Henry Darger: el escritor de las enormes batallas y las desagradables tragedias

04 de septiembre de 2024. Iván de la Torre

Henry Darger (1892-1973) vivió una existencia muy solitaria mientras creaba, a lo largo de seis décadas, su gran saga fantástica sobre las hermanas Vivians, publicada tras su muerte bajo el título de La Historia de las Vivians, en lo que se conoce como Los Reinos de lo Irreal, sobre la Guerra-Tormenta Glandeco-Angeliniana causada por la Rebelión de los Niños Esclavos.

La historia trata sobre siete princesas preadolescentes que encabezan una rebelión contra la esclavitud infantil impuesta por los “glandelianos”, habitantes de un planeta alrededor del cual gira la Tierra.

Darger comenzó su extensa saga cuando solo tenía 18 años, impactado por el secuestro y asesinato de Elsie Paroubek, una niña que en El reino... recibe el nombre de Anna Arounburg, y terminó desarrollando una historia que sumó más de quince mil páginas y a la que ilustró con innumerables dibujos.

Además de su saga sobre las hermanas Vivians, Darger escribió una autobiografía titulada Historia de mi vida que permite entender algo de su compleja psicología: nacido en Chicago en abril de 1892, su madre murió en 1896 y en 1900, con tan solo 8 años, su padre lo mandó a un internado católico donde, por su extraño comportamiento (hablaba solo y hacía ruidos que molestaban a sus compañeros), lo internaron en un asilo para “débiles mentales” del que logró escapar a los 17 años.

Al volver a su barrio natal, Darger se enteró que su padre había muerto en 1905 y encontró trabajo limpiando un hospital, renunciando desde ese momento a cualquier tipo de vida social: hablaba con muy pocas personas, iba a misa todos los días y juntaba basura que acumulaba sistemáticamente en su pequeño cuarto.

En 1932 le alquiló al fotógrafo Nathan Lerner la habitación en la que viviría hasta poco antes de su muerte: un segundo piso en el North Side de Chicago.

El hombre contó: “Vi a Henry todos los días durante 40 años. Un hombre viejo, un recluso que nunca tenía visitantes, excepto por la rara visita de un sacerdote”.

En 1972, un Darger casi ciego le confesó a Nathan que ya no podía subir las escaleras para llegar a su cuarto y le rogó que lo ayudara a buscar otro sitio donde vivir.

Kiyoko, la viuda de Lerner, explicó el motivo de este pedido: “Henry consideraba a Nathan un guardián, un padre, y siempre lo llamaba señor. Nathan consiguió que las hermanas de la Caridad se hicieran cargo del anciano”.

Cuando el matrimonio comenzó a limpiar la pieza de Darger encontró los doce volúmenes de El reino de lo irreal rodeados por montañas de basura, pilas de periódicos viejos y miles de hojas de papel escritas a mano.

Lynne Warren, que entonces vivía en el vecindario y actualmente es curador del Museo de Arte Contemporáneo, se ofreció a ayudar con la limpieza y quedó shockeado por lo que vio: “Entre a un mundo totalmente nuevo. Realmente sentí que habia visto el interior de la mente de Henry”.

Darger murió el 13 de abril de 1973 y, cuatro años después, gracias a Lerner, el Hyde Park Art Center montó la primera exposición sobre El reino de lo irreal; en 2002 se inauguró un Centro de Estudios Henry Darger; y en 2005, la película de Jessica Yu sobre la vida del artista fue finalista del premio Oscar.

Convertido en leyenda y figura central del arte outsider (definido por Roger Cardinal como arte al margen del establishment oficial, realizado por autodidactas con talento), su trabajo ha inspirado a creadores como los hermanos Chapman, Paul Chan, Peter Coffin, Jesse Kellerman y Xavier Mauméjean; y a grupos musicales como The Vivians Girls.

El crítico John MacGregor, que escribió un libro de 720 páginas sobre Darger, remarcó: “Sólo ahora, después de su muerte, la riqueza de su ser se está desplegando en el mundo, en formas y en una medida que nunca podría haber imaginado. Los Reinos de lo irreal es una presentación obsesiva de la realidad del mal, una visión infinitamente elaborada del infierno en la Tierra. Es, en parte, una pregunta desesperada y terrible dirigida a un Dios pasivo y silencioso al que le preguntaba: ¿por qué permite que sucedan estas cosas? ¿Hasta dónde se le puede presionar antes de que intervenga? El contenido psíquico de Darger es único o inhumano. Todo lo que encontramos en Los reinos de lo irreal también se encuentra en la historia humana y en la mente humana in extremis. Las torturas que inventa Darger guardan un sorprendente parecido con las utilizadas en el martirio de los santos. El sadismo patológico y la ira asesina son una característica destacada del siglo en el que Darger escribía. Todas estas construcciones narrativas, por objetivas que puedan parecer inicialmente, reflejan contenido psicológico subjetivo, cambios de humor e impulsos elementales. El flujo de contenido en Darger está controlado, no por la lógica de la narrativa, sino por la necesidad interna”.

 

El reino de lo irreal de Henry Darger

La saga transcurre en un enorme planeta sin nombre alrededor del cual gira la Tierra, habitado por los esclavistas Glandelianos y sus vecinos, los católicos Abbieannianos.

Las heroínas de la saga son Violet, Joice, Jennie, Catherine, Hettie, Daisy y Evangeline, las siete hermanas Vivian, princesas del reino de Abbiennia, «niñas de gran belleza, con increíble coraje y genio militar, pequeñas santas», que encabezan una inmensa rebelión para liberar a los niños-esclavos de los gandelianos, enfrentándose a los ejércitos del general John Manley ayudadas por dragones llamados Blengins y héroes que suelen ser alter-egos apenas disfrazados del propio Darger.

Como los mártires de la Biblia, las Vivian y sus seguidores deben atravesar diferentes pruebas, recreadas en inmensas acuarelas que muestran un mundo fantástico con dragones, grandes tormentas y batallas demenciales donde los Gandelianos, vestidos con uniformes confederados, acogotan torturan, descuartizan y empalan a pequeñas niñas desnudas.

La historia cuenta con dos finales: en uno las hermanas triunfan mientras que en el otro son derrotadas.

La introducción al segundo volumen de la saga describe el clima general de esta extraordinaria y aterradora historia: «Grandes desastres, enormes batallas, inmensos fuegos, desagradables tragedias, aventuras de heroínas, devastadoras guerras y desastrosas tormentas. El lector nunca lo olvidará».