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Ser madre hoy

11 de septiembre de 2012. Alan Queipo

La idea siempre ha sido el futuro. Miguel Noguera es el último héroe castizo del ideario verborreico y demente. Nos sume en un mundo de pensamiento horizontal y no difiere entre la idea más mágica y comercializable del globo terráqueo y la mera gilipollez. Nos obliga a amar ambas. Hace del humor absurdo la base de nuestra felicidad. Define al modélico creador de talk shows o anuncios de productos realmente irreales y da un paso más en su monólogo ensaladero de sesión continua. Abre su cuaderno y dibuja, se despelleja el cerebelo buscando en su propia demencia y saca petróleo del cubo de la basura: crea mini guiones para cortometrajes suceptibles de ganador el Notodofilmfest o de series americanas de mumblecore de baratija que tú comprarás como un geek por internet. Las más de 300 ideas de su Ultraviolencia y su monólogo de patologías imparables e inercias verbales sin freno tiene continuidad: Ser madre hoy es la excusa que, apenas un año después, nos muestra la continuista meca que todo moderno playero debe llevar en su bolsa del Rough Trade o que todo ermitaño debe tener como lectura obligartoria en el revistero del cuarto de baño; entre la Cuore y el Mongolia.

Noguera es aquel. Aquel que plasma ideas absurda perfectamente pensables y confinadas para un bloc de notas o un blog para minorías absolutas pero que hoy, gracias al lenguaje audiovisual chanante o la propulsión de tiras cómicas de chichinabo como las de Joaquín Reyes o Juanjo Sáez en la Rockdelux o la Fauna mongola de Cristóbal Fortúnez, nos ubica a Noguera como el intelectual más demente de toda esa confabulación historietista y líder generacional. Se alía con modernófilos como El Hematocrítico de Arte o Alberto González Vázquez para, a diferencia de estos, volar por encima de la crítica y confabular cerca de trescientas nuevas ideas a modo de chascarrillos desternillantes que perfectamente podrían valer para partirse la caja, el charles o el doble bombo: conversaciones de fumada, debates que devienen surreales, intercambio de pensamientos tratando de dar con la idea que te salve la vida, alabanzas de las tontunas más serias, ríos de tinta de Blogspot o Tumblr verbalizados, fidelización del lenguaje tuitero y el último héroe de los mártires de la nueva risa. Acaba transformándose en un auténtico y herido genio de la autocrueldad y convierte en serios guiones ultra-gilipollezcos. Andrea Fabra necesita leer más de esto.

La madre de Villa en la espalda de Messi, un hacha que se usa al revés, una abuela con dos espadas medievales pesadas al borde de una colina, los análisis cerebrales de los seres humanos, por qué los pianos de grandes como Liszt son casi tumbas y no pianos, el loco portador de dos cubos repletos de requesón, desmayarse meando, espaldas quebradas, curas halterofílicos, limpieza del colon a modo de diálisis por el recto, un contestador de mails que simula ser Beethoven, libros atravesados por bocanadas de vapor, una rosa atravesada por una cuerda, pruebas del Messi analfabeto o múltiples ataques a las creencias religiosas desde la sátira y la ridiculazión: desde la fe del científico (¿qué opinará Tom Cruise?), el niño que se declara ateo “sin saber lo que es” o las localizaciones de La Biblia hasta la Cruz mal que releva al Cristo mal que generó desde fanatismos individuales hasta camisetas de aquella idea en su primer libro. Entre otra cantidad de seriadas tontunas que devienen en relevantes y capitales. Por encima, Blackie Books edita este Ser madre hoy en un formato que incluye hasta quince páginas de justificaciones a modo de notas aun más bizarras que los mismos conceptos o ideas planteados, ocho páginas de terminología a modo de diccionario post-RAE y el DVD del espectáculo monologar surgido posterior a Ultraviolencia: el Ultrashow. La nueva creencia son más de 250 páginas de sufragio universal al librepensador. Ese era Noguera.

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