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Macanudo 8

09 de julio de 2013. Alan Queipo

Mientras en España tuvimos que darnos de bruces con una crisis socioeconómica sin, de momento, salida para comenzar a utilizar los chistes y sátiras crítico-divulgativas de Forges, El Roto o Aleix Saló o asistiendo al respeto y recurso viral de Moderna de Pueblo, Cristóbal Fortúnez o Juanjo Sáez, en países como Argentina tienen carrera, máster y cátedra en lo que a firma y costumbre (sic) diaria con el encuentro con la viñeta se refiere. Y es que si nombres como los de Quino, Caloi, Fontanarrosa o Sendra forman parte del imaginario cultural colectivo del país sudamericano, el relevo lo lleva liderando desde hace unos años Liniers, o Ricardo Siri, una suerte de relevo generacional que, junto con Maitena, dotaron de nuevas credenciales a las tiras cómicas argentinas y convirtieron la contraportada de los periódicos en una hoja de consulta diaria de un público difícil de seguir: la juventud.

Macanudo es la recopilación de viñetas que, tras cada curso “escolar”, Liniers publica a modo de glosario selectivo de lo que considera lo mejor de su producción para el periódico argentino La Nación. Mondadori publica el ya octavo Macanudo: pequeñas historias de corte entre naif, filosófico, existencialista (las Explicaciones para vivir son la Ética para Amador para tuiteros con el Síndrome de Peter Pan) y nerd en la que despliega tintes surrealistas y que dota de mayor repertorio a personajes ya clásicos de su erario privado como Madariaga, Olga, Fellini o su propio alter ego en forma de conejo empollón y que afianza nuevas alternativas, cada vez más surrealistas (la serie Conceptual Incomprensible bien merecería un género y una firma paralela para los universos que allí expone) y con un humor que juega a la vez en la liga de los chistes ácidos y en las alternativas del post-humor pop tan lunfardo y argento como con sus posibilidades virales. Entre ellos encontramos a Steban Stencil, Pan Chueco, Los Altos, El Licenciado Barbosa o la simulada traslación en el tiempo hacia cosas que podían llegar a inspirar o que podían llegar a pasarle a figuras como Franz Kafka, Pablo Picasso, Marcel Duchamp o Edgar Allan Poe, entre otros; sumado a dos experimentos de fractura expuesta que bien pueden ofrecernos a un Liniers con nuevos caminos ilustrados: la exposición de sus bocetos (lo que él llama Bocetolandia) y los Macanudos Apócrifos, en los que otros dibujantes re-interpretan sus historietas y personajes. Una ventana a un universo tan pequeño y breve como intenso, lírico y maravilloso.

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