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Los millones

13 de julio de 2015. Sr. Molina

Mijaíl Artsybáshev creó en Los millones un personaje, Fiódor Ivánovich Mizhúyev, muy característico de la literatura rusa, pero también un claro precursor de los atormentados protagonistas de la narrativa de la primera mitad del siglo XX: por una parte es indeciso, caviloso y temperamental; por otra, su personalidad le impulsa a una desdicha vital que le sojuzga y le impide tomar las riendas de su vida con decisión, empujándole a un final dramático. Una y otra tendencia se solapan y aúnan para conformar un personaje angustiado, dramático, pero cuyas vivencias no llegan a conmover del todo debido a la incapacidad de Artsybáshev para recrear una trama coherente.

Los millones cuenta el declive emocional de Fiódor Mizhúyev, un acaudalado hombre de negocios moscovita. Al comienzo de la obra lo encontramos en un retiro plácido en Yalta, acompañado por su amante Maria Serguéyevna, la mujer de un amigo al que no dudó en engañar. Hastiado de una vida de lujos y dispendio, las personas con las que traba conocimiento le aburren o le enfurecen, e incluso termina por abandonar a su querida cuando adquiere la certeza de que solo está con él por el dinero. Cuando regresa a su fábrica de Moscú descubre que los obreros están en huelga y que su hermano, responsable como él del negocio, se opone a negociar con ellos una mejora salarial. Convencido de la oportunidad de redención que se le presenta, Mizhúyev tratará de conciliar sus intereses y los de sus empleados, pero el fracaso de su idea le sumirá en una depresión absoluta.

En pocas palabras, la novela nos muestra el hundimiento psicológico del protagonista al afrontar su incapacidad para hallar una satisfacción vital; pese a su situación privilegiada, Mizhúyev no se siente feliz en ningún momento. De hecho, a medida que se relaciona con otros personajes y busca esa parte de sí que necesita con desesperación, su tormento no hace sino aumentar, sumiéndole en la desesperación. Es el arquetipo de hombre anhelante por alcanzar la paz, el equilibrio; unos dones que, en verdad, tiene a su alcance, pero que no puede ver a causa de la frustración que acumula. Su dinero o los lujos que compra no le sirven para lograr esa felicidad tan esquiva, y aunque intuye que la tiene al alcance de la mano, no se conoce lo suficiente para darle caza.

Mijaíl Artsybáshev consigue recrear en la primera mitad de Los millones una atmósfera muy apropiada para la construcción de un personaje de estas características: el ambiente placentero y decadente de la ciudad costera, las fiestas, los dispendios constantes... todo se confabula para que Mizhúyev caiga en un estado de aflicción que le atormenta sin cesar. Sin embargo, la segunda mitad de la obra, a partir del retorno del protagonista a Moscú, resulta un tanto extemporánea, presentando a otros personajes (su hermano Stepán, su amigo Nikoláyev) que poco parecen aportar a su peripecia y cortando un ritmo que hasta entonces estaba bien equilibrado. El final, apresurado, no hace más que confirmar esa ruptura narrativa y plantear una obra poco cohesionada y con algunos pasajes superfluos.

Tal vez por este motivo Los millones no resulta tan redonda como se pueda esperar al principio de su lectura; aunque su comienzo sea prometedor, el autor no logra cuajar un desarrollo consistente y terminar el diseño de un protagonista con tantos claroscuros como es Mizhúyev. De esta forma, la obra se ve lastrada por una segunda mitad balbuceante e incluso incoherente, para rematar en un final no solo previsible, sino atropellado. Pese a escenas perturbadoras por su belleza o por su crueldad, en general la novela deja una sensación agridulce, como de trabajo de aprendiz. Quizá por este motivo su impacto sea reducido, dejando tan solo la sensación de que podía haber dado más de sí.

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