Ramón María del Valle-Inclán

20 de abril de 2024. Estandarte.com

Ya sea en libro o en artículo, la biografía de Valle-Inclán es una de las más difíciles de escribir. Uno se da cuenta cuando sabe que su nombre no es el que cree y que no hay acuerdo ni siquiera sobre la ciudad donde nació.

El verdadero nombre de Ramón María del Valle-Inclán es Ramón José Simón Valle Peña y, por lo que respecta al nacimiento, Vilagarcía de Arousa y A pobra do Caramiñal se disputan ser la localidad que le vio nacer. Son anécdotas, sí, pero anécdotas reveladoras de las brumas e incertidumbres que envuelven la alargada figura de Valle.

Nació en octubre de 1866 en una familia que había tenido mas posibles de los que tenía en aquella época. El interés por los estudios de Valle nunca fue muy acusado y menos aún cuando llegó a la universidad en Santiago de Compostela, donde se matriculó en Derecho para satisfacer los deseos de su padre. En cierto modo, la muerte de este resultó una liberación para Valle-Inclán que abandona la carrera y se marcha a Madrid. Allí hace lo venía haciendo en Santiago; asistir a tertulias, colaborar en diarios, escribir narraciones, ir al teatro…

La relación con la prensa le posibilita un viaje a México en 1892, donde se cuentan sucedieron varios incidentes tumultuosos. A la vuelta, Valle-Inclán está decidido a ser escritor, lo que se materializa pronto en su primer libro publicado, Femeninas (Seis historias amorosas), que vio la luz en 1894.

Además de la resolución de ser escritor, Valle empieza a cultivar su aspecto, si no de escritor, sí de escritor excéntrico con sus características barbas largas, sombrero, capa…

En 1895, tras un paso por Pontevedra se instala en Madrid. Es la época de los cafés, de las tertulias de amigos y enemigos, de las rivalidades, los duelos y las broncas. Vallé está en todos los “fregados”. Protagoniza uno de ellos junto al periodista Manuel Bueno y el resultado será la pérdida de un brazo: un nuevo rasgo que añadir a su excéntrica apariencia. Con el brazo perdido se pierde también su iniciada carrera como actor. Con renovado brío se centra en la literatura.

Poco después de iniciado el siglo, habiendo conocido ya a Rubén Darío, Valle-Inclán comienza a publicar en Los lunes del Imparcial su Sonata de otoño, a la que seguirán las sonatas del resto de las estaciones. Las protagonizan los amores del Marqués de Bradomín y constituyen el ejemplo más destacado de prosa modernista en español. Como señala Alonso Zamora Vicente en su introducción de Luces de Bohemia publicada en Austral/Espasa Calpe: “la obra de Valle-Inclán presenta unos perfiles muy definidos. Una voluntad de estilo artístico, una permanente exhibición de belleza porque sí, que contrasta vivamente con la literatura anterior, la realista, fotográfica y gris. Las Sonatas ofrecen una visión artística de la existencia, cargada de erudición, de peso romántico, de lujo y aristocracia mezclados con un satanismo decadente: son el reflejo de un tiempo y de una estética literaria”.

En 1907 contrae matrimonio con la actriz Josefina Blanco, con quien tendrá seis hijos. Prolífico también en la escritura, de esa época son las Comedias bárbaras, Águila de blasón y Romance de lobos completada más tarde con Cara de Plata y Divinas palabras. En estas obras, Valle-lnclán crea un mundo de pasiones indomeñables donde mandan la irracionalidad, la violencia, la lujuria y la avaricia de los protagonistas.

Carlista por convicción y por acción –llegó a presentarse como diputado por el partido jaimista–, también se inicia entonces la publicación de su serie de novelas La guerra carlista con Los cruzados de la causa, El resplandor en la hoguera y Gerifaltes de antaño.

En 1910 se embarca junto con su esposa en una gira de teatro que le lleva por Hispanoamérica. A su vuelta, mientras no deja de escribir, vive entre Galicia y Madrid, donde obtiene una cátedra de estética en la Escuela de Bellas Artes. Cuando se declara a Gran Guerra, Valle simpatiza con el bando aliado y en 1916 visita el frente francés.

Ya ha recorrido mundo, ha visto la guerra y es la hora del esperpento. Lo anuncian ya el sarcasmo y la burla de los versos de La pipa de kif, de 1919. De 1920 son La enamorada del rey, Farsa y licencia de la Reina castiza y sus inmortales Divinas palabras y Luces de Bohemia.

El esperpento es el lado cómico de lo trágico de la vida, es lo grotesco de cada día, del ser humano, es el escarnio desvelado y llevado al primer plano. “Los héroes clásicos reflejados en espejos cóncavos dan el esperpento”, define Valle-Inclán. Su obra no se desembarazará ya de él de esa risa amarga, de esa mueca que puede acabar en risa o en llanto. De esperpento están revestidas Los cuernos de don Friolera, Las galas del difunto y La hija del capitán, escritas entre 1925 y 1927.

Tirano Banderas aparece en esa misma época: es su novela más celebrada y narra la dictadura de un imaginario país sudamericano. Las exageraciones, distorsiones y deformaciones tanto de los personajes como del entorno hacen aterrizar al esperpento en la narrativa.

En 1927 acomete un proyecto ambicioso: narrar en novelas la historia de España, a la manera galdosiana, desde el reinado de Isabel II hasta aquellos días. Le dará el nombre de El ruedo ibérico, del que formarán parte las novelas La corte de los milagros, Viva mi dueño y Baza de espadas. Están escritas entre finales de la década de los 20 y principios de los 30.

En la vida social y política, Valle-Inclán, con opiniones siempre firmes y dispuesto a hacerse oír, había mostrado su oposición rotunda a la dictadura de Primo de Rivera. Posteriormente mostró su apoyo a la república donde desempeñó varios cargos.

Presidente del Ateneo científico, literario y artístico de Madrid en el 32, la vida le tenía preparado, además del divorcio de su esposa, un último destino y un último puesto que desempeñar: director de la Academia Española de Bellas Artes en Roma. En el año 34 regresa a España y muere en los primeros días del 36 en Santiago de Compostela.