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Vida y opiniones de Juan Mal-herido

04 de enero de 2011. Carolina León

Muy poca gente puede permitirse ser, comportarse y hablar rabioso en los tiempos que vivimos: si estuviese escribiendo esto el propio Juan Mal-herido, hablaría de la necesidad de la felación constante al prójimo. Para objetivar las cosas, y centrar esta reseña, diremos que si Juan existe y se le deja publicar de cuando en cuando en su blog es porque la literatura no interesa realmente a nadie. Eso lo sabe y lo sabemos. Podemos rasgarnos las vestiduras por sus afiladas críticas, pero ¿qué más da? Aunque Juan existe. Sí y no. El “editor”, compilador de los textos aquí recogidos, Alberto Olmos, es repetidamente señalado como el personaje detrás de la persona (uy, que no, que era al revés). Lo acepta y lo desmiente, y ya podemos zambullirnos en la lectura; que es lectura de sobra conocida porque está disponible en el blog de Juan Mal-herido, creado al amparo del anonimato y al tuntún de las noches de insomnio. Ver ahora, reunidos, estos breves y fustigantes textos en forma de libro otorga un extraño, malsano, masoquista placer. Desde el lado lector, engarzar uno tras otro, sorbiéndolos como plasma alimenticio, otorga una extraña sensación de estar bebiendo aire. Con lo que eso empacha. 

Vida y opiniones de Juan Mal-herido... Es curioso que se llame “Vida...” de alguien que no existe. Tiene, sabemos, existencia en forma de bits de información, y gorgotea su poca vida a través de los libros; así pues, es vida tan irreal como la propia literatura. En los textos de Mal-herido hay quejas, infinitas quejas: le duele todo, el escritor holgazán, el que no da con la tecla, el figurín de las revistas, las escritoras -prácticamente todas a una-, la inmoralidad del libro feo, la obediencia al mercado, la ramplonería, la autobiografía doliente del escritor-de-oficio... Y eso es y puede seguir siendo así porque hace falta, aunque sólo algunas mentes estén capacitadas para entender que, en el fondo, Mal-herido es un sentimental, un romántico desgarrado por la nostalgia de valores caducados, un fanático amante de la lectura, paladín justiciero de una clase de belleza rara, que no se estila ya más. "Mira mi blog. Es un blog que no veas las ganas que tiene la gente de verme muerto", escribe él en diálogo con Vila-Matas, a quien le roba el guión del apellido, entre otras cosas. Por fortuna, esto no es La Noria ni Sálvame. Vive, en la medida en que no existe. Carga contra algo que ya no existe tampoco: decencia. Y encarna algo absolutamente extinguido, el clamor crítico, la libertad de la lengua y la independencia de opinión. Pequeñas, ridículas interferencias desarreglan la percepción del mundo cuando llevas tres horas de lectura de su blog. Sientes que algo está fallando pero no sabes bien qué. Cierras la tapa del portátil, vuelves a tu rutina. Mal-herido sigue ahí, porque se ocupa de literatura. Lo has adivinado, en nuestro mundo no importa a (casi) nadie.

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