Pasión por leer. Pasión por escribir.

Portada > Noticias > Autores > Juan Carlos Onetti: la tristeza como bandera

Juan Carlos Onetti: la tristeza como bandera

Un recorrido por la obra y la sensibilidad melancólica del maestro del relato existencial y la novela negra latinoamericana.

03 de noviembre de 2025. Iván de la Torre

Qué: Biografía de Juan Carlos Onetti

Juan Carlos Onetti fue, durante muchos años, parte de un selecto grupo de escritores que gozaban de un gran prestigio literario, pero pocos lectores.

Esto tenía completamente sin cuidado al autor nacido el 1 de julio de 1909, en Montevideo, Uruguay, que, por necesidades económicas, a comienzos de la década del treinta, siendo apenas un veinteañero, se instaló en Buenos Aires, donde comenzó El pozo, su primera novela: “En aquel tiempo fue cuando comencé a escribir. Trabajaba en una oficina ubicada en un sótano. La verdad es que el tabaco fue la causa de todo. Habían prohibido la venta de cigarrillos los sábados y domingos. Todo el mundo hacía su acopio los viernes. Un viernes me olvidé. Ante la desesperación de no tener tabaco escribí ante la máquina de un tirón. Fue la primera versión de El pozo”.

En 1934, Onetti conoce a Roberto Arlt, uno de los autores que más influiría en su trabajo, al compartir una visión irónica y despiadada de la sociedad, con historias protagonizadas por hombres y mujeres que parecen condenados a la soledad, la desdicha y la pobreza: “En aquel tiempo, yo padecía en Montevideo una soltería o viudez en parte involuntaria. Habia vuelto de mi primera excursión a Buenos Aires fracasado y pobre. Pero esto no importaba en exceso porque yo tenia 25 años, era austero y casto por amor, y, sobre todo, porque estaba escribiendo una novela ‘genial’ que bauticé Tiempo de Abrazar. Harto de castidad, nostalgia y planes para asesinar a un dictador, busqué refugio por tres días de Semana Santa en casa de Italo Kostia. Arlt me estuvo mirando, quieto, hasta colocarme en alguno de sus caprichosos casilleros personales. Comprendí que resultaría inútil, molesto, posiblemente ofensivo hablar de admiraciones y respetos a un hombre que siempre estaría en otra cosa. Arlt abrió el manuscrito con pereza y leyó fragmentos de páginas, salteando cinco, salteando diez. De esa manera la lectura fue muy rápida. Yo pensaba: ‘Demoré un año en escribirla’. Solo sentía asombro, la sensación absurda de que la escena hubiera sido planeada. Finalmente, Arlt dejó el manuscrito: ‘Lo que acabo de leer es la mejor novela que se escribió en Buenos Aires este año”.

El pozo, de Juan Carlos OnettiEn 1939 se funda en Montevideo el semanario Marcha y Onetti se convirtió en su secretario de redacción, aprovechando su posición para impulsar una renovación de la literatura uruguaya: “Hay un solo camino. El que hubo siempre. Que el creador de verdad tenga la fuerza de vivir solitario y mire dentro suyo. Que comprenda que no tenemos huellas para seguir, que el camino habrá que hacérselo cada uno, tenaz y alegremente, en definitiva, lo que necesita la cultura rioplatense. Una voz que diga simplemente quiénes y qué somos”.

En diciembre de 1939 finalmente apareció su primera novela, El Pozo, cuya edición original de 500 ejemplares tardó veinte años en agotarse. La historia está protagonizada por Eladio Linacero, el típico personaje onettiano que “agotado por la toma de conciencia del envilecimiento de la existencia humana y la futilidad de toda tentativa de comunicación” busca desplazarse “desde la realidad a la ficción” y “hacer algo distinto. Algo mejor que las cosas que me sucedieron. Me gustaría escribir la historia de un alma, ella sola, sin los sucesos en los que tuvo que mezclarse”.

Tierra de nadie, de Juan Carlos OnettiPoco después, Onetti publica Tierra de nadie (1941), su segunda novela, sobre “un grupo de gentes, que, aunque puedan parecer exóticas en Buenos Aires son, en realidad, representativas de una generación: una generación que, a mi juicio, reproduce veinte años después, la Europa de la postguerra. Los viejos valores morales fueron abandonados por ella y todavía no han aparecidos otros que puedan sustituirlos”.

Al año siguiente aparece Para esta noche (1942), basada en un hecho real, narrado a Onetti por dos anarquistas que habían logrado escapar de la España franquista tras la Guerra Civil: “Las diversas entrevistas me hicieron cambiar totalmente mi intención inicial. Llegué a ver realmente personajes y situaciones. Me vi a mi mismo intentando huir de una ciudad bombardeada”.

