasía, el terror y la ciencia ficción para hablar de los temas que lo emocionaban.

02 de enero de 2025. Iván de la Torre

Qué: Biografía de Ray Bradbury

Ray Bradbury (1920-2012) se sintió fascinado por la ciencia ficción desde que era un niño: “Cuando tenía ocho o nueve años comenzaron a aparecer las revistas de ciencia ficción en Estados Unidos. Yo quería vivir en las revistas, en sus edificios, quería ser parte de ese futuro. En 1929 llegó la Gran Depresión, y comencé a coleccionar las revistas de Buck Rogers... Los chicos se reían de mí, porque yo creía en el futuro. A partir de los doce años escribí al menos mil palabras por día. Estaba profundamente influido por mi querida amiga Leigh Brackett”.

Tras casi una década puliendo su estilo, Bradbury finalmente logró publicar Pendulum (1941), su primer relato, y rápidamente se convirtió en uno de los autores más importantes del género gracias a un estilo poético que lo diferenciaba de los escritores más emblemáticos de la época, como su contemporáneo Isaac Asimov, empeñado en mostrar el futuro o contar las maravillas de la robótica.

A Bradbury no le interesaba describir grandes inventos científicos ni predecir que pasaría con la humanidad en los próximos siglos, lo que realmente le importaba era usar la fantasía, el terror y la ciencia ficción para hablar de los temas que lo emocionaban: “Durante esos años empecé a hacer listas de títulos, a escribir largas líneas de sustantivos. Eran provocaciones, en última instancia, que hicieron aflorar mi mejor material. Las listas decían más o menos así: EL LAGO. LA NOCHE. LOS GRILLOS. EL BARRANCO. EL DESVÁN. EL SÓTANO. EL ESCOTILLÓN. EL BEBÉ. LA MULTITUD. EL TREN NOCTURNO. LA SIRENA. LA GUADAÑA. LA FERIA. EL CARRUSEL. EL ENANO. EL LABERINTO DE ESPEJOS. EL ESQUELETO. En esa lista, en las palabras que simplemente había arrojado al papel confiando en que el inconsciente, por así decir, alimentara a los pájaros, empecé a distinguir una pauta. Empezó a hacerse obvio que estaba aprendiendo de mis listas de nombres, y que además aprendía que, si los dejaba solos, si los dejaba salirse con la suya, es decir con sus propias fantasías y miedos, mis personajes harían por mí el trabajo. Por ejemplo, miré la lista, vi ESQUELETO y recordé las primeras obras de arte de mi infancia. Dibujaba esqueletos para asustar a mis primitas. Ahora las ideas venían más rápido, y todas de mis listas. Subía a rondar por los desvanes de mis abuelos y bajaba a sus sótanos. Escuchaba las locomotoras de medianoche que aullaban por el paisaje del norte de Illinois, y era la muerte, un cortejo funeral que se llevaba a mis seres queridos a un cementerio lejano. Me acordé de las cinco de la mañana, de las llegadas del Ringling Brothers o el Barnum and Bailey en la madrugada y los animales desfilando antes del amanecer, rumbo a los prados vacíos donde las grandes tiendas se alzarían como setas increíbles. Me acordé de El Mago Piedranegra que jugaba con pañuelos y hacía desaparecer elefantes en el escenario de mi pueblo. Me acordé de mi abuelo, mi hermana y de varias tías y primas, para siempre en sus ataúdes, en camposantos donde las mariposas se posaban en las tumbas como flores y las flores volaban sobre las lápidas como mariposas. Y de esos recuerdos ocultos en los nombres, perdidos en las listas, empezaron a estallar, a explotar las historias”.

Los primeros grandes relatos de Bradbury se recopilaron en Dark Carnival (1947) y deslumbraron a un joven Stephen King: “Los mejores cuentos del primer Ray aparecieron en una maravillosa colección editada por Arkham House titulada Dark Carnival. Muchos de los cuentos originalmente publicados en Dark Carnival pueden encontrarse en una colección posterior, El país de octubre, disponible en bolsillo, en la que encontrará clásicos del horror visceral de Ray como La jarra, La multitud y la inolvidable El pequeño asesino.

La colección también incluye El emisario, posiblemente uno de los mejores cuentos del autor, sobre un niño “en cama, enfermo, que envía a su perro a que junte las estaciones en el cuerpo y vuelva a informarle”: «Supo que había llegado de nuevo el otoño, porque Torry entró retozando en la casa, trayendo con él un refrescante olor a otoño. En cada uno de sus perrunos rizos negros llevaba una muestra del otoño: tierra húmeda, con la humedad peculiar de aquella estación, y hojas secas, color de oro pajizo. El perro olía exactamente igual que el otoño. Torry calentó el delgado cuerpo de Martin con su calor perruno. Martin aspiró intensamente el olor que se desprendía del perro, un olor a tierra húmeda y a hojas secas. No le importaba que mamá gruñera. Después de todo, Torry era un recién nacido. Recién salido de las entrañas del otoño. tendido en la cama, con la mano apoyada sobre Torry, Martin conseguía que su mente reconstruyera cada uno de los paseos de Torry a través de los campos, a lo largo de la orilla del río, por los senderos bordeados de tumbas del cementerio, por el bosque… A través de su emisario, Martin podía ahora establecer contacto con el otoño».

