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Vida y obras de Leopoldo Alas, Clarín

Brillantez intelectual y hondura social. Jurista y escritor.

30 de noviembre de 2024. Estandarte.com

Qué: biografía de Leopoldo Alas, Clarín

Leopoldo Alas, conocido por su pseudónimo Clarín y archiconocido por ser el autor de La Regenta, nació en Zamora el 25 de abril de 1852; vivió parte de su infancia en León y Guadalajara donde su padre fue gobernador civil; en 1865 se trasladó a Asturias, tierra con la que creó un vínculo especial, en la que vivió la mayor parte de su vida –salvo determinados periodos– y en la que murió.

Uno de esos periodos fue el que le mantuvo en Madrid de 1871 a 1878, donde amplió sus estudios de Derecho –carrera que había estudiado en Oviedo–, participó en la efervescencia cultural y política de la época y empezó a publicar sus colaboraciones periodísticas, aunque mucho antes ya había hecho sus pinitos con la escritura: con siete años ganó su primer premio literario y de adolescente fundó con unos amigos el periódico La instrucción (del que no se conservan ejemplares), en el que firmaba como Juan Ruiz, nombre que daría a otro periódico–Ruyz o Ruiz, según la etapa– del que fue director, redactor y repartidor.

Entre sus profesores en Madrid se encontraban Nicolás Salmerón y Francisco Giner de los Ríos; gracias a ellos conoció el sistema filosófico del alemán Karl Krause. Según la biografía publicada en Cervantes Virtual por el escritor y catedrático de Literatura española Germán Gullón, el krausismo influyó en Clarín avivando su innata inclinación idealista y orientando su vida intelectual hacia la búsqueda de un sentido espiritual y metafísico de la existencia. El mismo autor apunta cómo coincidieron en él distintas corrientes: “Si el krausismo marcó el horizonte ético e intelectual del escritor, la corriente positivista del realismo y el naturalismo le proporcionó una manera de poner entre paréntesis ciertas parcelas del mundo y de examinar, valiéndose del microscopio naturalista, al ser humano de su tiempo.”

También el escritor y catedrático de Literatura española Jon Juaristi, en la presentación de la exposición organizada por el Instituto Cervantes en 2001 a propósito del centenario de la muerte de Clarín, ahondaba en esa confluencia de influencias: “Su vinculación al positivismo y al naturalismo, de los que aprovechó lo que consideraba valioso para la renovación de la cultura española, no anuló sus apetencias metafísicas y sus inquietudes religiosas, que se fueron acentuando con el tiempo”.

La Regenta, de Leopoldo Alas ClarínLa importancia de La Regenta parece haber eclipsado el resto de actividades que llevó a cabo Clarín, sin embargo, su labor como crítico literario fue importantísima, basta señalar la trascendencia de sus escritos para estudiar la obra de Benito Pérez Galdós o una anécdota que recuerda a la escritora Emilia Pardo Bazán comentando “A ver qué dice Clarín” ante la aparición de una nueva publicación.

Sus artículos, además de sobre literatura, versaban sobre política, costumbres sociales… En 1881 recogió en Solos de Clarín, con prólogo de José Echegaray, 22 ensayos de crítica, una colección de pensamientos, dos artículos de costumbres y cuatro cuentos. Entre finales de 1882 y principios de 1883 viajó por Andalucía con su mujer, Onofre García Argüelles –con quien se había casado en La Laguna (Asturias) y con quien tuvo tres hijos: Leopoldo, Adolfo y Elisa– para escribir una serie de artículos sobre la situación del campo en esa región por encargo del director del periódico El día, el marqués de Riscal. Clarín registró la miseria, la injusticia social y escribió sobre la organización la Mano Negra.

Su gran sensibilidad social se refleja también, por ejemplo, en las actas de sesiones que se conservan de su paso por el Ayuntamiento de Oviedo donde tomó posesión como concejal en 1887 por el partido republicano posibilista de Castelar representando al distrito de Santa Clara; en su iniciativa para crear Cursos de la Extensión Universitaria para difundir la cultura entre las clases populares, que aprobó en 1898 el claustro de profesores de la Universidad de Oviedo –donde fue catedrático de Derecho Romano y de Derecho Natural, excelente y singular profesor, por cierto–, y en el hecho de que en 1901 fuese aceptado como mediador por obreros y patronos durante la huelga de Gijón por la jornada de ocho horas.

En enero de 1885 apareció en las librerías el primer tomo de La Regenta (Barcelona, Daniel Cortezo, 1884), en mayo de ese año terminó el segundo tomo que se publicaría dos meses después. No exenta de polémica y atacada desde todos los ámbitos, desde la esfera política a la literaria o eclesiástica, según el escritor y catedrático Andrés Amorós en el prólogo de la novela de la edición digital de Bolchiro, “esta novela suponía, en cierta medida, su autobiografía espiritual. Con ella, el temido crítico se reveló también como un gran novelista, en un momento glorioso del realismo español, cuando estaban publicando grandes obras Benito Pérez Galdós, Juan Valera, Emilia Pardo Bazán…”. En ella, Clarín conjugó con maestría la novela psicológica con el cuadro de una sociedad, de una época. Antes de su publicación, Clarín contó por carta a Galdós –amigo al que consideraba maestro– que se había decidido a escribir una novela: “No me reconozco más condiciones que un poco de juicio y alguna observación para cierta clase de fenómenos sociales y psicológicos, algún que otro rasgo pasable en lo cómica, un poco de escrúpulo en la gramática… y nada más”. Pero una vez terminada, él mismo la describiría como una obra de arte. A ese sentido del humor que aludía, cínico en ocasiones, se sumaban brillantez intelectual, inquietudes espirituales y deseos regeneracionistas.

El señor y lo demás, son cuentosLa Regenta fue su primera novela larga, pero no la única: en 1890 publicó Su único hijo, en la que dio más importancia a la intimidad de los personajes que al medio en el que estos viven. Fue autor también de numerosos y estupendos relatos y de novelas cortas: en 1892 recogió en un volumen Doña Berta, Cuervo y Superchería y en 1893 en El señor y los demás, son cuentos incluyó una sus historias cortas más celebradas Adiós, Cordera. En sus cuentos hay observación y poesía, descripción de ambientes y análisis psicológico de personajes, crítica social y ternura. También escribió teatro, pero solo estrenó una obra dramática, Teresa. Fue en el Teatro Español de Madrid en 1895 y no obtuvo el éxito esperado.

Enfermizo, murió el 13 de junio de 1901 de tuberculosis estomacal.

 

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