Ocho años después, en su novela La vida breve, el escritor crea el escenario donde transcurrirán gran parte de sus historias: la ciudad de Santa María.  

La vida breve, de Juan Carlos OnettiLa ficción retoma el argumento de El pozo, pero con una mayor libertad creativa porque Juan María Brausen logra trasladarse de su triste realidad cotidiana a la ficción que inventa: “Brausen hace algo muy corriente: se imagina en otra vida. Brausen simplemente se imagina a Santa María, cuando descubre que es un mundo posible, ya puede entrar. Eso le pasa a un hombre desgraciado como Brausen, hasta que descubre su poder y lo usa para él mismo en su mundo imaginario”.

Onetti publicará varios títulos muy importantes en los siguientes años (Los adioses (1954), Para una tumba sin nombre (1959) y La cara de la desgracia (1960)), pero serán dos novelas las que terminarán por consagrarlo como uno de los autores fundamentales de la literatura latinoamericana: El Astillero (1961) y Juntacadáveres (1964).

En estas ficciones aparece Larsen, el personaje más carismático de Onetti: "Yo estaba escribiendo Juntacadáveres y la llevaba mas o menos mediada, cuando de pronto, por una de esas, hice una visita a un astillero que existía en Buenos Aires. En realidad, eran dos: uno está en el Dock Sur, y el otro esta en la ciudad de Rosario. La empresa estaba en quiebra. Estaba pudriéndose, se estaba agujereando, deshaciendo. A mí lo que me importaba era la nueva visión. La nueva derrota. Por eso aparece Larsen”.

Juntacadáveres, de Juan Carlos OnettiJuntacadáveres cuenta el intento de Larsen por fundar un prostíbulo en Santa María. El nombre de la novela hace referencia a su protagonista, un vividor caído en desgracia, basado en una persona real: “Un día estaba yo en la mesa de uno de esos boliches, y un tipo abre la puerta y le pregunta al patrón: ‘Che, ¿vino Junta?’. El mozo dice no. Entonces yo le dije al mozo: ‘¿Quién es Junta?’. ‘No –me dijo– le llaman Junta porque le dicen Juntacadáveres, el hombre está en decadencia y solo consigue monstruos: mujeres pasadas de edad, o muy gordas, o muy flacas’”.

La novela fue finalista del prestigioso premio Rómulo Gallegos 1967, pero perdió frente a La casa verde de un jovencísimo Mario Vargas Llosa, quien en su discurso de aceptación se sinceró: “Otros escritores latinoamericanos, con más obras y méritos que yo, debieran ocupar mi lugar; pienso en el gran Onetti, a quien América Latina no ha dado el reconocimiento que merece”.

El astillero, de Juan Carlos OnettiEl Astillero narra el regreso de Larsen a Santa María como gerente de un astillero arruinado, con personajes que parecen resignados a perder lo poco que les queda.

El reconocimiento literario de Onetti como parte fundamental del nuevo “boom latinoamericano” (encabezado por García Márquez, Cortázar, Vargas Llosa y Fuentes) no impide que su situación personal se complique con la llegada de un gobierno militar a su país: en febrero de 1974 es detenido e internado durante tres meses en un psiquiátrico; apenas lo liberan, decide instalarse con su mujer en Madrid, España, donde vivirá el resto de su vida.

Durante varios años no puede escribir nada, pero finalmente logra terminar y publicar Dejemos hablar al viento (1979), que recibe el premio de la crítica española como mejor novela del año.

Onetti contó la génesis de la obra: “Tiene una primera parte en Montevideo. La segunda, que es la que ahora me agarró, sucede en Santa María. Por benevolencia de Brausen que me permite volver. Yo no se si te acordás de aquel tipo, jefe del destacamento policial [...] Ese tipo dispara de Santa María y se pone a buscar en Montevideo a gente que esté en iguales condiciones que él. Es decir, que haya disparado de Santa María sin permiso del autor o de Dios que es Brausen. [...] En Santa María quedaría una pareja. Ese pedazo, no porque lo haya escrito yo, es maravilloso”.

En 1981, Onetti recibe el premio Cervantes de literatura, considerado el Nobel de las letras hispanas.

En 1987 aparece su novela corta Cuando entonces, y en 1993 Cuando ya no importe.

Onetti falleció el 30 de mayo de 1994, a los 84 años de edad. Sus restos fueron cremados en el Cementerio de La Almudena (Madrid).

Mario Vargas Llosa reconoció el talento de su colega y explicó el motivo de su dificultad para llegar a una audiencia masiva: “La obra de Onetti no ha tenido el reconocimiento que hubiera merecido tener porque su mundo es pesimista, marcado por una negrura que exige del esfuerzo del lector”.

 

Comentarios en estandarte- 0