Crónicas marcianas, de Ray BradburySin embargo, el libro que le dio fama y fortuna a Bradbury, convirtiéndolo en el gran referente de la ciencia ficción y la fantasía en todo el mundo, fue Crónicas marcianas (1950), una serie de relatos interconectados que hablan de la conquista del planeta rojo en historias de alto impacto donde destaca La tercera expediciónJorge Luis Borges quedó tan impresionado por el libro que aceptó escribir una introducción para su primera edición en castellano: “Su tema es la conquista y colonización del planeta. Esta ardua empresa de los hombres futuros parece destinada a la época, pero Ray Bradbury ha preferido (sin proponérselo, tal vez, y por secreta inspiración de su genio) un tono elegíaco. Los marcianos, que al principio del libro son espantosos, merecen su piedad cuando la aniquilación los alcanza. Vencen los hombres y el autor no se alegra de su victoria. Anuncia con tristeza y con desengaño la futura expansión del linaje humano sobre el planeta rojo -que su profecía nos revela como un desierto de vaga arena azul, con ruinas de ciudades ajedrezadas y ocasos amarillos y antiguos barcos para andar por la arena. Otros autores estampan una fecha venidera y no les creemos, porque sabemos que se trata de una convención literaria; Bradbury escribe 2004 y sentimos la gravitación, la fatiga, la vasta y vaga acumulación del pasado -el dark backward and abysm of Time del verso de Shakespeare. ¿Qué ha hecho este hombre de Illinois, me pregunto, al cerrar las páginas de su libro, para que episodios de la conquista de otro planeta me llenen de terror y de soledad?”.

El hombre ilustrado, de Ray BradburyEn 1951, Bradbury publicó El hombre ilustrado, una nueva colección de relatos donde destacaban títulos como La pradera, La última noche del mundo y, especialmente, La ciudad Estos son nuestros enemigos. Estos son los que esperamos desde hace tanto tiempo. Estos son los hombres de los que queremos vengarnos. El total es definitivo. Estos son los hombres de un planeta llamado Tierra, que hace veinte mil años declaró la guerra a Taollan, que nos esclavizó y nos arruinó y nos destruyó con una peste mortífera. Luego se fueron a vivir a otra galaxia, escapando a esa muerte que habían diseminado entre nosotros. Olvidaron aquella guerra, aquellos días, nos olvidaron. Pero nosotros no olvidamos. Estos son nuestros enemigos. Es indudable. Ha terminado nuestra espera»).

Dos años después, apareció Farenheit 451 (1953), una impactante novela corta sobre una represiva sociedad futura donde los bomberos, en vez de apagar incendios, se ocupan de quemar a las bibliotecas y a sus propietarios.

Bradbury confesó: “Escribí Fahrenheit 451 porque había oído hablar del incendio de la biblioteca de Alejandría y de los libros quemados por Hitler en Berlín. Eso me aterró porque era un bibliotecario (hombre de libros) y estaban tocando mi vida, todas esas grandes obras, toda esa gran poesía, todos esos maravillosos artistas, esos grandes filósofos. Luego me enteré de que Rusia estaba quemando libros detrás de escena, de tal forma que la gente no se enteraba. Y estaban matando a los autores. Y aprendí que si no tienes libros no puedes ser parte de una civilización ni de una democracia”.

El vino del estío, de Ray BradburyEn 1955 apareció El vino del estío, una emotiva novela donde Bradbury recrea su infancia en Illinois, uno de sus libros más personales y conmovedores: «El verano henchía el aire, el viento soplaba adecuadamente, el aliento del mundo era largo, tibio y lento. Bastaba levantarse y asomarse a la ventana para saber que éste era realmente el tiempo primero de la libertad y la vida, que ésta era la madrugada primera del estío. Douglas Spaulding, de doce años, abrió los ojos y dejó que el verano lo meciera perezosamente en su corriente nocturna. Acostado, sintió que cabalgaba en los elevados vientos de junio, con el alto poder que le daba el cuarto abovedado de un tercer piso».

Siete años después, Bradbury volvió a retratar su pueblo natal en La feria de las tinieblas (1962), uniendo varios de sus temas favoritos (la perdida de la inocencia, el valor de la lealtad, la transición de la niñez a la adolescencia) para contar la historia de Jim Nightshade y William Halloway, dos jóvenes acosados por el Sr. Dark, un aterrador personaje que quiere robarles sus almas.

Stephen King describió el libro como “la mejor novela de Bradbury: en la historia, una feria ambulante con el maravilloso nombre de El pandemónium de las sombras de Cooger y Dark, llega a Green Town trayendo consigo desgracia y horrores disfrazados de diversión y maravillas. Will Halloway y Jim Nightshade (y después el padre de Will, Charles) acabarán por descubrir cuáles son exactamente sus intenciones. El relato acaba centrándose en la lucha por una única alma, la de Jim Nightshade”.

