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Las Bellas Extranjeras

03 de junio de 2014. José Martínez Ros

Muchos conocimos a Mircea Cărtărescu por su fantástica colección de relatos, también editada por Impedimenta, Nostalgia, uno de los mejores libros publicados en España el año pasado y que demostraba por si mismo que el rumano es uno de los mejores escritores de la actual literatura europea, un heredero legítimo de Borges y Kafka. Cada una de las seis micro-novelas que componían ese volumen partían de una imagen de la realidad espesa y cotidiana –la descripción un cuarto alquilado en un barrio popular de Bucarest, un hombre que se viste de mujer ante un espejo, un primer amor escolar-, para no tardar en convertirse lenta e inexorablemente en algo distinto y más inquietante a medida que avanzamos por páginas de una prosa densa, repleta de metáforas y de símbolos. Toda una experiencia literaria engrandecida por la excelente traducción de Marian Ochoa de Eribe.

Impedimenta nos trae ahora una nueva recopilación de relatos, Las Bellas Extranjeras. Un libro menos extenso y ambicioso, pero extremadamente divertido que nos muestra a un nuevo Cărtărescu, que no teme situarse en el centro de la narración reírse de si mismo y explicarnos, con muchísimo humor negro y una dosis considerable de amargura, tres episodios de su vida relacionados con su condición de escritor. El relato que da título al libro y ocupa más de la mitad del mismo, nos lleva de viaje por las tierras de de Francia, invitado con una docena de colegas a dar a conocer las letras rumanas. En una genial caricatura de la “vida literaria” nos sumerge en un mundillo de envidias, resquemores, ambiciones siempre frustradas, incomprensión, humillaciones y cuchilladas verbales. En "Ántrax", nos traslada al estado de paranoia global post 11-S cuando el autor recibe un sobre sospechoso procedente de Dinamarca. El autor y su esposa contactan con la policía e, inmediatamente, caen en manos de una burocracia tan increíblemente ineficaz como surrealista. El libro se cierra con "El viaje del hambre", quizás el más descarnado y salvaje de los tres relatos, donde retrocedemos hasta los años ochenta, en la gris, gélida, cutre y pobrísima Rumanía bajo el comunismo, cuando Cărtărescu es un joven poeta al que unos escritores de provincias invitan a una conferencia. Cărtărescu, encantado, decide asistir, sin saber que con ello se verá arrastrado a una especie de road movie infernal que podría ser filmada por los hermanos Coen o por un Berlanga absolutamente desatado. El episodio, además, incluye un breve y delicado pasaje fantástico que nos recuerda a las mejores páginas de Nostalgia.

Las Bellas Extranjeras es un libro infinitamente recomendable. No es tan ambicioso y complejo como Nostalgia, pero por esa misma razón, resulta una lectura aún más adictiva y veloz, y nos muestra una nueva perspectiva de una de las grandes voces literarias del continente.

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