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Sonámbulos. Cómo Europa fue a la guerra en 1914

09 de junio de 2014. Sr. Molina

Sonámbulos es un ensayo que recopila una cantidad ingente de datos. Esto, que puede parecer una perogrullada, es, por curioso que parezca, su lastre y su virtud: por un lado tenemos un ensayo copiosísimo en lo que a datos, referencias, citas y notas se refiere; por otro, esa ingente cantidad de información arroja una luz incuestionable sobre los años previos al estallido de la Primera Guerra Mundial. Dependiendo del tipo de lector que uno sea, o del propósito que pretenda extraerse de la lectura, la obra puede abrumar o convencer.

Más allá de cualquier consideración sobre la idoneidad del libro, lo cierto es que el trabajo del historiador y catedrático Christopher Clark es encomiable. La labor de documentación, análisis y procesamiento de información ofrece un resultado espectacular: cada capítulo está repleto de datos puestos en contexto con criterio, y los acontecimientos que se estudian pueden ser comprendidos desde varios puntos de vista gracias al trabajo del autor con la enorme cantidad de información que maneja.

Lo que viene a apuntar Sonámbulos es que la Primera Guerra Mundial fue, sobre todo, un conflicto fruto de tensiones previas entre casi todos los estados europeos, y no consecuencia de un hecho puntual (el asesinato del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo) mal gestionado. Gracias a la pulcritud en la exposición de Clark, podemos ir formándonos un retrato bastante fidedigno de la situación en Europa a comienzos del siglo XX: las relaciones de poder entre los grandes estados; los enfrentamientos (velados o no tanto) entre algunos países; los conflictos territoriales que se sucedían en los Balcanes… Merced a la información que se proporciona, pronto es posible comprender que bajo la aparente atmósfera de conciliación que parecía recorrer el continente bullía una ola de rencillas y desacuerdos que no tenían más remedio que aflorar en un momento u otro.

Las tensiones entre Gran Bretaña y las potencias continentales; el afán expansionista de Serbia; el temor de Alemania a una guerra en dos frentes; o la sensación de pérdida de poder que tenía el Imperio Austro-húngaro; todos estos elementos, y algunos más, formaban un excelente caldo de cultivo para que una mínima excusa prendiese una mecha difícil de sofocar si no era con un conflicto bélico. El autor acumula toneladas de información acerca de las relaciones diplomáticas, problemas previos y conflictos territoriales para ilustrar este hecho. Así, al finalizar la lectura se puede extraer la conclusión de que el asesinato de Sarajevo era casi un detalle anecdótico, dados los inevitables desacuerdos que existían entre las potencias europeas.

Como decía al comienzo, esa ingente cantidad de datos es lo que convierte la lectura del ensayo en un tránsito difícil. Sin duda, es necesaria toda esa información para contextualizar los hechos y establecer una cronología clara; sin embargo, el estilo de Clark enlaza fechas y declaraciones sin pausa. En lugar de recurrir a una narración más «literaria», en la que los datos se inscriban en una interpretación mesurada, el autor opta por exponerlos sin más, anegando al lector con continuas frases entrecomilladas y un maremágnum de días, semanas y años en el cual es fácil naufragar. El que suscribe lo considera una opción desafortunada, puesto que en muchas ocasiones ese caudal de información satura al lector, en lugar de conducirlo hacia la cabal comprensión de lo que se expone.

A pesar de este detalle, Sonámbulos es un ensayo interesante, cuyas conclusiones (no tanto enunciadas por el autor como inferidas por el lector) pueden hacernos entender mejor el equilibrio de poder entre los países y las consecuencias que ello puede acarrear en la vida de todos.

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