Más allá de la trama fantástica, el eje de la historia es, una vez más, la vida del propio Bradbury, que se retrató a sí mismo y a su padre en la novela: “Conté prácticamente todo lo que jamás querré contar sobre mi adolescencia y sobre cómo me sentía acerca de esa cosa aterradora que es La Vida, acerca de ese otro terror, La Muerte, y la excitación producida por ambas. Pero sobre todo hice algo encantador sin saberlo. Escribí un himno a mi padre. No me di cuenta hasta una noche de 1965, un par de años después de que se hubiera publicado la novela. No tenía sueño y me levanté a hurgar en mi biblioteca, encontré la novela, volví a leer ciertos pasajes y me eché a llorar. ¡Mi padre estaba encerrado en la novela, para siempre, como el padre del libro! Ojalá hubiera vivido para leerse a sí mismo, para poder sentirse orgulloso de su valor en beneficio de su hijo que lo ama. Es el libro que más me gusta de todo cuanto he escrito. Lo adoraré, y a la gente que en él aparece (mi padre y Mr. Eléctrico, y Bill y Jim, las dos mitades de mí mismo durante tentadas y puestas a prueba) hasta el día de mi muerte”.

Además de sus ficciones largas, Bradbury siguió publicando cuentos (Todo el verano en un día, El aroma de la zarzaparrilla, Ícaro Montgolfier Wright) que posteriormente fueron recopilados en dos importantes colecciones de relatos: Las maquinarias de la alegría (1964) y Fantasmas de lo nuevo (1969). Hablando de sus cuentos, te recordamos la selección de veintiún relatos y un poema que publicó Minotauro: Siempre nos quedará París, de Ray Bradbury.

Gracias al éxito de estas historias, el escritor se convirtió en el gran referente de la ciencia ficción en todo el mundo, pero esa etiqueta le disgustaba mucho: “En mis obras no he tratado de hacer predicciones acerca del futuro, sino avisos. Los intelectuales, ya sean de derechas o de izquierdas, siempre tienen miedo a lo fantástico porque les parece tan real ese mundo que creen que estás intentando engañar y, evidentemente, así es. Creen que es malo para los niños vivir en un mundo de fantasía cuando en realidad es bueno: todos tenemos una vida interior fantástica muy rica. Vivimos en un mundo que nos absorbe con sus normas, con sus reglas y la burocracia, que no sirve para nada. Hay que tener mucho cuidado con los intelectuales y los psicólogos, que te intentan decir lo que tienes que leer y lo que no”.

Durante la década del sesenta y comienzos de los ochenta, Bradbury se concentró en adaptar su trabajo para cine y televisión, publicando muy pocas ficciones nuevas, hasta que reapareció, sorprendiendo a todos, con dos novelas policiales que fueron muy maltratadas por la crítica: La muerte es un asunto solitario (1985) y Cementerio para lunáticos (1990).

Tras otra década de silencio, el escritor pudo reivindicarse ante sus lectores con dos grandes títulos: De la ceniza volverás (2001), imperdibles relatos sobre la sobrenatural familia Elliot; y El verano de la despedida (2006), la esperada secuela de El vino del estío.

Bradbury murió el 5 de junio de 2012, a los noventa y un años, en Los Ángeles, California, y el presidente Barack Obama fue el encargado de despedirlo: “Para muchos estadounidenses, la noticia de la muerte de Ray Bradbury trajo inmediatamente a la mente imágenes de su trabajo, impresas en nuestras mentes, a menudo desde una edad temprana. Su don para contar historias reformuló nuestra cultura y expandió nuestro mundo. Pero Ray también entendió que nuestra imaginación podría usarse como una herramienta para una mejor comprensión, un vehículo para el cambio y una expresión de nuestros valores más preciados. No hay duda de que Ray continuará inspirando a muchas más generaciones con sus escritos, y nuestros pensamientos y oraciones están con su familia y amigos”.

El propio Bradbury había descrito, con su particular estilo, lleno de magia, poesía y picardía, cómo le gustaría despedirse de este mundo: “¿En cuanto a mi lápida? Me gustaría tomar prestado el gran poste de barbero que cuelga de la fachada de la peluquería, y conectarlo a medianoche por si por casualidad pasaras junto a mi tumba para saludar. Y allí estaría el viejo poste de barbero, encendido, sus brillantes ondas enroscándose llenas de misterio, girando y enroscándose en misterios mayores aún, eternamente. Y si vinieras de visita, trae una manzana para los fantasmas”.

 

Comentarios en estandarte- 2

1 | Luz María Mikanos 05-01-2025 - 05:28:34 h
Notable escritor y tan detalladamente expuesto en vida y obra en este artículo. Además la anécdota del padre es sensacional. Gracias por incluir artículos tan precisos y excelentes!

2 | Ivan 07-01-2025 - 22:00:22 h
Muchas gracias, querida Luz, aprecio tu mirada, siempre tan sensible, como la poeta y escritora que sos