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Reacciona

07 de junio de 2011. Sra. Castro

Después de haber leído, y comentado aquí, libros que llamaban a una toma de conciencia, a un despertar ciudadano —especialmente necesario después del estallido de la crisis y sus nefastas consecuencias en cuanto a retrocesos en los derechos sociales trabajosamente conquistados—, como el reciente ¡Indignaos! de Stéphane Hessel, u otros anteriores como La insurrección que viene o Llamamiento; se echaba de menos una llamada dirigida a los españoles, donde se retratasen los problemas y la idiosincrasia de nuestro país y se nos apelara de manera más cercana y personal.

Pues bien, varias voces de relevancia (José Luis Sampedro, Baltasar Garzón), o resonancia (Ignacio Escolar, Juan Torres López, Javier Pérez de Albéniz, entre otros) nacional se han unido ahora atendiendo a la convocatoria lanzada por Rosa María Artal, a quienes muchos lectores conocerán por su blog El Periscopio, donde tantas veces ha demostrado su deseo de pasar de la palabra y las buenas intenciones a la acción.

Reacciona es el fruto de ese llamado, y es un potente aldabonazo en la conciencia de los españoles. Para quienes seguimos habitualmente los blogs de los economistas, periodistas, activistas sociales o científicos que aparecen en el libro, o simplemente para quienes se mantengan al día de la verdadera actualidad (no esa que nos muestran los medios de desinformación), la mayoría de las ideas recogidas en este libro no son novedad. Pero expuestas todas juntas, explicadas sucinta y limpiamente, aportando datos, cifras y estadísticas, mueven verdaderamente a la acción, incitan a emprender ahora mismo ese camino de regeneración que España necesita y el mundo entero reclama.

José Luis Sampedro, como Stéphane Hessel en su último libro, nos invita desde la veteranía a luchar por preservar los derechos que la sociedad ha conquistado a fuerza de luchas, muchas veces devastadoras; así como a conceder nuevo poder y credibilidad a las Naciones Unidas, hoy en día apartadas a un lado por ese G20 que elimina de la ecuación a la mayoría de los países, y pone el beneficio de las corporaciones y la banca por encima de los derechos fundamentales del hombre.

Por su parte, Baltasar Garzón hace una lúcida reflexión sobre el estado de la Justicia en España, la renovación a la que debe someterse para que los ciudadanos vuelvan a creer en ella y su deber de actuar como se espera de uno de los pilares fundamentales de la democracia y la sociedad. También hay espacio para la reflexión acerca del empuje que se le debe dar, desde todos los organismos, pero necesariamente a instancia de los españoles, a la educación y a la investigación. Para Carlos Martínez y Javier López Facal un país no puede crecer en libertad y democracia sin educación; y no puede crecer en productividad y empleo sin inversión en ciencia y tecnología.

En el tema de la importancia de la educación y la cultura como único medio de convertirnos en ciudadanos libres, con criterio y reacios a dejarse manipular por ningún poder, inciden la propia Rosa María Artal y Javier Pérez de Albéniz. Ambos hacen hincapié además en la manera en que los medios de comunicación en general, y la televisión en particular, entregados a manos de los poderes económicos y políticos, contribuyen al estado de anestesia general, fomentan el individualismo y desinforman a la ciudadanía para mantener el statu quo.

Especialmente desolador es el panorama reflejado por Ignacio Escolar en el capítulo titulado “La generación estafada”. En él recoge la inadmisible situación de los jóvenes españoles, a quienes se les ha cambiado el derecho a un trabajo y una vivienda digna por la playstation. Tasas de paro superiores a las de Irak, sueldos que son (en el mejor de los casos) la mitad del salario alemán y que pierden poder adquisitivo cada año, pensiones de las más bajas de Europa, remuneraciones para los directivos a la cabeza de la media europea, la mitad de los jóvenes menores de 34 años viviendo en el hogar paterno… Y un largo etcétera de atropellos que la sociedad española ¿va a soportar sin rechistar?

Reacciona es una lectura imprescindible y es más que un llamamiento a la indignación. Es un llamamiento a la acción. A que tomemos las calles, a que recuperemos el poder que se le supone al pueblo en democracia. A que empecemos a construir una sociedad más justa, equitativa y solidaria. De todas las provechosas reflexiones que reúne el libro me quedo con la de José Luis Sampedro: «Es el momento de la acción entre todos porque otro mundo no sólo es posible, es seguro. Si mejor o peor, dependerá de nuestra reacción.»

¡Reacciona!

Comentarios en estandarte- 1

1 | Pancho C. Tacoronte 07-06-2011 - 22:04:46 h
En mi opinión, los autores llaman a una movilización por no se sabe qué. Se hacen críticas, que mayormente considero adecuadas, y se proponen proclamas inflamadas que nada significan, si no es más de lo mismo. Soluciones concretas no ofrecen ninguna. Dicen algo así como "¡Reacciona! ¡Apoya a los míos! Como si se pudiera confiar en ellos. Los que conozco de leídas o por su conducta pública, son tan sectarios o más que los políticos y los activistas que hoy dirigen el estado, quitándonos cada vez más dinero de nuestras nóminas. Y perdone mi franqueza. Los problemas de los trabajadores ocupan un mínimo espacio y no se habla de nuestros auténticos problemas. Por ejemplo: El otro día, en el Congreso, Llamazares dijo que los trabajadores aportamos el 70% del presupuesto. Esto es ambiguo porque ¿qué trabajadores son esos? -Un tercio de los trabajadores reciben del estado más de lo que aportan; otro tercio son los mileuristas, que no pagan impuestos; el otro tercio lo formamos los que gamamos 1500 euros o más y que, generalmente, trabajamos 12 o 14 horas diarias para intentar aproximarnos al sueldo que necesitamos (teniendo en cuenta que el estado nos quita la tercera parte en impuestos -IRPF, Seguridad Social, Cotizaciones para los desempleados, impuestos indirectos, etc.-). Es decir, que nosotros, la tercera parte de los trabajadores, hacemos jornadas de 12 y 14 horas diarias para sostener los presupuestos del estado (el 70% del presupuesto). Y ¿Quién habla de nosotros? Dicen que el gobierno tiene que subir los impuestos, hacerlos progresivos. Los trabajadores que cotizamos, los de las 12 o 14 horas diarias, temblamos cuando oímos hablar de subida de impuestos. Como somos una minoría, nuestro voto no lo necesitan. Nos llaman "clase media", nos insultan: "¡Pequeño burqueses!", al tiempo que nos piden más solidaridad; eso es una desvergüenza. Llevo 35 años trabajando 14 horas diarias y, como yo, millones de padres y madres de familia. No tengo ninguna esperanza al respecto; pero sí le digo que su artículo, cuando refleja lo de que "otro mundo es posible", no se refiere a nosotros; más bien consiste en que nosotros paguemos más para que se den subvenciones a esos a los que usted y esos popes (auténticos reyes del Mambo) se dirijen. Lamento contrariarle. Reciba un atento saludo.