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Biografía de Clara Campoamor

Consiguió el sufragio femenino en la España de la Segunda República.

21 de julio de 2024. Estandarte.com

Qué: Biografía de Clara Campoamor

Este es un extracto del discurso de Clara Campoamor en las Cortes del 1 de octubre de 1931, el día en el que las mujeres obtuvieron –gracias a ella– el derecho al voto en España. Campoamor trabajó y luchó por ello, enfrentándose incluso a su propio partido (el Partido Radical) y a cuantos pensaban que antes de que la mujer se acercara a las urnas era necesario “educarla” (entre quienes se encontraba la otra mujer diputada en las Cortes en ese momento, Victoria Kent): 

Yo, señores diputados, me siento ciudadano antes que mujer, y considero que sería un profundo error político dejar a la mujer al margen de ese derecho, a la mujer que espera y confía en vosotros; a la mujer que, como ocurrió con otras fuerzas nuevas en la revolución francesa, será indiscutiblemente una nueva fuerza que se incorpora al derecho y no hay sino que empujarla a que siga su camino.

No dejéis a la mujer que, si es regresiva, piense que su esperanza estuvo en la dictadura; no dejéis a la mujer que piense, si es avanzada, que su esperanza de igualdad está en el comunismo. No cometáis, señores diputados, ese error político de gravísimas consecuencias. Salváis a la República, ayudáis a la República atrayéndoos y sumándoos esa fuerza que espera ansiosa el momento de su redención.

 

Había quien temía que la mujer votase influenciada por la opinión del marido o del confesor, que su participación favorecería a las fuerzas conservadoras; quien dudaba de su capacidad y de su criterio. La diputada expuso argumentos éticos, históricos, legales, políticos, de principios…; sacó a relucir estadísticas sobre tasas de analfabetismo –diferenciadas por sexo– en España… Y ganó la batalla, con tenacidad y valentía.

Esa trascendental lucha por el voto femenino era consecuente con su trabajo constante por la igualdad entre hombres y mujeres, que atraviesa toda su biografía. Campoamor nació en Madrid el 12 de febrero de 1888, se quedó huérfana de padre pronto, a los 10 años, y eso la obligó a dejar los estudios y ponerse a trabajar para ayudar en la economía familiar ya fuera como modista con su madre o como dependiente en una tienda. Con 21 años aprobó las oposiciones al cuerpo auxiliar de telégrafos; primera estuvo destinada en Zaragoza y después en San Sebastián, ciudad en la que están sus cenizas.

A través de otras oposiciones, obtuvo plaza de profesora especial de taquigrafía y mecanografía en las Escuelas de Adultas de Madrid. Al tiempo, trabajaba como secretaria en varios periódicos y también publicaba artículos como los que la editorial Renacimiento recoge en La forja de una feminista y que, según la editorial, “[…] muestran su primera vocación literaria y son fundamentales para perfilar su espíritu combativo y moderno. Nos adentran en el mundo de expectativas de una mujer autodidacta y ansiosa por conocer la sociedad que la rodea. Campoamor se interesa sobre todo por la vida de las mujeres, por las heroínas anónimas que se desmarcan del tradicional papel femenino y persiguen su futuro en un medio social que limita sus posibilidades (estudiantes, trabajadoras, feministas, opositoras, artistas…), pero también aborda el contexto social de los más humildes y marginados, que precisan de auxilio material o de la más elemental instrucción. Siempre, ante una y otra realidad, la periodista Clara Campoamor toma partido, como seguiría haciéndolo durante toda su vida”.

En 1920 retomó los estudios, obtuvo el título de bachiller y se matriculó en Derecho en Oviedo. Con 36 años, en 1924, se licenció en Madrid y empezó a ejercer al año siguiente, en un tiempo en el que apenas había mujeres abogadas. Afiliada al Partido Radical, en las elecciones de 1931 obtuvo un escaño en las Cortes. Las mujeres podían ser elegidas, pero no elegir. Como hemos visto, se dedicó con obstinación a cambiar aquello.    

En octubre de 1931 se aprobó el sufragio universal femenino a partir de los 23 años y en las elecciones del 19 de noviembre de 1933 las mujeres acudieron por primera vez a votar. La coalición de partidos de centro-derecha logró la mayoría parlamentaria. Muchos progresistas achacaron el giro conservador a la incorporación de la mujer al voto y no se lo perdonaron a Campoamor. Ella, por su parte, en esos comicios no consiguió el acta de diputada. Muy pronto abandonó el Partido Radical porque consideró que ya no representaba los principios republicano, liberal, laico y democrático que ella sí seguía demandando. Quiso incorporarse a Izquierda Republicana, pero se le negó la entrada. Desde entonces, esta republicana sin partido vivió en el aislamiento político. En 1935 escribió el libro El voto femenino y yo: mi pecado mortal, en el que defendió su actuación y relató su soledad (puede encontrarse en el catálogo de Renacimiento).

En el 36 comenzó la guerra y el exilio de Campoamor que la llevó de Suiza (en concreto Lausana) a Argentina y de nuevo a Lausana. Lejos de España siguió desarrollando una gran actividad intelectual: escribió artículos y libros, se dedicó a la traducción literaria, impartió conferencias, viajó, colaboró en agrupaciones de mujeres, trabajó en el despacho de abogados de su amiga Antoinette Quinche...

Y añoró muchísimo España, pero no pudo volver a vivir en su país porque sobre ella pesaba la acusación de pertenencia a la masonería que le habría supuesto pena de cárcel. A finales del 36, todavía en Suiza, escribió La revolución española vista por una republicana, en la que dio testimonio de los primeros meses de la guerra y de sus antecedentes. La edición de Renacimiento (colección España en armas) es una traducción de Luis Español Bouche del francés, primera lengua en la que fue publicado.

Durante sus diez años en Argentina, colaboró con asiduidad en periódicos y revistas, abordando temas muy variados, pero siempre desde una perspectiva feminista. Algunos de esos escritos se recogen en el volumen La mujer en la diplomacia y otros escritos, que recupera Renacimiento en su colección El Clavo Ardiendo. Entre 1943 y 1945 publicó en la revista Chabela una serie de ensayos en los que, con agudeza crítica, recorría la vida y obra de los grandes poetas del Siglo del Oro, del Romanticismo y de la lírica novohispana y modernista. La escritora e investigadora literaria Beatriz Ledesma Fernández de Castillejo los ha reunido en el libro Del amor y otras pasiones (Artículos literarios) que edita la Fundación Santander en la colección Cuadernos de obra fundamental.

También de esta etapa argentina son las biografías de Quevedo, de sor Juana Inés de la Cruz y de Concepción Arenal (a esta última le dedicó El pensamiento vivo de Concepción Arenal, que presenta Renacimiento en su colección Espuelas de Plata) y los ensayos de los semanarios Caras y Caretas y ¡Aquí está! que componen La mujer quiere alas y otros ensayos (Renacimiento, colección Cuatro Vientos) y que, según la sinopsis, “proponen un recorrido apasionante por las ideas, las figuras, los acontecimientos que despertaron el fervor o la curiosidad de esta «gladiadora» del feminismo español […]. Enigmas históricos, biografías sintéticas, reflexiones visionarias sobre la condición femenina, ráfagas de imaginación sociológica y aun dramáticas experiencias personales conviven en estas páginas […]”.

Clara Campoamor murió en Lausana el 30 de abril de 1972. Sus restos, como ella quería, se trasladaron a España, al cementerio de Polloe de San Sebastián.

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